Las herramientas de la marca Bellota son conocidas en todo el mundo, pero en su día la empresa fundada por el legazpiarra Patricio Echeverría fabricó también aceros especiales. Echeverría era sumamente perfeccionista y un responsable de su laboratorio solía decir que de aquella acería salía oro. Un acero digno de venderse en las joyerías. El caviar de los aceros.

Una de las personas más autorizada para hablar sobre este tema es Iñaki Beldarrain. Este vizcaino trabajó en la empresa legazpiarra y quedó tan prendado de la figura del empresario que escribió un libro sobre él. “Lo primero que hay que explicar es por qué comenzó Patricio a producir acero. Fabricaba herramientas, pero tenía un problema: compraba el acero a sus competidores. Tuvo conflictos con Altos Hornos y con Cerrajera, porque le vendían el acero cuando ellos querían, en las condiciones que ellos querían y de la calidad que ellos querían. Patricio se sentía ahogado, porque tenía dificultades para conseguir la materia prima y la que conseguía no siempre era de la calidad que él quería. Además, también se necesita acero de calidad para hacer matrices, cilindros de laminación y troqueles. De este modo, comenzó a producir su propio acero”.

Se dice fácil... “En 1931 se echó a la piscina. Mandó a su hijo mayor a Inglaterra a estudiar metalurgia. Al fin y al cabo, ese no era su oficio y necesitaba a alguien de total confianza. Pero le faltaba todo lo demás: había que comprar tierras, no tenía suficiente energía eléctrica... Compró una central hidroeléctrica en el Urederra e instaló una línea de alta tensión desde allí hasta Legazpi. Mira cuántos montes hay desde allí hasta aquí...”, declara Beldarrain.

Tuvo más dificultades. “Necesitaba chatarra y los puertos de Pasaia y Bilbo están lejos de Legazpi. A ver cuánto cuesta transportarla desde allí hasta aquí...”. Pero, como era habitual, nada le amilanó. “Compró un horno eléctrico de la marca Siemens y se puso a fabricar los distintos aceros que necesitaba: para las azadas, los arados, los martillos, las palas... Del horno eléctrico salen tochos y estos hay que laminarlos. Los laminados se dividen en dos familias: largos y anchos. Necesitaba un tren para cada laminado y tuvo que poner el tratamiento térmico. También quería acero para hacer matrices, y estas tienen otro formato y hay que hacerlas mediante forja. Por lo que hay que instalar una gran forja. Como necesitaba agua, construyó un embalse. Y también necesitaba trabajadores, por lo que fue a buscarlos. Las inversiones fueron muy grandes”.

Además de para cubrir sus necesidades, fabricó para vender. Beldarrain recuerda que se hacían muchos aceros especiales, más de 200: de corte rápido, para matrices y cortantes, para muelles, para perforadoras de minas, inoxidables, resistentes al calor, para blindajes, para engranes... “Se utilizaban para aplicaciones muy concretas. El acero de Patricio siempre fue de cazuela pequeña, pero rico. Cuando se desarrolló la industria del automóvil, fabricó también el acero que se necesitaba para esta industria e incluso piezas para los automóviles. También cigüeñales para prensas grandes, ejes de gran tamaño para barcos...”, señala.

Caro, pero bueno El acero de Patricio era caro y en España no se demandaba tanta cantidad como en países más grandes, pero se beneficiaba de la escasa competencia. “Casi todo el acero lo vendía en España. Empezó a exportar muy tarde y en pequeñas cantidades. España entró en la Comunidad Económica Europea en 1986, y hasta entonces se benefició de los aranceles, de las desgravaciones a las exportaciones... Un responsable del laboratorio decía que de aquella acería salía oro. Era un acero muy caro, pero puro oro. En Gipuzkoa se solía decir que para comprar buen acero para la máquina herramienta había que dirigirse a Echevarría de Bizkaia o Echeverría de Gipuzkoa. No había más. Fue un duopolio”.

Beldarrain llegó a Legazpi cinco años después de la muerte de Patricio, pero tuvo ocasión de conocer a sus familiares y trabajadores. “Lo que hizo Patricio provocó mi admiración. Era una persona fuerte con una voluntad de hierro. Fue impresionante cómo superó las dificultades que encontró: no tenía energía eléctrica y compró una central, no tenía agua y construyó un embalse, no tenía trabajadores y fue a buscarlos...”. No tenía acero y fabricó el caviar de los aceros.

El futuro Beldarrain llegó a conocer muy bien la empresa, le pareció que se iba a ir a pique y decidió dejar la compañía. Le dio pena que Patricio Echeverría se desmembrara, pero cree que Legazpi no quedó tan mal. “GKN Driveline es una forja puntera a nivel mundial, CIE Automotive utiliza una tecnología más tradicional y Bellota Herramientas está en manos de una empresa canadiense. Nadie sabe qué nos deparará el futuro. Mi nieto mayor tiene 14 años. Los chicos y chicas de su edad trabajarán fabricando productos y ofreciendo servicios que todavía no existen. ¿Dónde? En empresas que todavía no existen. La empresa que fundó Patricio tiene casi 100 años. Eso se ha acabado. La competencia es mayor que antes y no basta con ser el mejor de tu zona, pero las oportunidades son mucho mayores que antes. Ganarse el pan siempre ha sido duro”, concluye.