A una milla de la costa de Donostia comenzó ayer el viaje más apasionante de Bermiu rumbo a aguas del Golfo de México o de Cabo Verde. Es de aquí de donde se cree que provienen los ejemplares de su especie, Caretta Caretta, popularmente conocidas como tortugas bobas. Será el pequeño transmisor que lleva colocado en su caparazón el que permita hacer el seguimiento a este ejemplar que con tanto mimo ha sido cuidado durante tres meses por el personal del Aquarium donostiarra, hasta que ha estado preparada para volver a nadar en libertad. 

La cita estaba marcada en rojo en el calendario de todas las personas que, durante estos tres meses, han cuidado de Bermiu. El pasado 27 de mayo una pequeña embarcación pesquera recreativa la encontró, flotando inmóvil, a cinco millas de la costa en Bermeo. Tras dar el pertinente aviso a Sos Deiak, la tortuga fue llevada al Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Gorliz, donde Bermiu recibió sus primeros cuidados. 

Después de llevar a cabo una “vigilancia veterinaria exhaustiva”, el quelonio, un ejemplar juvenil, ingresó en el Aquarium donostiarra el pasado 7 de junio, con una talla de 20 centímetros y un peso de apenas 1,3 kilos. Tras descartar infección alguna en el pulmón y, tras asegurarse de que su natación era correcta, las instalaciones donostiarras adecuaron una de las cuarentenas de la zona interna para someter al animal a una observación “constante”. Según ha explicado la directora del Aquarium, Esther Irigaray, tras una ecografía y unos análisis de sangre que resultaron positivos, los esfuerzos, durante estas semanas se han centrado en que la tortuga ganara fuerza y peso.

Suelta de la tortuga 'Bermiu' a una milla de la costa de Gipuzkoa

Suelta de la tortuga 'Bermiu' a una milla de la costa de Gipuzkoa Iraitz Astarloa

“Ha tolerado perfectamente el pescado azul –anchoas y sardinas, principalmente– y le ha costado un poco más el menú de calamares, que no le gustaban tanto”, ha bromeado Arantxa Garmendia, una de las biólogas que ha seguido de cerca la evolución de Bermiu. En su particular restaurante del Aquarium, la tortuga ha sido alimentada también con gelatinas con calabacín, que simulaban las medusas que tanto gustan a esta especie, y cangrejos. Además, el menú se ha enriquecido con vitaminas, principalmente vitamina D.

En menos de tres meses, Bermiu ha ganado 700 gramos, llegando a los 2 kilos de peso y ha recuperado la energía necesaria para valerse por sí misma sin necesitar los cuidados y mimos del personal del Aquarium. “Cuando hemos visto que la tortuga estaba en muy óptimas condiciones, se ha decidido soltarla al mar”, ha explicado Irigaray. Además, las altas temperaturas del agua estas semanas favorecerán su adaptación al medio marino. “La dispersión geográfica de estas tortugas es bastante amplia, pero necesitan unas temperaturas un poco más cálidas y, aunque en verano no es extraño poderlas ver por aquí, en octubre sería bastante complicado”, ha añadido.  

Seguimiento: el transmisor

Así las cosas, a las nueve de la mañana de este jueves, Bermiu ha embarcado en el Satanás para volver a su hábitat natural. Tres buzos han sido los encargados de sumergirla y, entre aplausos, el animal se ha alejado de sus cuidadores.

Ahora, los esfuerzos desde tierra se centrarán en hacer su seguimiento mediante el pequeño transmisor, de apenas 25 gramos de peso, que se le ha colocado en el caparazón, y que permitirá conocer mejor esta especie. El aparato, colocado mediante fibra de vidrio y que no genera “ningún problema” al animal, funciona con energía solar y emite señal a la constelación de satélites Argos, gestionada por la empresa francesa CLS.

Sabremos en qué agua se mueve y nos permitirá conocer mejor sus costumbres para que, de esta manera también, cuando aparezcan otras tortugas podamos actuar de una manera cada vez más adaptada a sus necesidades y adaptar también sus dietas”, explicó Guillermo López, de la empresa pública Tragsatec, encargada de colocar el transmisor. “Esto es muy importante sobre todo también por temas de conservación, ya que conoceremos su migración. Las estrategias de conservación van a depender de todos los países, todas las aguas que crucen, por lo tanto es muy importante conocer su migración y su ubicación”, ha precisado.

Los investigadores confían en que el transmisor emita “durante varios meses”, de forma que puedan conocer “si realmente va a cruzar el Atlántico o si va a ir hacia el sur, hacia Cabo Verde, que es lo que esperaríamos”. “Todo lo demás serían sorpresas o hallazgos increíbles, pero si corroboramos esta información, pues son datos muy muy relevantes para la comunidad científica”, ha remarcado.

Tortugas bobas: una especie migratoria que alcanza los 200 kilos de peso

Las Caretta Caretta o tortugas bobas son las tortugas de caparazón duro más grandes del mundo. Los ejemplares adultos pueden llegar a medir entre 70 y 95 centímetros y pesar entre 80 y 200 kilos, aunque se han documentado ejemplares con caparazones de más de 200 centímetros y de más de 500 kilos. 

Su rasgo más característico es el color marrón de su caparazón, que el plastrón o parte inferior es de color amarillo pálido

Se trata de una especie migratoria que suele habitar en aguas cálidas, si bien existen dos poblaciones diferenciadas y prácticamente aisladas entre sí: la del Atlántico y la del Mediterráneo. 

Además, al igual que otras muchas tortugas marinas, escogen la playa en la que nacieron para criar sus huevos. En cada puesta ponen entre 100 y 120 huevos por nido y el sexo de la cría depende de la temperatura de la arena en el que quedan enterrados: por encima de los 29 grados, la probabilidad de que nazcan hembras aumenta. 

Estas tortugas son omnívoras y son pocos los alimentos que encuentran en el mar que no les satisfagan. Entre su variada dieta se incluyen animales con concha, lapas, nudibranquios, crustáceos, peces o pepinos de mar, si bien su alimento favorito son las medusas. 

Su área de distribución es extensa, por lo que es difícil determinar el grado de amenaza en el que se encuentran. En algunas regiones se encuentra en el catálogo de especies en peligro de extinción, mientras que en otras, como el Mediterráneo, su situación no es tan preocupante. 

No obstante, el trabajo de estudio y seguimiento llevado a cabo por los miembros del Aquarium de Donostia, en colaboración con el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Gorliz, la Estación Marina de Plentzia y Tragsatec, permitirá a los biólogos conocer mejor a esta especie y obtener información valiosa que ayude a cuidar y reintroducir ejemplares perdidos o heridos que se encuentren en el futuro.