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Dos o tres bocados de oro y de plata

el instituto del pintxo reparte 40 barandillas de plata a los bares que cumplen el decálogo del pintxo donostiarra y reconoce con emblemas de oro la excelencia de catorce establecimientos

Dos o tres bocados de oro y de plata

Frente a él, varios cientos de responsables de muchos locales tradicionales de la ciudad acudieron a un encuentro organizado por el recién creado Instituto del Pintxo en el que se repartieron, además, 40 barandillas de plata para los locales cuyos bocados cumplen el decálogo creado para definir el pintxo donostiarra. También hubo cuatro barandillas de oro al mejor servicio, seis al mejor pintxo y seis más a la excelencia. Además, junto a la de Josetxo Marañón hubo tres barandillas de oro honoríficas más: una la recibió el cocinero Ander González en nombre de su padre y las otras dos fueron para el bar La Espiga, con más de 90 años de historia, y El Vallés, creador de la gilda -“verde, salada y un poco picante, como nosotros”- y en manos ahora de la tercera generación de la familia.

También forma parte de la tercera generación Esteban Ortega, del bar Bergara de Gros, que a partir de ahora mostrará en su establecimiento tres barandillas de oro y una de plata. “Desde que mi madre y mi tía asumieron el negocio en los 80 apostaron por el pintxo de siempre pero más elaborado y seguimos esa línea, manteniendo su identidad; y cuidamos la barra, tiene que estar llena, vistosa”, afirmó.

“Los clientes son exigentes y no nos permiten relajarnos”, coincidía Humberto Segura, del bar Antonio, que también recogió dos barandillas de oro y una de plata. Reconoció, sin embargo, que el auge del turismo aumenta el número de clientes sobre todo en algunas épocas y exige rapidez, ante la que hay distintos tipos de respuestas o modelos de negocio en unos locales y otros. “Lo ideal es mantener la tradición y la calidad”, declaró. Es lo que intenta junto a su socio desde hace 25 años.

“Está bien fomentar la calidad que hay en Donostia y cuidarla, impulsar ese modelo en una época como esta”, coincidió Edorta Lamo, de A Fuego Negro, que también lucirá dos barandillas en su local a partir de ahora.

Tras el reparto de reconocimientos, la primera gala celebrada ayer continuó con la degustación de algunos de los pintxos más conocidos de establecimientos veteranos de la ciudad, que trasladaron momentáneamente sus cocinas al palacio Miramar.