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La moratoria llega tarde para 16 villas

En los últimos tres años y medio se han derribado 16 villas en la ciudad, ninguna de ellas protegida. El Ayuntamiento acaba de suspender cualquier licencia para otros 450 edificios cuya catalogación se estudia en estos momentos.

La moratoria llega tarde para 16 villas

El Gobierno municipal aprobó hace solo unos días una moratoria que evitará durante el próximo año que se derriben alrededor de 450 construcciones (621 portales o fincas) cuyo valor está estudiando en estos momentos un equipo de especialistas para decidir si se incorporan o no al catálogo de construcciones protegidas de la ciudad a través del Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido, (Peppuc). La moratoria y la propia revisión del citado Peppuc llegan, sin embargo, tras algunos derribos de villas y edificios que han levantado polémica en la ciudad. En concreto, en esta legislatura, se han demolido 16 villas (ninguna de ellas estaba protegida), la última solo una semana antes de aprobar la suspensión de derribos.

La asociación de defensa del patrimonio de la ciudad Áncora, que recibirá el próximo 19 de enero la Medalla al Mérito Ciudadano por su trabajo, recuerda que, recién aprobado el Peppuc en el año 2014, la legislatura actual arrancó con el derribo de villa Salaverría (en Duque de Baena, 28) y villa Torregrosa en la avenida de Navarra, en verano de 2015, sustituidas ambas en la actualidad por modernas viviendas. En 2016 desapareció villa Kuttuna en Intxaurrondo (Caserío Parada, 19), villa Dorotea en el paseo de la Fe de Miraconcha y villa Aitor en el cercano paseo de Beloca.

Sin embargo, fue en verano de ese mismo año cuando tuvieron lugar dos demoliciones bastante más polémicas, ambas en Ondarreta, que contribuyeron a aumentar la sensibilidad de la población con respecto al mantenimiento del patrimonio urbano. La villa del antiguo restaurante Chomin y la villa Kanimar desaparecieron para dar paso a viviendas que se podrían considerar de lujo.

Miracruz

Las quejas ciudadanas aumentaron poco después, con motivo del derribo del inmueble del número 19 de la calle Miracruz de Gros, que provocó movilizaciones por parte de muchos donostiarras. A partir de ese momento, el Consistorio consideró que el Peppuc aprobado en 2014 no era suficiente y planteó la necesidad de ampliarlo, teniendo en cuenta que con la recuperación económica se multiplicaban los proyectos para transformar villas y edificios singulares, casi siempre, en promociones dirigidas a las clases más pudientes.

Debido a cuestiones de tramitación, la ampliación emprendida entonces por el Gobierno municipal solo podía hacerse a partir de edificios que en algún momento previo durante la tramitación del Peppuc ya habían sido analizados, aunque finalmente no se habían incluido en el listado de construcciones catalogadas. El trámite sirvió para añadir a la lista 47 edificios más, entre ellos muchas villas de la ciudad jardín de Ondarreta. Para todas ellas el Ayuntamiento aprobó también una moratoria o suspensión de licencias desde que arrancó la tramitación hasta que la modificación del Peppuc se aprobó de modo definitivo y entró en vigor el pasado verano.

Mientras tanto, sin embargo, hubo más derribos de construcciones significativas. En marzo de 2017 desapareció villa Argi Alde al inicio de Aldapeta, un edificio en muy mal estado que fue ocupado y que, en la actualidad, ha sido sustituido por un hotel. A finales de 2017 se tiró, asimismo, villa Eulieta, en Aiete (Duque de Baena, 22).

En ese contexto, la asociación Áncora -en el marco de la primera bienal de arquitectura de Donostia- organizó a principio de 2018 la exposición La ciudad que perdimos, una muestra que repasaba algunas de las construcciones más singulares que han desaparecido en la Donostia actual. La propuesta fue un éxito de público.

Siete más

2018 ha sido, en cambio, el año con más villas desaparecidas de esta legislatura. Ese mismo mes de enero cayó villa Luna, en Ondarreta (no estaba incluida entre las 47 que se incorporaron en verano al Peppuc). En verano se derribaron villa Santa Teresa en el paseo de la Fe, villa Eugenia en Jai Alai y villa Zerutxo al inicio de Aldapeta.

En octubre la lista se engrosó con villa Narcisa en el alto de Miracruz (la que fue vivienda y estudio de Peña Ganchegui) y villa Saga en Intxaurrondo. La última de la lista es la villa Stella Maris también en Intxaurrondo (al inicio de Marrutxipi) aunque, en este caso, no será sustituida por viviendas, sino por un supermercado.

En principio, parece que será la última demolición al menos durante un tiempo, ya que no se concederán licencias de derribo para más de 450 construcciones que podrían protegerse en la revisión del Peppuc actualmente en marcha. El listado de las citadas edificaciones cuyo valor se analizará ha sido completado a partir de las aportaciones de Áncora (que elaboró un inventario de villas de la ciudad a petición del Ayuntamiento en el que pedía la protección indispensable o recomendada de al menos un centenar de construcciones), el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, la asociación Ondare, Hirilan y la asociación de vecinos de Ulia. La moratoria aprobada tiene un año de vigencia aunque si para entonces no se ha aprobado la ampliación del Peppuc, se puede prorrogar.