bergara - Cuenta que pasa “casi todas las horas del día” rodeado de témperas, acrílicos, acuarelas y pinceles. “Por la mañana doy clases de educación plástica en el instituto de Atarrabia y por las tardes trabajo en mi obra”, explica Daniel Laskurain, que heredó de su padre la pasión por la pintura. “Él me enseñó con su ejemplo a amar los colores, las texturas?”, recuerda este bergararra que desde hace dos décadas vive en Iruñea, aunque todos los fines de semana visita rigurosamente su localidad natal, “donde tengo otro estudio, mi madre, mi familia y los amigos de toda la vida”.
¿Cómo surge ‘Kabiak’?
-Hace unos cinco años, en una caminata por el monte, encontré al pie de un gran árbol una casita nido para pájaros, seguramente el viento la habría derribado. Su mal estado delataba que no había sido ocupada desde hacía mucho tiempo, y enseguida me di cuenta del inmenso valor estético que poseía aquel pequeño objeto con forma de casa. Ese mismo día, en mi estudio realicé mi primer nido.
¿Qué va a poder ver el público en la sala de Barrenkale?, ¿qué quiere transmitirle? (La exposición podrá visitarse desde el próximo viernes -se inaugurará a las 19.00 horas- hasta el 13 de mayo).
-Presento un centenar de nidos, entre esculturas, fotografías y dibujos, en su mayoría realizados con madera reciclada y materiales reutilizados. Mis nidos están desgastados, rotos, quemados por el sol y por el fuego, totalmente inhabitables. Son nidos que un día acogieron vida, pero ahora están vacíos, abandonados, desbaratados, vencidos por la intemperie y el olvido. Transmiten así mi preocupación por la manera en la que tratamos este planeta, que es nuestra casa. Pero quiero que sean, al mismo tiempo, testigos de la esperanza; alguien los construyo y los puso en el bosque.
Como artista plástico explora nuevos caminos. Pinta, dibuja, crea esculturas? y también nidos.
-Busco los medios más adecuados para expresar mis ideas, en este caso utilizo los nidos rotos, quemados?, porque poseen una carga poética inmensa y los empleo como metáfora de la vida natural que desaparece ante nuestros ojos cerrados. No obstante, las lecturas pueden ser infinitas, por lo menos una por cada espectador.
¿Qué comentarios ha recibido de la crítica acerca de este proyecto?
-Hace dos años que lo expuse en el bar Nahikari y recibí buenas críticas. Me comentaron la originalidad del proyecto y también gustó la materialización de las obras, ya que cuido mucho los elementos que utilizo y las terminaciones; me encanta la parte de artesanía que tiene el arte.
Es la primera vez que expone en solitario en la sala Aroztegi. ¿Cómo afronta esta cita en su localidad natal?
-Exponer en Bergara es como jugar en casa, te sientes más arropado. Por otra parte Aroztegi es una sala de exposiciones magnífica y quieres aprovechar la ocasión y presentar lo mejor de tu trabajo.
¿Cómo empezó a coquetear con las artes plásticas?
-Principalmente a través de mi padre que era pintor, él me enseñó con su ejemplo a amar los colores, las texturas? (esboza una sonrisa). Además, en Bergara hay más pintores por metro cuadrado que en Nueva York y eso ayuda mucho. Y tampoco hay que pasar por alto el trabajo de la asociación local de artistas Beart en favor de la creación, que es de agradecer.
¿Cómo resumiría su trayectoria?
-Estudié Bellas Artes en Bilbao y después realicé talleres con artistas como Juan Genovés en El Escorial, Begoña Zubero en el Museo Guggenheim Bilbao o Don Herbert en Arteleku. He llevado a cabo más de un centenar de exposiciones individuales y colectivas (Su obra ha sido premiada en innumerables ocasiones y se encuentra presente en instituciones como la Biblioteca Nacional, el Gobierno Vasco, Bilaketa o Nilsa). Además, mi trabajo ha sido becado por el Gobierno Vasco y la Diputación de Gipuzkoa. En el ámbito literario he sido galardonado con el primer premio del Certamen de Cuentos de Ecología y Medio Ambiente de San Adrián, y en 2015 publiqué la novela gráfica Simón, dibujante callejero.
Aparte de la muestra que pasado mañana abrirá sus puertas, ¿tiene algún otro proyecto entre manos?
-Tengo cuadernos llenos de nuevos proyectos pero todos están relacionados de una manera u otra con los nidos. Me gustaría llevar la exposición de Aroztegi a más sitios, porque es un formato de obra que se adapta fácilmente a cualquier espacio.