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7.000 metros cuadrados de envoltorio para la torre

Estudiantes, arquitectos e ingenieros sustituyen a los clásicos turistas de visita en la catedral del Buen Pastor para conocer los detalles de la restauración de su torre así como las dificultades de su estructura andamiada.

7.000 metros cuadrados de envoltorio para la torreFoto: Ruben Plaza

El año que se cumplen 120 desde su finalización, la catedral del Buen Pastor no será objeto fotográfico por parte de los turistas, como ha sucedido en los últimos tiempos. Sin embargo, el templo neogótico está siendo ya punto de peregrinaje de numerosos estudiantes y expertos, que participan en visitas guiadas para conocer los entresijos de una obra particular. Sin ir más lejos, la pasada semana un nutrido grupo de estudiantes de quinto curso de la asignatura Técnicas de Intervención del grado Fundamentos de Arquitectura conoció in situ los detalles de los métodos de restauración que se están aplicando en la obra de la iglesia más grande de Donostia. También han visitado los trabajos los responsables del departamento foral de Patrimonio Histórico-Artístico y el pasado viernes acudieron integrantes del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid.

La rehabilitación de la torre del Buen Pastor comenzó a finales del pasado año y se espera que esté terminada un año después. Para llevar a cabo los trabajos, el torreón, de 75 metros de altura, ha tenido que ser íntegramente envuelto en andamios, una tarea que ha costado dos meses y medio, a cargo de siete operarios. En total, la superficie andamiada por la empresa Ulma es de 7.000 metros cuadrados, según explica Aznar Sánchez Gortari, director técnico de Teusa, la empresa encargada de los trabajos de restauración, que reconoce que la actuación está despertando el interés de los ciudadanos y de los expertos a causa de su complejidad.

La estructura andamiada destaca por ser muy alta y estrecha, para adecuarse a la torre neogótica que se tiene que restaurar, lo que puede favorecer el “efecto vela”, que podría poner en peligro la estabilidad del conjunto. Según recuerda Sánchez Gortari, “la torre tiene una proporción de uno a seis, es decir, que por cada metro de base la torre gana seis metros en altura”, lo que significa que el andamio tiene una base pequeña y es muy alargado, algo negativo para la estabilidad. “En estos momento, la estabilidad de la torre se resuelve gracias a su propio peso, su geometría en planta y sección, con forma de aguja y contrafuertes en los cuatro vértices, así como con el apoyo que recibe del propio cuerpo del edificio”. “Pero el andamio genera nuevos empujes sobre la torre, principalmente horizontales, debido al efecto vela generado por la red debido a las acciones del viento”, señala. Para compensar este efecto, se ha tenido que estudiar “muy a fondo la geometría y su montaje” con el fin de minimizar el impacto sobre la torre.

Precisamente para evitar este “efecto vela”, la empresa Teusa, que pretendía colocar un gran cartel identificativo con un eslogan muy visible desde todos los ángulos, se ha tenido que conformar con uno de tamaño más pequeño.

Por todo ello, la colocación de los andamios ha sido laboriosa y ha necesitado numerosos cálculos de carga y otros detalles técnicos, que llaman la atención de los estudiantes e interesados en las visitas, en las que también participa el director de las obras, Aitor Zubia.

mirador a 47 metros Además de rehabilitar la parte exterior de piedra arenisca del torreón del templo, la actuación habilitará un mirador situado en el interior del cono a 47 metros de altura, desde donde se podrá contemplar el centro de Donostia en 360 grados. Para acceder a este punto, la obra eliminará la actual escalera de caracol de madera, que está en malas condiciones, y construirá otra de metal y madera, que permitirá a los interesados subir hasta el punto de contemplación del ensanche donostiarra.

Otra de las labores que están incluidas en el proyecto corresponde a la restauración de las diez campanas de la torre, que han sido desmontadas y retiradas estos días para llevarlas a un taller, no sin cierta complejidad. La mayor de todas pesa 1.698 kilos y son todas muy diferentes. Quedan en el templo dos campanas originales de la iglesia, de 1899, así como otras dos de 1941 , dos de 1940, una de 1927, otra de 1909, otra de 1910 y otra de 1999. Las labores de restauración serán adecuadas a cada campana.

El templo que está siendo objeto de rehabilitación se construyó con bloques de piedra de las canteras de Igeldo, que se han ido estropeando con el tiempo. Además, en los años 70 se creó un forjado interior de hormigón, que ha contribuido a deteriorar las piedras originales. Pero las técnicas que eran normales hace 40 años ya no lo son, ya que los criterios de intervención en los monumentos históricos han evolucionado, según recalca Sánchez Gortari.

Así, cuando se ha comprobado el estado del edificio se han encontrado restauraciones hechas con mortero, al parecer de cemento, algo actualmente desaconsejado, entre otros motivos, por la rigidez que le confiere a un muro que debe comportarse de forma elástica y deformable, según explica el experto. Ahora, se utilizará mortero de cal hidráulica, “recuperando así una técnica milenaria que tan buen resultado ha ofrecido”. También se prevé aplicar una novedosa técnica de desalación sobre la piedra para frenar su efecto degradante, un fenómeno muy extendido en las fachadas de arenisca de Donostia.

torre de cortázar La iglesia del Buen Pastor se inauguró el 30 de julio de 1987 sin campanario ni torre, según explica la memoria del proyecto de rehabilitación redactada por el equipo responsable del proyecto, Zetabi Arkitektoak. Más adelante, el edificio, que había sido diseñado por Manuel Echave, se coronó con la torre campanario de 75 metros de altura, según el proyecto de Ramón Cortázar. Se le añadió una veleta, un pararrayos y una cruz. En mayo de 1899 se lanzaron las campanas al vuelo, por lo que el mes que viene se cumplirán 120 desde que suenan en la catedral donostiarra.