donostia - “La compra de la finca de Artikutza por parte el Ayuntamiento de Donostia hace cien años la salvó desde el punto de vista medioambiental”. Así lo explica el periodista navarro Dani Burgui, que han sido encargado por el Consistorio de la capital guipuzcoana de elaborar una publicación sobre el último siglo de este enclave de alto valor naturalístico, que está siendo objeto de un proyecto de recuperación de la finca a su estado natural, el mayor de sus características en Europa.

La finalización este mismo año de los trabajos de desagüe de la presa, de 1,6 millones de metros cúbicos de capacidad, son el primer capítulo de un proceso, que empieza a dar sus frutos, ya que han aparecido brotes de distintas especies vegetales en los terrenos antes cubiertos por el agua embalsada.

El libro coordinado por Burgui contiene textos y fotografías suyas así como imágenes de otros fotógrafos como Santi Yániz, Agustín Buselo o Eneko Aldaz, entre otros. Las ilustraciones son de Maite Mutuberria. La publicación llegará a las librerías este mismo año bajo el título Artikutza 1919-2019. Cien años de paraíso natural y contiene también documentación inédita como planos de la presa, mapas y viejos proyectos que no se llegaron a realizar en la finca y que dormían en el Archivo Municipal de Donostia. “Es un libro que pretende ser un regalo para los ciudadanos, ensalzar la joya que es Artikutza, enamorar y dar ganas de conocer el lugar”, señala Burgui.

fin de las industrias El autor explica que la compra, hace cien años, de la finca por parte del Ayuntamiento de Donostia supuso el fin de las tareas industriales que se habían llevado a cabo en los últimos cinco siglos. “En el momento de su adquisición - dice el libro- Artikutza era un paisaje enfermizo, con claros síntomas de degradación. El enclave llevaba siglos siendo un centro industrial de primer orden: deforestado y horadado por minas y antiguas ferrerías”. Esta situación, unida a “la preocupación de garantizar la pureza del agua” en una ciudad en la que a la población residente ya se sumaban los veraneantes llevó al Consistorio a comprar la finca de Goizueta (Navarra) y se cercó el perímetro, además de plantar miles de árboles y prohibir todo tipo de actividad humana, según añade, de modo que se “inició así un experimento de gestión extremadamente conservadora del entorno y un proceso de restauración”, que prosigue en la actualidad tras la anulación de la presa, que no se usaba para abastecimiento de aguas desde hace tiempo.

Burgui añade que en aquella decisión “no todo fueron bondades, ni todas las acciones tuvieron un impacto positivo sobre el ecosistema”, ya que la propia construcción de la presa en los años 1950 “obligó a modificar drásticamente el paisaje”.

La publicación no será la única que conmemorará el centenario de la adquisición de la finca por parte del Ayuntamiento de Donostia. Según explicó el concejal de Ecología de Donostia, Enrique Ramos, el Ayuntamiento ha encargado otro trabajo, éste de carácter científico, a la Sociedad de Ciencias Aranzadi y se presentará también un documental. Una serie de conferencias sobre Artikutza en San Telmo, los días 3 y 4 de octubre, completarán los actos recordatorios sobre el enclave que trajo agua sana a Donostia.