La huerta más bonita de Gipuzkoa
En Legazpi, junto a la carretera que lleva a Aztiria, hay una huerta con mucho encanto. La familia Retegi lleva trabajando en ella desde 1954. El terreno pertenece al caserío San Miguel y lo tienen alquilado por un precio simbólico
En Legazpi, junto a la carretera que lleva a Aztiria, hayuna huerta que llama laatención porque está cuidada aldetalle. Su historia la hace aún másespecial.
Esta huerta, encajonada entre la víadel ferrocarril y lascarreteras que llevan aAtagoiti y a Aztiria, lacuida el legazpiarraJavier Retegi. El terreno pertenece alcaserío San Miguel. “El aita vino deNavarra en 1954 y al poco alquiló esteterreno como huerta. Lo tenemos arenta desde entonces. Habrá pocagente que tenga alquilada una parcela y la utilice como huerta desde hacetanto tiempo”.
Retegi conoce la huerta desde quetiene uso de razón. “La hemos vivido desde niños. Somos dos hermanos y una hermana y hemos pasado muchas horas aquí: cuando noeran las patatas, era cualquier otracosa. De chavales nos traían a rastras, veníamos de mala gana. Cuando el aita se fue haciendo mayor,empecé a ayudarle cada vez más yle cogí el gusto. Además, la ama esdel caserío de al lado (Motxorro),vivíamos en Bikuña (cerca de lahuerta)... Esta zona es muy especial para nosotros. A lo que seconoce, se le coge cariño”, comenta.
Además, el terreno es bueno. “Eninvierno es sombrío, pero de primavera a invierno es un lugar protegido. Muy adecuado para unahuerta”.
CHABOLA DE MADERA Cuando lecogió el testigo a su padre, le propuso adecentar la chabola. “Teníamos una chabola vieja hecha conchapas. Le dije que había que darotra imagen. Al aita le daba miedoque si lo poníamos muy bonitovinieran las autoridades a pedircuentas y nos quedáramos sinnada. Cuando hice la nueva chabola me vinieron a decir que nohabíamos pedido permiso. Les pregunté a ver si estaba peor que antesy me reconocieron que estabamejor. Además, la nueva chabolaocupa menos que la anterior. Finalmente, nos dieron el permiso”,recuerda.
Antonio Retegi, el padre de Javier,falleció hace dos años. Tuvo ocasiónde ver la nueva chabola. Le gustómucho. Los Retegi no son los únicosque disfrutan la huerta. “Mi madretiene muchos hermanos y se suelen reuniraquí”.
Retegi quiere dejarclaro que la chabola solo se utilizapara guardar las herramientas y laropa de trabajo de la huerta. “Estoes una huerta. Aquí no hay cocinani merendero. Como mucho, secome un bocadillo para reponerfuerzas. La chabola es para tenerlas herramientas ordenadas y bienUrola Garaiacuidadas. Me parecería mal que seutilizara para otra cosa. Si empezáramos todos a hacer cocinas ybodegas en un lugar donde nos handado permiso para hacer una caseta para una huerta, nos estaríamosaprovechando”.
Recientemente ha equipado suhuerto con un invernadero fabricado en Alemania. “No está hechocon el plástico que se utiliza habitualmente, sino con policarbonato. Aguanta mejor las inclemenciasdel tiempo. No tenemos experiencia con el invernadero y será ahora cuando empezaremos a aprender”.
Para una persona que ha trabajado en la huerta desde que tiene uso de razón, la horticultura es unacosa muy seria. “Hay huertas en lasque se ven las cosas de cualquiermanera. En la entrada de Azkoitia,en cambio, hay unas huertas preciosas: se respetan unas normas ytodas las chabolas son parecidas.Eso hace que las huertas seanmuchas más bonitas y le den prestigio a esta actividad. Viendo lobonita que está la nuestra, cada vezvengo más a gusto”, reconoce Retegi.
Confía en que sus hijas cojan el testigo. “No voy a decir que vienen muya gusto, pero creo que poco a pocole están cogiendo cariño. Además,comer puerros, berzas, lechugas...de casa es algo especial. Lo de casa siempre es especial. Hasta cuandoes peor”.
No es el caso. En la huerta de losRetegi, todos los productos son deprimera: tomates, calabazas, berzas, pimientos, acelgas, guindillas,lombardas, kiwis, calabacines,perejil, rábanos, lechugas, cogollos,escarolas, vainas, alubias... “Encada época del año, lo que corresponde”.
LA MADRE Hay hasta flores. Son desu madre, Juanita. “Ella planta lasflores y me dice cómo cuidarlas. Vaa cumplir pronto 89 años y vienepor lo menos una vez a la semana.Todavía coge la azada. Mis tíastambién lo hacen. Mis tíos Gabriely Mari Carmen vienen todas las tardes y, además de ayudarme mucho,sigo aprendiendo de ellos”.
Retegi está orgulloso de la huerta que heredaron de su padre y sugran sueño es utilizar semillas desu propia huerta. “Suelo entrar enInternet para ver qué dicen losexpertos. Un belga comentó queplantó tomates en el desierto y nodaban nada. Hasta que un día unaplanta se agarró a la tierra y dio untomate. Cogió sus semillas y hoy endía tiene una pequeña parcela detomateras que se ha adaptado aldesierto y apenas necesita agua. Lamejor semilla es la del propio lugar,pues es la más adecuada para esatierra”, concluye.
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