Un individuo será juzgado el próximo lunes en la Audiencia de Gipuzkoa por acceder violentamente a una vivienda de Irun y amenazar de muerte a sus dos moradores, a los que presuntamente retuvo unas cuatro horas y les colocó una navaja en el cuello para robarles sus teléfonos móviles de alta gama.

La Fiscalía pide una pena de cinco años y medio de prisión para este hombre, al que imputa un delito de detención ilegal en concurso medial con otro de robo con intimidación en una casa habitada.

Según recoge el escrito de acusación provisional del Ministerio público, al que ha tenido acceso EFE, los hechos se produjeron sobre las 19.30 horas del 27 de octubre de 2019, cuando el procesado acudió al citado domicilio, ubicado en el centro de la ciudad fronteriza, y llamó al timbre de la puerta, que le fue franqueada por una de las víctimas al pensar que se trataba de su hijo.

El inculpado aprovechó entonces para colarse en el interior del piso con la intención de "apoderarse de los efectos que hallase", tras lo que esgrimió una navaja y la colocó en el cuello de la mujer, al tiempo que la agarraba por detrás y, "con ánimo de privarla de su libertad ambulatoria", la condujo a la cocina, donde le ordenó que se sentara en una silla y cerrara los ojos.

Seguidamente, tomó una cuerda, le ató las manos por delante, le colocó unas gafas de piscina con las lentes tintadas y la trasladó a la sala, donde la obligó a sentarse nuevamente en una butaca mientras él comenzaba a revolver los cajones y armarios del domicilio.

En un momento dado, el encausado exigió a la mujer que le indicara dónde tenía su teléfono móvil, del que se apoderó, al tiempo que reclamaba a su víctima los códigos de acceso al terminal.

Dos horas después, sobre las 21.30 horas, llegó al inmueble el hijo de la damnificada, quien también fue abordado por detrás por el acusado, que repitió con él el mismo proceso que había realizado con su madre.

De esta manera, también le pidió que le entregara su teléfono y presuntamente le advirtió de que si no lo desbloqueaba lo "mataría, mientras le acercaba la navaja y le exigía que le escribiera en un papel los correos electrónicos asociados a ambos móviles, además de reclamarle que borrara "todos los datos" de los terminales.

Antes de abandonar la casa, sobre las 23.30 horas, el presunto ladrón se dirigió a sus dos víctimas para exigirles que "guardaran silencio" y advirtió al hijo de que no se hiciera "el listo" porque iba a esperar "30 minutos detrás de la puerta" antes de marcharse definitivamente. Finalmente, el joven logró desatarse y pedir auxilio.