n joven de 21 años y de origen eritreo falleció el domingo en Irun, en la parte trasera del polideportivo Azken Portu, junto al río Bidasoa. Su muerte, que apenas ha trascendido, puede ser una vuelta de tuerca más si se confirma que el fatal desenlace es resultado de la encrucijada de tantos migrantes en el paso fronterizo. Es la tesis que mantiene la Red de Acogida de Irun, que ha convocado para hoy una rueda de prensa para ofrecer su versión de los hechos.

No consta que este joven llegara en ningún vuelo fletado por el Gobierno desde Canarias, como lo hacen tantos migrantes que estos días alcanzan la muga. Ni siquiera que haya entrado por las costas de España ya que, al parecer, no portaba la orden de expulsión, que suele ser el documento identificativo.

Las primeras investigaciones apuntan a un suicidio. Al parecer, el joven se ahorcó tras colgar una soga de las escaleras de las instalaciones deportivas, un recoleto paraje junto al río Bidasoa.

La Ertzaintza ha abierto diligencias de investigación pero, como es habitual, no trascienden más datos porque de los suicidios no se suele informar, como señalan desde el Departamento de Seguridad.

¿Una muerte más? De confirmarse que habría tratado sin éxito de cruzar la muga, como apuntan algunos indicios, se trataría del primer migrante que muere en tales circunstancias persiguiendo el sueño de una vida mejor.

El hecho de no contar con ficha policial española revela que pudo llegar a Europa a través de Italia o Grecia y que podría haber sido devuelto a este lado de la muga una vez interceptado en Francia.

La Red de Acogida Ciudadana y las organizaciones que trabajan en apoyo a las personas en tránsito no conocían a este joven migrante que proviene de Eritrea, un país que lleva más de medio siglo de conflicto enquistado con Etiopía.

El joven no estaba empadronado en Irun. Se desconoce qué ruta tomó para cubrir los más de 5.000 kilómetros de distancia que separan su país natal de la localidad bidasotarra en la que ha concluido para siempre su travesía. Tampoco había trabado contacto con la comunidad eritrea, por lo que se sospecha que pudo ser traslado a Irun una vez interceptado tras cruzar la frontera.

devoluciones

Cuatro intentos más a nado

Las devoluciones de migrantes son constantes, como los intentos por continuar la ruta. Se tiene constancia de jóvenes que han tratado de hacerlo en infinidad de ocasiones. Las dificultades desde este lado del Bidasoa siguen siendo enormes debido a los férreos controles policiales amparados bajo la alerta terrorista y la pandemia. De hecho, al menos otras cuatro personas han intentado cruzar a nado el río Bidasoa en las últimas semanas, según confirman desde la Red de Acogida Ciudadana de Irun.

Lanzarse al río ha dejado de ser una excepción. Hace un mes que trascendió el desesperado intento de los primeros dos jóvenesque se vieron abocados a explorar esta otra vía para burlar el blindaje fronterizo. Son unos 50 metros a nado hasta alcanzar Hendaia. No parece una distancia excesiva pero, como decía ayer un vecino de Irun, "este río es muy cabrón".

Uno de los jóvenes que intentó cruzarlo hace un mes se tuvo que dar media vuelta. Otro migrante guineano de 22 años fue socorrido por unos vecinos tras alcanzar la costa en Hendaia, aterido de frío. Él sí pudo continuar su proyecto migratorio hacia el norte.

Varias personas asistieron al joven a orillas del Bidasoa. Le proporcionaron café, comida caliente y calzado. "Estaba agotado, con mucho frío", plasmó en las redes sociales Tom Dubois-Robin, uno de los vecinos de Hendaia testigo de los hechos que quiso lanzar un mensaje a las autoridades públicas "para que esta dramática situación no perdure". Organizaciones sociales advierten de que puede ir en aumento el número de personas que tratan de saltar el charco al no ver otra salida.