Las Carmelitas de Hondarribia hacen encuadernaciones... ¡Y mucho más!
esta comunidad religiosa busca mejorar su modo de sustento con nuevos productos de papelería
La orden de las Carmelitas Descalzas llegó a la comarca del Bidasoa, al barrio irundarra de Elitxu, en el año 1953. Desde entonces a hoy, han pasado por un edificio en el barrio hondarribiarra de Mendelu y luego, al nuevo convento que estrenaron en Jaitzubia, en las faldas de Jaizkibel, justo ayer hizo nueve años, el 16 de marzo de 2008.
Además de sus quehaceres espirituales, los religiosos de clausura también trabajan en tareas de las que hacen el modo de sustento de cada comunidad. Son muchos y muy conocidos los monasterios y conventos que, por ejemplo, hacen de la elaboración y venta de dulces artesanales su modo de supervivencia económica. Pero las Carmelitas Descalzas de Hondarribia no alimentan los paladares, sino que ayudan a alimentar la mente y el espíritu, a través de la lectura. Su tarea, el trabajo que siempre ha sustentado este convento, es el de la encuadernación artesanal de todo tipo de publicaciones.
Una tarea que, según explica María Dolores Mata, la superiora del convento de Jaitzubia, está “en horas bajas desde hace algunos años, ya que se han juntado la crisis económica y la irrupción del formato electrónico, que hace que ya no haya tanta demanda de encuadernaciones”.
Mata, de 76 años, lleva 43 en el convento de Hondarribia y cuenta que “antes, siempre había trabajo y aquí, las monjas, dedicábamos unas ocho horas al día a las tareas del taller de encuadernación, además de las cinco horas de rezos y otros quehaceres religiosos de cada jornada”.
¿Y quién encuadernaba sus documentos o publicaciones con las Carmelitas? “Muchísima gente, empezando por los ayuntamientos de Irun y Hondarribia, que traían aquí los periódicos y revistas, los boletines oficiales, las actas, las facturas y todo tipo de documentación oficial; pero eso se ha ido perdiendo poco apoco, con la irrupción, que también es lógica y además ecológica, del documento electrónico”, afirma Mata.
Esa demanda, junto con la de los particulares, “que ya no vienen con sus libros para restaurar o con las colecciones de fascículos y revistas, que casi han desaparecido”, se ha reducido notablemente, tanto que “el trabajo actual no alcanza para mantener los gastos del convento”, detalla la superiora, María Dolores Mata.
cambio Por todo esto, hace ya cuatro años, las Carmelitas iniciaron un lento pero inevitable cambio en su trabajo. “Seguimos haciendo encuadernaciones, que son artesanales, únicas y con un acabado especial; pero hemos empezado, en esa línea, a trabajar y vender productos de papelería, como agendas, cuadernos y libretas, tacos de notas o detalles para bodas y otros eventos”, explica Patricia Noya, religiosa de 51 años y responsable del taller.
Esta comunidad, por las peculiaridades de su modo de vida, cuenta con una desventaja. “No podemos salir a ferias o mercados, a buscar clientes o promocionarnos, y además, no sabemos nada de marketing o publicidad; solo que podemos hacer un trabajo artesanal y fino y que nos adaptamos a lo que la gente demande”, señala otra de las religiosas, Mari Luz Ferrer, de 51 años.
Las Carmelitas de Hondarribia ya están en Facebook, que es “algo totalmente nuevo”. Y esperan, con ganas e ilusión, poder hacer un trabajo que les permita seguir adelante.