TODA población, por pequeña que sea, aspira a conocer el porqué de su existencia y los detalles de su historia. Pero incomprensiblemente, San Sebastián, ciudad con una historia compleja, fascinante y muy vinculada a los afanes de España y Europa, no guarda recuerdo visible de su historia. Podríamos asegurar que voluntariamente ha pretendido olvidarla.

Dentro de la guerra de la Independencia en España, San Sebastián, el año 1813, la sufrió enormemente en sus propias calles, por la lucha entre ingleses y franceses, hasta llegar a su total destrucción. ¿Qué queda de ello?

Veamos: El 18 de julio de 1908 se constituye la Junta del Centenario y entre otros proyectos, el Cronista de la Ciudad, en nombre de la Junta, manifiesta el deseo de que en el mismo lugar donde se desarrollaron las batallas de la brecha, se levante una columna en cuyo fuste se lea En este lugar se desarrolló la brecha en 1813.

El 20 de agosto de 1912 por acuerdo de la Junta del Centenario y aprobado por el Ayuntamiento se abre concurso para un proyecto de monumento conmemorativo que trate de recordar las desgracias sufridas por nuestros antepasados con motivo del asalto-saqueo e incendio de la ciudad el 31 de agosto de 1813. Que se consignen en el mismo los hechos más notables de la historia de esta ciudad.

En sesión del Ayuntamiento del 15 de enero de 1913 se discute su emplazamiento y por acuerdo final se levantará en Alderdi Eder.

Los gastos de su construcción ascendieron a 264.220 pesetas costeadas por el Ayuntamiento, el Gobierno, la Junta de Progreso y suscripción pública.

D. Carlos Usandizaga manifiesta que su hijo José María Usandizaga ha terminado de componer el himno para coros, banda militar, cornetas y tambores que se ha de ejecutar en el acto de la inauguración del monumento que ofreció para las fiestas del Centenario.

El alcalde Marino Tabuyo publica un bando a los donostiarras el 28 de agosto indicando que asistan a los actos de inauguración de los monumentos y adornen los balcones de sus casas con colgaduras durante el día y se iluminen de siete y media a doce de la noche, el día 1 de septiembre.

¿Qué quedó de todo ello? ¿De la columna en recuerdo de la brecha? No se hizo.

Del monumento conmemorativo, la Comisión de Obras del Ayuntamiento señaló en junio de 1922 y calificó como verdadero crimen de belleza el emplazamiento de dicho monumento en Alderdi Eder y propone al Ayuntamiento modificarlo, transformarlo y hacerlo desaparecer. En realidad, se trocea el monumento y se dispersan sus varias partes por varios lugares de la ciudad, entre ellas el Cementerio de los ingleses en el Castillo de la Mota.

Hay un escrito del 12 de febrero dirigido al Ayuntamiento por un grupo extenso de mujeres que protestan por el derribo del monumento porque entre otras, quitan la estatua de la Reina María Cristina, principal bienhechora y protectora de esta ciudad.

El escrito viene acompañado de varios pliegos donde figuran 130 firmas de mujeres de varias familias encumbradas de la ciudad.

Llegamos al año 2013, Bicentenario de la destrucción de la ciudad. No existe vestigio alguno de lo ocurrido en 1813. De los fastos del centenario no queda nada. Los jóvenes donostiarras se preguntan ahora extrañados a qué viene el ruido sobre el Bicentenario, pues no conocen la historia de su propio pueblo. Alguna razón tenían los guipuzcoanos cuando calificaban a los donostiarras como donostiarra kaxka arin.

Tan prestos están los donostiarras en demoler y olvidar, que nada quedó de las murallas que lo envolvían. La puerta de tierra, acceso principal a la ciudad desde la calle de Embeltran, donde corría la muralla; un resto de ella está para vergüenza de todos en el bajo de los retretes del Boulevar.

Pero hay todavía un olvido más doloroso y que roza el desprecio a las personas y al recuerdo de su familiares cuando los donostiarras, a pesar de los sufrimientos padecidos, deciden volver a reconstruir la ciudad destruida. Y son arquitectos e ingenieros, no constructores de edificios, sino de ciudades y pueblos, los que trabajaran por esta nueva ciudad, que es el orgullo de sus habitantes y el asombro de los visitantes, por su belleza, mesura y calidad.

