Eibar - Tras pasar 38 años al pie del cañón, a Anabel Mendez le ha llegado la hora de una merecida jubilación. Maestra en el cuidado de los detalles y considerada por muchos colegas de profesión como una revolucionaria de la fotografía, se despide del gremio “satisfecha con el trabajo realizado” y “muy agradecida a todas las personas que han confiado en mí para inmortalizar algún momento destacado de sus vidas”.

¿Cómo se inició en el mundillo de la fotografía?

-Fue de manera circunstancial. Al abrir la tienda de Toribio Etxeberria empecé a trabajar atendiendo el mostrador pero me aficioné rápido y comencé a formarme realizando cursos, acudiendo a congresos... En un abrir y cerrar de ojos me encontré sacando fotos y poco a poco me fui especializando en retratos de estudio y en bodas.

Son muchas las personas que la consideran una pionera en materia de reportajes de bodas...

-No sé si será así pero lo cierto es que sí que he intentado innovar en ese ámbito. De hecho, fui la primera o una de las primeras en tomar ciertas decisiones como sacar las fotos de la boda unas horas antes de la ceremonia o dejar de sacar las fotos del corte de la tarta. Esas decisiones me supusieron perder algunos reportajes pero creo que acerté porque me permitían elegir un sitio que no fuera el de la comida y trabajar más tranquila, lo que se traducía en un mejor resultado.

¿Por qué decidió dejar de sacar una foto tan típica como la del corte de la tarta?

-Porque me parecía que era un poco absurdo tener que esperar dos horas a ese momento o irme a comer y tener que volver para sacar esa foto cuando en todas las celebraciones había un montón de personas con una cámara que también podían hacerla. De hecho, al principio propuse a los novios hacer el paripé, posando al inicio de la comida como si estuvieran cortando la tarta para sacar la foto... pero luego ni eso.

En las fotos de boda... ¿cómo ha intentado dejar su toque personal?

-He disfrutado y me he implicado mucho con este trabajo; con la particularidad de que siempre he intentado que en los reportajes hubiera alguna foto diferente a lo habitual, marcada por la espontaneidad.

Cite algún ejemplo....

-Recuerdo a una monja que estaba cavando en una huerta en Loiola y que me dio permiso para que sacara una foto con los novios delante mientras ella trabajaba. Otras veces he convencido a algún grupo de surfers para que se pusieran en fila con sus tablas en pie y giraran la cabeza a la vez al paso de la pareja... He tratado de captar instantes curiosos de manera que parecieran espontáneos.

¿Ha tenido ayuda?

-Desde que cogía a los novios hasta que les entregaba el álbum las fotos solo pasaban por mis manos. Yo me he encargado de captar las imágenes, de la maquetación, de los retoques y de toda la posproducción. La verdad es que he metido muchísimas horas trabajando pero creo que luego el resultado merecía la pena.

En los últimos años se ha dedicado a la foto de estudio. ¿Cómo y cuándo decidió dejar de hacer bodas?

-Desde días antes de un reportaje solía estar con mariposas en el estómago pero fui perdiendo esa ilusión y desde 2010 ya no he hecho más reportajes de bodas. La gota que colmó el vaso cayó un día de 2008 que tenía que hacer las fotos a una pareja en el Peine de los Vientos. Después de ir a Donostia la novia llegó 45 minutos tarde y ahí dije que se acabó. Desde entonces solo hice los reportajes contratados para 2009 y a partir de ahí me he limitado a las fotos de estudio, que se pueden hacer con buen o mal tiempo, se pueden repetir...

Imagino que en 38 años de profesión habrá tenido infinidad de anécdotas. Cuente alguna...

-Me acuerdo de un niño que vino al estudio para hacer las fotos de la comunión. Era tan serio que no conseguía sacarle una sonrisa; así que llegó un momento en que no se me ocurrió otra cosa que decirle que le daba 100 pesetas si me sonreía. Accedió, así que puedo decir que a aquel niño acabé comprándole la sonrisa.

¿Con qué se queda?

-Con todo lo que he disfrutado y con el agradecimiento de la gente. He visto llorar a más de una pareja al ver mis reportajes de bodas y creo que esa es la mejor recompensa en un trabajo como este.

¿Y a partir de ahora qué?

-A vivir la vida de una manera tranquila y a viajar lo que pueda. Eso sí, las fotos que vaya a hacer cuando viaje las haré con el móvi

Su txoko favorito de Gipuzkoa Kalamua. Me trae muy buenos recuerdos de cuando mis hijos eran pequeños.

Un paisaje Me encanta Zumaia. He andado mucho por ahí.

Una fiesta o un evento La fiesta vasca de Eibar. Suele haber muy buen ambiente.

Un monte Urko. Es un monte emblemático para los eibarreses.

Una playa La de Itzurun, en Zumaia. Me parece una playa del pueblo y con mucho encanto.