El muro de Easo pierde altura
El muro de San Bartolomé, en pie desde 1914, tendrá otro aspecto DENTRO DE UNOS MESES. | En primer lugar, se reducirá en algunos puntos su altura para igualarla en toda su longitud, y después sufrirá un proceso de refuerzo estructural y de embellecimiento.
La gran operación urbanística que se lleva a cabo en Amara Zaharra y el cerro de San Bartolomé no solo afecta a las viviendas y el convento, que se transforma ya en hotel, sino también al característico muro centenario, que cambiará de aspecto en un futuro cercano. Por el momento, un andamio recubre parte de esta pared para asegurar las piedras del revestimiento durante las obras del nuevo alojamiento. Además, está a punto de comenzar el desmoche de la zona alta del muro, que presenta distintas alturas en toda su longitud, con el fin de igualarlo y apoyar en él el mirador proyectado. Así, la altura de la pared se acortará entre tres y cuatro metros, según las zonas.
Más adelante, hacia el mes de septiembre y cuando esté abierta al tráfico completamente la calle Estella-Lizarra, entre la calle Easo y el colegio de Marianistas, comenzará el refuerzo estructural del muro de San Bartolomé. De este modo, si es necesario cortar parcialmente la calle para cualquier actuación existirá una alternativa para el tráfico.
El refuerzo, según el previsión de la ingeniería Landabe, costará 560.000 euros y pretende dar una mayor seguridad a la pared, que data de 1914, cuando se desmontó parte del cerro para modificar el trazado de la zona. El muro de San Bartolomé nunca ha sido una pared de contención, ya que simplemente recubre el corte del cerro original, pero los responsables de la propuesta creen necesario afianzarlo al máximo con motivo de la ejecución de obras del entorno.
El muro tiene unos 35 metros de altura y presenta tres escalones, además de varios apoyos verticales. El proyecto de refuerzo estructural contempla colocar vigas de hormigón en el arranque de cada uno de los tres escalones y fijarlas por medio de anclajes metálicos para dotar de fortaleza al muro.
Según explican los especialistas, la inclinación natural de la roca del cerro, que técnicamente llaman buzamiento, no está orientada hacia la calle Easo sino hacia la bahía, de ahí que en sus más de cien años la pared de San Bartolomé no haya provocado sustos de gravedad en la calle.
El refuerzo estructural forma parte de los planes de urbanización previstos en la transformación de Amara Zaharra, que se encuentra ahora en plena actividad. La colocación de micropilotes para sujetar convenientemente la fachada del convento, que será la imagen visible del hotel Catalonia que nacerá en el espacio del antiguo convento, ha conllevado la fijación de una malla en parte del muro, con el fin de sujetar las piedras que se pudieran mover a causa de las vibraciones derivadas de la obra.
Una vez situada la malla en la zona afectada, estos días comenzará el “desmochamiento” de la zona alta del muro, es decir, la eliminación de unos tres o cuatro metros de la pared para igualarla en toda su longitud y poder así crear la plataforma-mirador prevista alrededor del hotel. Este nueva zona libre que surgirá en la zona alta del cerro se apoyará en la parte alta del muro en uno de sus lados.
Una vez terminadas las tareas de ingeniería que dotarán de una mayor fortaleza al muro de San Bartolomé, también se colocará una malla en toda su superficie. Pero, como la estética de esta red no parece adecuada para el entorno, se llevará a cabo una actuación de revestimiento, aún sin concretar, con el fin de que la vista desde la calle Easo sea más agradable.
El proyecto ha sido objeto de conversaciones entre la sociedad San Bartolomé Muinoa, responsable de la ejecución del proyecto, y la Asociación de Defensa del Cerro que, en el pasado, consiguió que el Tribunal Supremo rechazase los planes municipales para derribar el cerro y crear un nuevo barrio en cuesta hasta la zona alta del montículo.
bloques pendientes Mientras la calle Easo transforma una parte importante de su personalidad, la obra prosigue en otros puntos del ámbito en transformación. Desde la nueva calle Estella-Lizarra hacia el Sur, los trabajos están a punto de terminar y solo queda por entregar el edificio de la calle Amara 4 que, con once viviendas, es el último destinado a los realojos de los antiguos vecinos del barrio. San Bartolomé Muinoa espera entregar las viviendas en septiembre u octubre.
Después, los esfuerzos se dirigirán hacia la finalización de los bloques de los números pares de Estella-Lizarra (portales 4, 6, 8 y 10), muchas de cuyas viviendas ya están vendidas. También continuará la obra de construcción del edificio que hace esquina entre la nueva vía urbana y la calle Easo, que contará con 30 viviendas y se entregará en 2019.
La última parte de la obra afectará a los tres bloques de 60, 60 y 42 pisos que surgirán junto al hotel del convento y que serán realidad 2020.