Hay aparcamientos para automóviles, para motocicletas, para bicicletas... e incluso para animales. De hecho, estos existen mucho antes que el resto. En muchos pueblos de Gipuzkoa se pueden ver todavía las argollas que se utilizaban para atar los burros. Hoy en día se siguen colocando estos aros, pero para otros animales: en el ayuntamiento de Legazpi han instalado uno para que los vecinos puedan dejar atados a sus perros mientras realizan sus trámites. Los coches sustituyeron a los burros y su población descendió. El número de perros, en cambio, asciende sin parar. Lourdes Etxaniz, del caserío Landaburu de Zumarraga, ha recordado los tiempos en los que utilizaban el burro para bajar el género al pueblo. Ana Alustiza, Alazne Azpeitia y Ane Saiz, de la clínica veterinaria Nekotz de Zumarraga, han hablado sobre la moda de tener un perro (o más) en la familia.
Etxaniz recuerda que en todos los caseríos había burros. “Solíamos acompañar a la ama al pueblo. Bajábamos a diario con la leche y, en otoño, vendíamos alubias, nueces y castañas en el mercado semanal. En invierno y primavera vendíamos leche y queso de oveja”.
Tenían cinco o seis vacas y unas 35-40 ovejas. Y un burro, claro. Al que tenía en gran estima porque lo necesitaban para bajar el género al pueblo. “Tenemos un único burro. Estaba muy mimado. No teníamos coche y lo necesitábamos para bajar los productos del caserío y para subir las compras. También lo utilizábamos para trabajar en el caserío”.
No solía ser fácil dominar al burro. Sobre todo en invierno, cuando había hielo. “Solíamos bajar por el atajo y más de una vez el burro patinó y la leche salió volando”.
El archivero de Zumarraga, Antonio Prada, recuerda que los burros fueron protagonistas de un suceso acontecido durante la guerra de 1936. “Hubo dos bombardeos en Zumarraga. El primero fue en diciembre de 1936. Una bomba que cayó en la plaza hirió a un hombre y mató a varios burros que estaban atados”.
En la plaza ya no quedan argollas para burros, pero en la calle Jai Alai, en la pared del frontón, se pueden ver varias. De todos modos, hoy en día las que se llevan son las argollas para perros. No en vano, el número de estos animales está subiendo como la espuma. En la clínica veterinaria Nekotz dan fe de ello. “Cada vez hay más y, además, salen a la calle. Antes no se les paseaba tanto. Antes de que llegara la crisis, la gente compraba ejemplares de raza con mucha alegría. Pero entonces no estaba de moda tener perro. Ahora, en cambio, se ha puesto de moda. Ven que el vecino tiene y deciden llevar uno a casa”.
A las veterinarias de Nekotz les parece muy bien que la gente aumente la familia llevando un perro a casa, pero recuerdan que hay que elegir la raza que mejor se adapte a las necesidades y al modo de vida de cada uno. “No se puede comprar un perro solo porque es bonito. Últimamente se ven muchos border collie en la calle. Es un perro pastor que está de moda, como antes estuvo el maltés. Si te gusta andar en el monte, el border collie está muy bien. Pero si tu intención es sacar al perro solo cuando necesita hacer sus necesidades, es mejor que compres un bulldog. Desgraciadamente, la gente elige el perro que le gusta, sin saber cuáles son sus necesidades. Si no puedes atender sus necesidades surgen problemas. Te da problemas porque no lo tratas bien”.
Añade que todos los perros no tienen el mismo carácter. “No es lo mismo haber tenido perros antes que no haberlos tenido. A los que van a tenerlo por primera vez, les recomendamos que adquieran un animal tranquilo”.
Están de moda No saben responder por qué se han puesto de moda los perros. “Tendemos a hacer aquello que vemos. Antes, cuando los niños pedían un perro, se les decía que en un piso no se podía tener. No había costumbre de tenerlos. Ahora, en cambio, los padres dicen que sí. En todos los anuncios, las familias salen con perros. También vemos a muchas parejas que llevan uno a casa antes de tener hijos”.
Consideran que meter un can en casa es positivo. “Es saludable, pues te obliga a pasear. Las personas que han sufrido un infarto y compran uno, tienen menos riesgo de volver a sufrirlo. Además, el recibimiento que te hace cuando llegas a casa, no te lo hace nadie más. Y nos cuesta menos hacer demostraciones de cariño con los perros que con las personas”.
Ventajas No recomiendan hacerse con un perro cuando los niños son muy pequeños. “Si el animal es grande, no lo pueden sacar a pasear. Y los pequeños, normalmente, tienen mal genio. Enseguida enseñan los dientes. Eso sí, no acostumbran a atacar a los niños. De todos modos, lo mejor es esperar a que los niños sean mayores para que ellos también se hagan cargo del animal. Los perros ayudan a mejorar el ambiente familiar, bien porque provocan sonrisas o bien porque obligan a hablar acerca de su cuidado”.
Eso sí, recuerdan que dan trabajo. “Tienes que sacarlos a diario, aunque llueva o haga frío. De todos modos, tienen más ventajas que desventajas. Si solo dieran trabajo, no habría tantos en el pueblo”.
De hecho, algunos propietarios se desviven por sus perros. “El trato hacia ellos ha cambiado mucho. Ahora son un miembro más de la familia. En general, viven muy bien. De todos modos, está muy bien cuidarlos y mimarlos, pero no hay que pasarse. Son perros”. Seguro que el burro de Landaburu no necesitaba un collar de Swarovsky para sentirse querido.