Los Ostatus son el punto neurálgico de los pueblos pequeños, el refugio donde los vecinos se reúnen para tomar un vino o un caldo, charlar o guarecerse del frío. En muchos pueblos es el único lugar donde uno puede tomarse un café, de ahí la importancia del servicio público que ofrecen y el interés de los ayuntamientos por mantenerlos abiertos. Conscientes de la problemática que genera el sistema actual del Ostatu con el que cuesta buscar arrendatarios, varios pueblos de Tolosaldea han iniciado una reflexión y, en esta línea, Orexa va poner en marcha un proyecto pionero. En Belauntza, por su parte, han mejorado las condiciones de la concesión para buscar gente que esté dispuesta a llevar el negocio.
“Es un tema que llevamos hablando los alcaldes de los pueblos pequeños desde hace algún tiempo; el modelo de Ostatu tradicional no funciona y presenta muchos problemas. La fórmula de arrendar el bar y entregar la llave al adjudicatario no sirve. Muchos bares están cerrados, en otros el arrendatario se cansa y lo deja... y la problemática es común en casi todos los pueblos”, explica el alcalde de Orexa, Eneko Maioz.
Orexa, Alkiza y Hernialde, junto con Tolomendi y la Asociación de Hostelería de Gipuzkoa llevaron a cabo un estudio para determinar qué función debían cumplir estas tabernas y cómo debían ser para que el nuevo modelo pudiera ser aplicado después en otros pueblos de Tolosaldea en idéntica situación.
El 16 de diciembre inaugurarán en Orexa el renovado Ostatu, que nada tiene que ver con el espacio anterior, un sitio lúgubre y oscuro. “La primera impresión de quien lo ha visto es de sorpresa, pero eso era lo que queríamos, simbolizar el cambio de etapa”, reconoce el primer edil de Orexa. El nuevo Ostatu cuenta con instalaciones modernas y la decoración sigue las tendencias actuales de madera clara combinada con blanco, lejos del ornato de los tradicionales Ostatus. Tiene además zonas amplias y acogedoras, y una cocina mejor equipada que cualquier restaurante. Todo ello en un pueblo que no llega a 130 habitantes, pero que tiene 34 jóvenes menores de 18 años. “Hemos concluido que para mantener vivo el pueblo es necesario promover la actividad económica, es decir, el bar y la cooperativa Oihan Txiki, donde se elaboran quesos y lácteos”, explica Maioz.
El Ostatu de Orexa no se conforma con cubrir la función de hostelería. El renovado local será a partir de ahora un punto de encuentro y reunión para los vecinos, dispondrá de una pequeña tienda donde se podrán comprar productos elaborados por los baserritarras y productores del pueblo, y también será un punto de acogida para todo el que se acerque a Orexa. “En la carta se incluirán platos elaborados con productos locales. Por ejemplo, estamos probando hacer un flan con leche de oveja y ha salido muy bueno. Este postre seguramente no te lo podrás tomar en Tolosa, y el objetivo es ése, ofrecer algo diferecial”, detalló el alcalde de Orexa, que se ha implicado total y personalmente en la transformación del local.
Sobre todo se quiere reforzar la colaboración entre el arrendatario y el Ayuntamiento. “No va a consistir en pagar un alquiler y olvidarse, sino trabajar en equipo. Si un día hay poca gente, el ayuntamiento puede encargarse de organizar una actividad cultural, pero a cambio se le exigirá ofrecer otra calidad que hasta ahora no se pedía”, declara.
Belauntza busca gente para su Ostatu
En Belauntza el Ostatu lleva un tiempo cerrado, sin actividad, y en el pueblo se nota el vacío. “Se percibe al pueblo más triste, llegan las fiestas y no hay dónde ir. Tenemos una sociedad, pero no es lo mismo...”, reconoce Silvia Moneo, su joven alcaldesa. Se hizo cargo forzosamente de la Alcaldía hace apenas un año con 22 años, tras el repentino fallecimiento de Mariano Lazkano, que ocupó el cargo de alcalde desde 2007. “De él aprendí a tratar con la gente y a escuchar lo que te piden tus convecinos, eso en los pueblos pequeños es muy importante”, explica Silvia.
Tener el Ostatu cerrado es uno de los temas que más inquietan a la regidora belauntzarra. Con el fin de atraer posibles arrendatarios, el Ayuntamiento ha decidido mejorar las condiciones de la adjudicación: antes había que pagar al mes 200 euros, y con la modificación del contrato, durante los seis primeros meses no habrá que abonar ni un solo euro, los tres siguientes 50 euros al mes (más IVA), y a partir del décimo mes, 75 euros (más IVA). “Con estas condiciones y costes mínimos creemos que podemos animar a quien tenga la intención de coger el bar, queremos quitar el miedo a dar el paso. Nuestra intención no es sacar dinero ni hacer negocio con el Ostatu, sino ofrecer un servicio de cara a los vecinos”, manifiesta Silvia Moneo.
Además de cubrir las necesidades de los belauntzarras, el Ostatu también ofrece servicio a los paseantes que se dirigen hacia Leaburu y a los trabajadores de la obra y empleados de los tres polígonos industriales que tiene Belauntza. “No le vamos a decir lo que tiene que hacer, pero para que funcione bien el bar basta con poner un poco de ganas y ver qué tipo de clientela tiene. Por ejemplo, ofrecer caldo los domingos sería obligatorio, porque la gente sale de misa y es lo que le suele gustar tomar”, manifiesta la alcaldesa.
El bar cuenta con dos vajillas completas, dos televisores, una amplia zona para comer, terraza y en la planta baja un txikipark. “Los baños estaban antes abajo y no era cómodo para las personas mayores. Ahora en la planta de abajo hemos puesto un txikipark y se ha hecho obra para acondicionar baños en una parte adosada en la planta superior”, explica la alcaldesa.
El Ayuntamiento tiene varios proyectos sobre la mesa con el fin de mantener vivo el pueblo, como por ejemplo, una zona de esparcimiento infantil debajo del bar. Será una zona donde poder jugar, segura y llana, en un pueblo con muchas cuestas como es Belauntza.
El 18 de diciembre será el último día para presentar propuestas para arrendar el Ostatu. “Hay que tener ganas de trabajar y un poco de visión de negocio, nada más”, anima la alcaldesa.