Aunque no están permitidas las visitas por la clausura de sus residentes, existe ahora el privilegio de pasear por los pasillos del convento Santa Clara, adentrarse en sus salas y conocer un poco más su historia a través de la colección de fotografías que ha hecho pública el departamento de Turismo del Ayuntameinto de Tolosa. Más de 400 años de historia contemplan a esta orden religiosa instalada en Tolosa, que ha tenido diferentes ubicaciones e, incluso, fue ocupado por las tropas francesas y utilizado como hospital militar entre 1808 y 1813. Todas las fotografías se pueden ver en la web municipal.

La fundación de la orden en Tolosa se remonta a 1612, cuando Miguel Pérez de Mendiola y su esposa, Magdalena de Unanue, pusieron con real licencia a disposición de la primera comunidad de clarisas su casa-torre de Iturriza.

Pero no fue la primera ubicación propuesta. Previamente, en el año 1609, presentaron al Ayuntamiento de Tolosa un memorial para la fundación de un monasterio de monjas recoletas de la orden y regla de Santa Clara en la ermita de la Magdalena y su casa contigua, en el barrio de Santa Lucía. Para ello ofrecieron 10.000 ducados y otros 500 ducados de renta. En el memorial se decía, entre otras cosas, “que la villa sea la patrona única del convento perpetuamente, y en su nombre el Ayuntamiento quien pueda poner en él y su iglesia las armas de la misma villa”. Los promotores obtuvieron todas las licencias civiles y eclesiásticas necesarias, a excepción del Consejo de Castilla, que dictaminó que no se podía fundar un monasterio fuera de la villa.

Ante esta negativa, los promotores ofrecieron para su enclave la torre de Iturriza, en la actual calle Korreo, lugar donde primitivamente se alojó la comunidad. También se barajó la posibilidad de su instalación en Iribarazeta, en la actual plaza Nueva. Sin embargo, se consideró que éste no era el lugar apropiado para una actividad como la pretendida; el tamaño de la casa era reducido e incómodo para las religiosas, de modo que la comunidad comenzó a buscar un edificio de nueva planta adecuado a las necesidades monacales.

En el año 1655 se consiguió el traslado a su actual ubicación gracias a la aportación económica que realizó el tolosarra Juan de Urrutia enviando dinero desde América. Dicho traslado se efectuó el 30 de septiembre de 1666. Ese año se fundó el actual convento, cuya iglesia fue levantada posteriormente, entre 1711 y 1732.

Estructuras de madera, patio y huerta

A través de las fotografías publicadas los tolosarras pueden adentrarse en este edificio declarado Monumento Histórico-Artístico de interés provincial en el año 1964.

Al acceder al recinto, el visitante se encuentra de frente con un impresionante patio lleno de flores y plantas. Las imágenes ilustran este espacio alegre que las monjas utilizan para pasear, charlar, hacer sus tareas, leer, disfrutar del sol cuando este lo permite, y compartir sus conocimientos.

Las escaleras invitan a subir a la segunda planta donde poco o nada ha cambiado durante estos siglos. Las estructuras de madera antigua visten los pasillos en los que hay infinidad de elementos religiosos: libros gigantes con letras y pentagramas, objetos pertenecientes al Papa, esculturas, cruces y figuras.

Las monjas clarisas que viven en el convento cuidan su huerta con esmero. El terreno, que también aparece en las fotografías, está en la parte trasera del edificio y de ahí es donde obtienen las verduras y hortalizas para su propio consumo.

La iglesia del convento es muy conocida por su excepcional acústica y acoge muchos recitales. Durante el Certamen de Corales de Tolosa se reciben muchas peticiones por parte de los coros para cantar en él.

Los avatares históricos, como guerras e inundaciones, han obligado a la comunidad clarisa tolosana a mudarse temporalmente hasta en cuatro ocasiones. El convento fue ocupado por tropas francesas y fue utilizado como hospital militar en la Guerra de la Independencia y durante las guerras carlistas. En sus alrededores, se hallaron cuerpos de soldados enterrados en aquella época.

Todavía hay quien tiene fe en la tradición y se acerca al convento para dejar huevos a las monjas para que haga buen tiempo en ocasiones especiales y bodas. Incluso, en un momento dado tuvieron que pedir a los tolosarras que no se los llevaran, porque no sabían qué hacer con tanto huevo en su despensa. Desde el Ayuntamiento invitan a conocer a través de las fotografías a esta comunidad con siglos de historia en Tolosa.