Los y las tolosarras volvieron a abrazarse ayer con sus tradiciones, esas que perduran a lo largo de los años y que ni una pandemia puede desterrar. Tras dos años de suspensión forzada, Tolosa vivió a lo grande, con todos los actos oficiales, instituciones y participativos, que abarrotó de gente las calles durante toda la jornada.

El clima favorable, claro está, propició que el día luciera con toda su vistosidad. Como manda la costumbre, las calles amanecieron engalanadas con ramas de fresno, cortadas de madrugada el mismo día por los miembros de Udaberri Dantza Taldea. La popularidad del día de San Juan va aumentado a medida que se van incorporando nuevas generaciones. Ayer desfilaron más de 1.500 escopeteros y escopeteras, en 17 compañías mixtas. La novedad de este año fue la incorporación de una nueva compañía, Andia.

No faltaron los actos más tradicionales como la procesión y la misa mayor en Santa María, pasando por el baile de los bordon-dantzaris que conmemora la victoria de los guipuzcoanos sobre los navarros en la batalla de Beotibar, el desfile de la corporación y su baile en el Triángulo o el aurresku del Zumardi Haundi. El Zortziko de San Juan de Eduardo Mocoroa volvió a convertirse en la banda sonora del día central de las fiestas patronales.

Como todos los años la jornada dejó momentos emocionantes. En el Alarde de la plaza Euskal Herria los escopeteros dedicaron una salva a Ander Insausti, el que fuera capitán de la compañía Kabi Alai, fallecido recientemente.

El encuentro de todas y todos los escopeteros en la plaza del Triángulo se pudo vivir con mayor lucidez, ya que este año se decidió congregar a la mitad de participantes de las compañías para que el público pudiera ver mejor el baile de la corporación y la alcaldesa.