elgoibar/soraluze - Convencidos de su enorme potencial para atraer visitantes, los ayuntamientos de Bergara, Soraluze y Elgoibar siguen trabajando para impulsar el proyecto que pusieron en marcha en el año 2012 con el doble objetivo de recuperar y poner en valor el enclave que discurre por sus términos municipales y que el recordado sacerdote, antropólogo, etnólogo y arqueólogo Joxe Miel Barandiaran bautizó como la Ruta de los Dólmenes.
Declarada como Bien de Interés Cultural Calificado con la categoría de Conjunto Monumental, la estación megalítica de Elosua-Plazentzia está conformada por 16 monumentos (10 túmulos y 6 dólmenes); un auténtico tesoro que, curiosamente, sigue sin conocer buena parte de la ciudadanía de los tres municipios que lo acogen.
Por ese motivo, los consistorios de estas localidades han organizado (bajo la coordinación de la agencia de desarrollo comarcal Debegesa) unas interesantes charlas para que las personas del valle puedan conocer “el valor arqueológico y paisajístico de la ruta y los trabajos que se han materializado en el lugar hasta el momento”, explican desde Debegesa.
El arqueólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi Jesús Tapia, el restaurador de la UPV/EHU Fernando Bazeta, el arquitecto de la UPV/EHU Ibon Telleria y el arqueólogo de la UNED Mikel Aguirre son las personas que se encargarán de impartir esas charlas, organizadas bajo el sugerente título de Ruta de los Dólmenes: un paseo por la prehistoria.
La primera de esas charlas tuvo lugar el pasado miércoles en Bergara y las siguientes se llevarán a cabo el día 25 de enero (en la casa de cultura de Elgoibar) y el 8 de febrero (en el salón de plenos del Ayuntamiento de Soraluze). En ambos casos, las conferencias darán comienzo a las 18.00 horas con entrada libre.
Los monumentos megalíticos “vinculados a ritos funerarios” que conforman la Ruta de los dólmenes datan “entre el Neolítico y la Edad de Bronce” y constituyen “un importante valor cultural y arqueológico”. No en vano, “evidencian que los grupos humanos prehistóricos eligieron este cordal montañoso para sus enterramientos y para señalizar su territorio”.