Los zumarragarras Joxe Mari Jauregi e Inaxi Zaldua, de 91 y 92 años respectivamente, forman un matrimonio muy especial. Los dos son del barrio San Cristóbal, por lo que se conocen desde niños. Con solo 10 años, él acompañó a ella a su casa al final de una romería, por primera vez. Después, vendrían muchas romerías más. Se casaron hace 66 años y juntos construyeron un proyecto que es casi una obra de arte: tuvieron cinco hijos y pueden presumir de ser el concejal más antiguo que queda en Zumarraga y la primera mujer del pueblo que sacó el carné de conducir. Les queda un último deseo por cumplir: morir en su cama, juntos.

Jauregi es del caserío Oraa Goikoa y Zaldua de Aitzaga. Las romerías se celebraban junto a Oraa Goikoa y Aitzaga está más abajo, al lado de la carretera que lleva al casco urbano. En los tiempos en los que ellos eran jóvenes, al final de la romería, los chicos rezaban para que la chica que les gustaba les dejara acompañarle a casa (neska laguntzea). Era la primera señal de que de esa relación podía surgir algo.

Joxe Mari recuerda con una sonrisa en la boca que Inaxi fue la primera chica a la que acompañó. “Fue en agosto de 1936. El domingo en el que los Nacionales entraron a Oviedo”. Se ríe cuando recuerda que él solo tenía 10 años. Que nadie piense mal. No se debió a que fuera muy pícaro (aunque todo indica que sí lo era), sino a que su hermana le obligó. “Había romería todas las semanas y cuando repicaban las campanas todos volvíamos a casa. Inaxi andaba mucho con mi hermana y esta me dijo que le acompañara. Cumplí con formalidad con lo que me ordenó mi hermana. ¿Qué te crees?”, bromea. La celestina, la hermana de Joxe Mari, se llama Luisa y tiene 96 años.

Después de aquella primera toma de contacto, se tomaron su tiempo. Se casaron cuando él tenía 25 años y ella 26. En siete años tuvieron cinco hijos: Mariasun, Pepita, Maria Luisa, Angel Mari y María Jesús. El miércoles que viene celebrarán el 66º aniversario de su boda. Desde el 60º aniversario, celebran la efeméride todos los años. Él dice que si ella no fuera una buena mujer, no le hubiera hecho caso. “¿Que qué tiene Inaxi de bueno? ¡Que no tiene nada malo!”. Ella añade que siempre ha vivido muy a gusto junto a él. Consideran que la clave de su matrimonio es la colaboración. “Siempre nos hemos llevado bien”.

Esta colaboración ha dado grandes frutos. Además de sacar adelante un caserío y una familia, Joxe Mari fue concejal. De todos los vecinos que han pasado por el ayuntamiento, él es el que lo hizo hace más tiempo. Entró en el ayuntamiento hace casi 60 años. Estuvo seis años de concejal, con Artiz y con Altuna. “Recuerdo que el pueblo solía estar muy limpio. El barrendero recorría las calles con una vaca, recogiendo los excrementos de los burros de los baserritarras. Hoy en día hay coches, pero en aquella época había burros”.

Su mujer, por su parte, fue la primera zumarragarra que sacó el carné de conducir. Fue en 1962. Hasta entonces, Joxe Mari bajaba la leche al pueblo en una Vespa. “Bajaba 50 litros de leche en cinco marmitas, todos los días”.

El carné Pero la Vespa no les servía para llevar los niños a la escuela y decidieron sacar el carné y comprar un coche. “Fui a Donostia a comprar el coche. Intenté darle un poco de pena al vendedor, diciéndole que lo necesitaba para llevar a los niños a la escuela, y enseguida me trajeron una furgoneta Citroën 2CV. ¡Juanito, el de Elorriaga Azpikoa, llevaba dos años esperando un coche! Cuando supo que yo lo había conseguido, les llamó enfadado y enseguida le trajeron uno”.

Aquella furgoneta hizo cientos de viajes de San Cristóbal al casco urbano de Zumarraga. “Llevaba a la escuela y les traía de vuelta a nuestros hijos y a los de Aitzaga”, recuerda Inaxi. Además de hacer de chófer, ayudaba a su marido en las labores del caserío.

Como en todos los caseríos, los hijos también colaboraban, por supuesto. “Recuerdo que en cierta ocasión estábamos cortando hierba en otro caserío y había que volver a casa a ordeñar las vacas. Una de nuestras hijas se ofreció para hacerlo. Volvimos a las 23.00 horas y para entonces había ordeñado las vacas y tenía la leche preparada para llevarla al pueblo. ¿Sabes cuántos años tenía? Siete”.

Del caserío al pueblo Ahora aquella niña es doctora y les pasa consulta a diario, pues come con ellos. Desde hace dos años viven en la plaza Euskadi de Zumarraga, porque tenían problemas para subir las escaleras del caserío. Se han amoldado bien a la vida en el casco urbano. “Tenemos a las hijas cerca y los sábados vamos al caserío, a visitar a nuestro hijo. Nos gusta leer y cuando hace buen tiempo suelo ir al bidegorri, pero estos tres o cuatro últimos años he notado un bajón. Hay mujeres muy mayores, pero los hombres morimos antes”, comenta Joxe Mari.

Le preocupa el final. “Mi madre le rezaba a Santa Ana: Santa Ana, buena muerte y poca cama. Y así murió: en su casa, al levantarse. Es lo que quiero para nosotros: buena muerte y poca cama y, a poder ser, irnos los dos juntos. Preferiría que nos fuéramos los dos, a quedarme solo. Así debería ser. ¿Para qué nos vamos a separar después de tantos años juntos? Que el final nos pille como estamos ahora, no con dolor”. Lo que Dios unió, que no lo separe Osakidetza.