donostia - Olor a quemado, disparos, cañones, soldados corriendo, estruendos, peleas, antorchas, oscuridad... Las tropas napoelónicas y británicas volvieron ayer a Donostia, ciudad en la que se enfrentaron en 1813 y que dejaron reducida a cenizas en los que fueron los días más negros y trágicos de la capital guipuzcoana. Además de intentar recrear el horror de aquel 31 de agosto de hace ya 206 años, los actos de ayer pretendían, además, homenajear a los donostiarras que fueron asesinados, a las mujeres que fueron violadas y a todos los que supieron levantarse y reconstruir una ciudad que quedó literalmente arrasada.

La sociedad Kañoietan, acompañada por Urgull Histórico y otras agrupaciones llegadas de distintas localidades, dieron vida a los soldados franceses, que ocupaban entonces Donostia, y a las tropas británicas (aliadas) que llegaron a liberar la ciudad de la ocupación napoleónica. Pasadas las 17.00 horas comenzaron a acercarse a la Parte Vieja los primeros soldados al paso de los tambores y una hora después arrancó el desfile desde la plaza Zuloaga. A las 19.00 horas tuvo lugar en el quiosco del Boulevard un homenaje a representantes de la Asociación de Amigos de la República Árabe Saharaui Democrática, que cumple 30 años, en presencia de miembros de la Corporación.

Las tropas avanzaron después por el Boulevard mientras algunos tiros hacían volver a temblar a quienes se agrupaban a uno y otro lado viendo su desfile. Llegados a la altura de La Bretxa, comenzó el combate entre los británicos y los franceses que esperaban dentro de la ciudad amurallada, hasta que los aliados abrieron la brecha en la pared -se estrenó ayer una nueva muralla de atrezzo- que les permitió entrar y conquistar la ciudad.

Aunque la recreación acabó ahí (continuó en Zuloaga con la reproducción del asalto al castillo y la plaza iluminada con luz roja), en realidad los días siguientes fueron peores para los donostiarras aquel 1813, con asedios, saqueos, robos, destrozos, violaciones y muertes que acabaron, nueve días después, con la ciudad en llamas.

Solo los edificios de la entonces conocida como calle Trinidad, actual 31 de agosto, permanecieron en pie (porque en ellos se alojaron los oficiales británicos) y fue precisamente en esa calle donde, caída la noche, tuvo lugar el momento más emotivo y solemne de ayer, con el apagón de las luces y encendido de 1.500 velas en sus ventanas y balcones. La marcha por los fallecidos en 1813 recorrió la calle acompañada de antorchas y de las voces de los coros de Santa Cecilia y Gaztelubide, mientras volvía a sonar el antiguo himno de la ciudad.

Ocho días después de aquel fatídico 31 de agosto y con la ciudad todavía ardiendo, la reconstrucción de la ciudad arrancó en Zubieta. - N.G.