¿Quién los recuerda? ?Quiénes son? ¿Dónde figuran los nombres de Ugartemendia, quien dio la pauta para la reconstrucción de la Parte Vieja destruida. De Cortázar, ganador del concurso municipal para el desarrollo de la ciudad, con criterio comercial, después del derribo de las murallas. De Goicoa, que al mudar la ciudad de su idea comercial a la de turismo, transformó ciertas obras de Cortázar. Machimbarrena, ¿con muchas ideas nuevas para el desarrollo de la ciudad?

Cortázar, Goicoa, Machimbarrena, etc... Examinar el callejero de esta ciudad es deprimente. No hay calle, plaza, avenida o lugar alguno donde figuren sus nombres; se diría que esta es una ciudad fantasma. ¿Qué calidad humana tenían los responsables del Ayuntamiento, que llegan hasta ignorarlos completamente?

Una vez derribadas las murallas en 1863 y planteado el ensanche de la ciudad, los munícipes y los técnicos veían claro que el futuro y trayectoria seculares de San Sebastián, que era el comercio, sería promover estas posibilidades. Durante varios años con ese objetivo se intentó realizar un gran puerto comercial en la bahía de La Concha así como otro puerto en el río Urumea, cerca de Santa Catalina.

Pero a medida que pasaban los años, se comprobó el interés de los forasteros por la playa y la ciudad en conjunto. Ante esto, se impulsaron los propósitos de particulares y empresas para dotar a la ciudad de elementos y lugares que atrajeran al forastero.

La bahía de La Concha, la isla de Santa Clara, el río Urumea, el monte Urgull, se convirtieron en lugares apetecidos por los promotores. Se sucedieron proyectos para casinos, balnearios, chalés... La orilla del mar era punto codiciado para instalar toda clase de establecimientos de lujo, confort y ocio.

Pero el Ayuntamiento necesitaba estar vigilante sobre los proyectos que los particulares pretendían establecer en la ciudad. Para su defensa y cuidado de tales proyectos, tanto el Arquitecto Municipal como el Ingeniero Municipal en su caso, examinaban con detenimiento los proyectos que se intentaban realizar en la ciudad, para que no se cometiesen daños ambientales o perjuicios urbanísticos.

Es de notar cómo defendían la bahía de La Concha cuando en tantas ocasiones se presentaban proyectos que afectaban su naturaleza.

Por unos y por otros, la realidad es que San Sebastián en pocos años fue desarrollándose rápidamente. Era la ciudad bella, codiciada por todos. Así han quedado en ella muestras visibles de tantos proyectos, muchos sacrificios, muchos hermosos sueños realizados y también errores y huellas de los egoísmos y particulares ambiciones.

Entre tantas ambiciones truncadas por estos arquitectos e ingenieros pueden citarse algunos: Puerto en el Urumea, Fondeadero en la Isla de Santa Clara, Casino en la Brecha. La isla de Santa Clara lugar de recreo Casino, hoteles y chalés en el monte Urgull. Casino flotante en la Zurriola, Ferrocarril a la Isla Santa Clara. Edificios sobre un banco de arena en el Urumea. Rascacielos en Ondarreta, etc...

Eran los vigilantes de la hermosura de la ciudad, cuyo triste e incomprensible homenaje ha sido el olvido. Y triste memoria la de San Sebastián que así olvida a sus hijos beneméritos.

Visto ahora, dentro del Bicentenario, pensamos que la calle San Juan debería titularse la calle de La Brecha, puesto que en este lugar irrumpieron las tropas inglesas en el asalto.

Se puede comprobar, todavía hoy, en la pared de la Iglesia de San Vicente, que da a lo que hoy llamamos calle San Juan, los impactos de las armas de las tropas asaltantes que perseguían a las francesas en su huida por este lugar hacia la plaza San Telmo y el monte Urgull, donde se advierten dichas marcas.

Y otro cambio sería también, trasladar el nombre de plaza del Centenario, que en su día el Ayuntamiento dispuso como recuerdo al comienzo del barrio de Amara, y se traslade a una de las plazas de la Parte Vieja, que es en realidad donde sucedieron todos los acontecimientos que se conmemoran.