donostia - El antiguo caserío Bera Bera, que se mantiene escondido entre las viviendas del barrio del mismo nombre, será rehabilitado y transformado en pisos. Los cuatro o seis que pueden caber dentro de uno de los pocos baserris que quedan del pasado rural de Aiete serán posibles cuando avance la operación impulsada por los propietarios, que han solicitado autorización para crear un parking en la zona verde de la parcela, con el fin de dar servicio a las viviendas futuras.
El Ayuntamiento analiza desde hace meses el estudio de detalle para el aparcamiento, que propone ubicarse en un espacio diferente al que, según el Plan General, sería el indicado. La normativa permite crear cuatro plantas de aparcamiento debajo del propio caserío, pero los propietarios consideran que esta actuación presenta complicaciones técnicas, que podrían afectar al edificio, catalogado con el grado C en el Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbano Construido (Peppuc). Por ello, el caserío no puede acoger levantes y debe mantener sus muros de sillería.
Según explica el documento presentado al Consistorio, la edificación se encuentra construida sin previsión de sótanos u otro sistema que permita edificar bajo el inmueble sin poner en cuestión su integridad. Por ello, considera que existe una “incompatibilidad entre lo establecido en las Normas Urbanísticas (respecto a las alineaciones) y lo recogido en el Peppuc (respecto a la protección del edificio)”. “Resulta materialmente imposible llevar a consecución la edificabilidad recogida en las normas bajo el criterio actual de alineaciones bajo rasante”, dice el estudio, por lo que los propietarios proponen la alternativa de ejecutar un estacionamiento de menor tamaño, con dos plantas bajo la rasante en la misma parcela, con destino a usos auxiliares al residencial, de aparcamiento y trastero.
cubierto con vegetación La construcción para la que se ha solicitado permiso se ubicaría junto al extremo de la parcela que linda con el paseo de Bera Bera, desde donde se accedería al recinto. Según la propuesta, la zona se mantendría cubierta de vegetación, como en la actualidad, por lo que no se alteraría ni el perfil del terreno, ni su volumetría ni su fisionomía. Además, la construcción no estaría pegada al caserío, lo que alejaría posibles peligros ya que se desconoce cómo es su cimentación y la resistencia a nuevos esfuerzos.
El caserío Bera Bera tiene 800 metros de planta y más de 300 años de vida. En los años 70 fue restaurado por la familia Aranaz Arrás, cuyos descendientes son los actuales impulsores del plan para rehabilitarlo y transformarlo en viviendas.
Según explica la publicación del doctor en Historia Pedro Berriochoa Azkarate Aiete: caseríos, casas y familias (2016), el edificio tiene planta rectangular, dos alturas y cubierta a dos aguas con amplios aleros apoyados en jabalcones. “Conserva interiormente su estructura de madera y muestra al exterior sus muros de mampostería revocada y blanqueada, con utilización de sillares de piedra arenisca en esquinales y recercado de huecos”, dice el libro.
El mismo trabajo tiene un apartado sobre los topónimos de los caseríos de Aiete e incluye el de Bera Bera dentro de aquellos que podrían provenir de sus particularidades relacionadas con el terreno. No en vano Bera Bera está en lo que se llamó barranco y la propia parcela está en cuesta.
Para redactar el libro, Berriochoa ha mantenido conversaciones con personas que han sido residentes o familiares de los distintos caseríos desaparecidos en el barrio de Aiete. También con algunos que se mantuvieron, como es el caso de Bera Bera. De su entrevista con Miguel Aldasoro González (1930), conocido como Miguel Txiki, rescata algunas realidades del pasado. Fue morroi de Valentín Arregui, el etxekojaun de una de las dos viviendas del caserío Bera Bera. Dice Miguel Txiki que tenían una docena de vacas, huerta, engordaban cerdos y con el primer corte de hierba levantaban 22 metas, lo que da idea de la riqueza del caserío.
Este mismo morador recuerda al autor que las tierras de Bera Bera eran de muy buena calidad y a ellas se llevaba, según su relato, arena de la playa. También se usaba para las camas del ganado, junto con el helecho recogido en el bosque cercano.
Entre las curiosidades rescatadas sobre el caserío que da nombre a un barrio y a un equipo de balonmano que tiene actualmente fama internacional se encuentra que el hecho de que Agustín Izaguirre (1897-1961), portero de la Real y de la selección española en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920, se casó con una hija de Pello Arregui, etxekojaun del baserri.