Los contenedores se apuntan al chip. Convertidos en depósitos inteligentes, se puede saber cuándo están llenos y cuándo no. La información es vital para tomar decisiones sobre la frecuencia de su recogida o su ubicación. Una prueba piloto desarrollada en Donostia ha constatado, tras monitorizar 100 contenedores de los barrios de Gros y Amara Berri durante algo más de un año, que es posible optimizar el uso de los contáiners y el trabajo de recogida de los camiones considerablemente. El Ayuntamiento ha tomado nota y, de momento, ha hecho ya algunos cambios para mejorar el sistema en Amara Berri.

El proyecto, desarrollado por Hispavista Labs y Masermic y que ha contado con la colaboración del Consistorio de Donostia y la Diputación de Gipuzkoa, ha confirmado que en más del 40% de los casos los depósitos están lejos de llenarse cuando llega el camión. Eso significa que podrían vaciarse menos a menudo, lo que supondría, a su vez, un ahorro en el tráfico de camiones. Además, tras comprobar en qué lugares se llenan más y en cuáles menos, la redistribución de algunos depósitos también es una opción para mejorar su eficiencia.

Los cálculos estimados por las empresas impulsoras apuntan a que en Donostia se podrían ahorrar 430.000 euros anuales generalizando los sensores a todos los contenedores de la fracción resto; hasta dos millones si se utilizaran también en los de la recogida selectiva. La adaptación de las rutas de los camiones también reduciría las emisiones y las molestias y contaminación acústica que estos vehículos generan a los vecinos en horario nocturno.

Iker Barrena, de la empresa donostiarra Hispavista Labs, apunta que este tipo de mejoras a lo mejor no llaman mucho la atención en el entorno de una ciudad pequeña como Donostia, pero señala que ajustar las rutas en entornos rurales en los que los recorridos son bastante más largos puede ser un factor importante.

Además, el hecho de vaciar menos veces los contenedores prolongaría su vida útil.

Más mejoras en Gros

Por un lado, los sensores ofrecen datos y, por otro, Hispavista Labs se encarga de monitorizarlos y convertirlos en información útil, hacerlos “inteligentes”. Así, tras un año funcionando, en Amara Berri ya se han hecho algunas adecuaciones a partir de la información obtenida, coincidiendo también con la campaña para redistribuir los contáiners que se ha llevado a cabo en este barrio y en Intxaurrondo: se han agrupado para que en todos los puntos de recogida haya contenedores de recogida selectiva (lo que ha supuesto aumentar este tipo de depósitos y reducir los de la materia resto), de manera que separar los residuos no suponga un esfuerzo extra a los ciudadanos. Los datos de los sensores han permitido reubicar algunos depósitos (en algún caso en el que había dos juntos se ha comprobado que uno era suficiente) y, también, hacer algunos ajustes en las rutas. En Gros todavía hay mucho margen para la mejora y ya hay algunas actuaciones propuestas.

Los sensores aportan información exacta y, gracias a ellos, es más fácil tomar decisiones para mejorar el sistema, según apunta Barrena. Por eso, el principal reto era lograr que los sensores, desarrollados por Masermic, aguantaran y funcionaran en un “entorno hostil” como el interior de un contenedor, en unas condiciones que no son las mejores y teniendo en cuenta que sufren golpes y movimientos bruscos al ser vaciados. Lo han logrado, ya que de los 100 sensores solo dos han presentado pequeños problemas en más de un año.

Por eso, y después de un año funcionando y proporcionando información, consideran que el sistema funciona y en estos momentos están intentando comercializarlo en distintas ciudades. En Donostia también hay una disposición para ampliar los 100 sensores actuales y llegar a más contenedores.