El puente peatonal que une el paseo Belate y el barrio Larramendi de Tolosa ya está abierto desde este miércoles, según ha informado el Ayuntamiento del municipio, que ha justificado el retraso en su apertura en la necesidad de "realizar inspecciones" tras detectar "algunas deficiencias", lo que a su vez también ha retrasado contar con la documentación necesaria para obtener el permiso de fin de obra.
Esta pasarela para peatones y ciclistas, la tercera que sobrevuela el río Oria a su paso por Tolosa -junto con el del vial Jon Andoni Irazusta y el del Maxi Eroski-, comenzó a construirse en octubre de 2022 y, en principio, tenía un plazo de ejecución de unos seis meses.
El Consistorio tolosarra achaca a la empresa constructora, una UTE formada por Amenabar y Exbasa, el retraso, por el que le han "exigido reiteradamente la inmediata finalización de los trabajos y la adecuada presentación de toda la documentación". De hecho, desde el Ayuntamiento admiten que esta demora "ha causado malestar en los barrios". "Sin embargo, hasta que no hemos podido cerciorarnos de que todo estaba bien y, por la responsabilidad que nos corresponde, no hemos podido autorizar su apertura", ha señalado al respecto el concejal de Urbanismo, Ander Figuerido.
Además, el actual Gobierno municipal, en manos de EH Bildu, asegura que ha tenido "dudas" sobre la idoneidad de este proyecto impulsado, junto a las obras de urbanización en el entorno del barrio Larramendi en el año 2009, cuando gobernaba el PNV. "Nuestro deseo no era hacer puente. Hubiéramos visto más adecuado un puente de otras características en otro lugar o algún otro equipamiento para el barrio. Pero, como las obras ya estaban iniciadas, las posibilidades que teníamos eran escasas y, pese a no ser de nuestro agrado, lo más razonable y viable era continuar con las obras", ha añadido Figuerido en este sentido.
De hecho, justifican que al estar la pasarela dentro de la ordenación estructural del Plan General de Ordenación Urbana, es decir, ligada a las obras de urbanización del barrio, suspender el proyecto podía conllevar consecuencias jurídicas y económicas. "Sí se pudo realizar un cambio para dar respuesta a las demandas de las y los vecinos de la zona: trasladar la torre del ascensor del lado de Larramendi para alejarla lo máximo posible de las viviendas", ha recordado.