La calle Sokamuturra, que une la plaza de Lasala con la calle Mari, se ha recuperado para los itinerarios peatonales de la Parte Vieja. El callejón de la trasera del Palacio Goikoa, anteriormente sede del Gobierno Militar, estuvo tiempo tapiado para impedir ataques al edificio. Más tarde, cuando el inmueble se transformó para albergar oficinas municipales, la estrecha calle se abrió pero fue destinada a estacionamiento de motocicletas, una función que no recuperará. Al inicio de las obras del nuevo hotel de Lasala, se repusieron estos aparcamientos para motos en la calle Hernani, donde permanecerán ahora.
Durante las obras de transformación del edificio de la plaza en hotel la calleja ha servido para colocar parte del vallado de la obra y, finalmente, una vez inaugurado el alojamiento de cuatro estrellas, la antigua vía urbana prácticamente vetada para los peatones se ha revelado como un nuevo camino, con vistas directas hacia el muelle y un encanto recuperado. El Ayuntamiento se ha dado cuenta de la belleza de este rincón que servía como parking y colocará nueva iluminación en él. Visto el aspecto de la calle, las autoridades han optado por no hacer más cambios.
La recuperación de esta calleja ha llegado cuando se cumplen 20 años de su denominación. Fue bautizada como Sokamuturra en la sesión plenaria del 22 de junio de 1998, junto con una veintena de nuevas denominaciones.
La propuesta para fijar el nombre a un paso que hasta entonces había estado cerrado fue presentada por Aranzadi que, tanto entonces como ahora, asesora al Consistorio a la hora de decidir nuevas denominaciones para el callejero. Aranzadi recordó en su propuesta que el festejo de la sokamuturra, que ha desaparecido ahora de los programas festivos de la capital guipuzcoana, fue una práctica muy popular, que se remonta al siglo XVII, según los documentos históricos.
Por lo visto, la víspera de San Sebastián solía celebrarse esta fiesta y los animales salían por la plaza de Lasala. También en Carnavales era habitual este festejo taurino que, sin embargo, fue prohibido en 1902 ya que el Ayuntamiento lo consideró impropio de la ciudad, además de ser origen de numerosos accidentes, incluso mortales.
La decisión de prohibir el festejo no gustó a los donostiarras aficionados a divertirse con la vaca ensogada y se registraron ataques a propiedades de concejales contrarios a esta fiesta. Hubo altercados y algunos comercios fueron apedreados. Las fuerzas del orden, para detener la propuesta, dispararon al aire. Los acuartelamientos de la Guardia Civil de Vitoria y de los miqueletes en Gipuzkoa estuvieron en alerta durante las protestas.
Con posterioridad, volvieron las vaquillas a las Euskal Jaiak hasta que en 2013, el Gobierno municipal de Bildu -que había sido criticado por suprimir los toros y mantener la sokamuturra- eliminó las vaquillas del programa de fiestas y, desde entonces, no se han vuelto a programar.