El ‘efecto Guggenheim’ de Beasain
Beasain también ha tenido su propio ‘efecto Guggenheim’, protagonizado por el traslado de la empresa Indar a las afueras del municipio y la recuperación del conjunto municipal de Igartza.
Se conoce como efecto Guggenheim al proceso de transformación mediante el cual Bilbao pasó de ser una ciudad sucia y lúgubre a una urbe moderna y atractiva para los turistas. El museo que da nombre al efecto es el símbolo de este cambio. Casi al mismo tiempo, Beasain sufrió una transformación similar que también tiene su propio símbolo. Eso sí, en la localidad goierritarra no necesitaron importar un museo de Estados Unidos ni encargar un edificio a un arquitecto de campanillas. La joya llevaba siglos construida y fue un arqueólogo del país el que le sacó brillo. El Guggenheim de Beasain se llama conjunto monumental de Igartza y ha cambiado la imagen de la localidad. Este conjunto está formado por un palacio, una calzada, una ermita, un molino, una ferrería y una venta caminera convertida en un hotel de cuatro estrellas.
Beasain es una localidad con un eminente carácter industrial y, al igual que en otros muchos municipios del entorno, algunas empresas estaban ubicadas en el propio casco urbano. Es el caso de Indar, que ocupaba Igartza y taponaba la expansión del pueblo, además de separar el barrio Igartza del resto del casco urbano.
El Ayuntamiento deseaba regenerar aquella zona y la ocasión se presentó cuando Indar trasladó sus instalaciones. Patxi Plazaola, exalcalde de Beasain, recuerda que fue un proceso largo y que hasta el último momento no se optó por la recuperación de Igartza. “El planeamiento urbanístico preveía construir viviendas cerca de la ferrería. El palacio de Igartza estaba en ruinas y nadie sabía que aquello tuviera tanto valor. Hubo muchas dudas. Hasta el final, no se tomó una decisión”.
Fue Juantxo Agirre, arqueólogo de la sociedad de ciencias Aranzadi, quien primero avisó de que aquello era una joya y después coordinó los trabajos de recuperación. “El proceso lo lideró la Diputación. Fueron la Diputación y el Gobierno Vasco los que decidieron lo que había que hacer. Resultó una obra muy cara. Costó unos seis millones de euros, sin contar la rehabilitación de Dolarea. Tuvimos suerte de tener un poco de dinero ahorrado y de que la Diputación hiciera suyo el proyecto porque en Gipuzkoa no había ningún otro conjunto monumental”.
Añade que costó mucho definir el proyecto. “Todo arrancó durante los años en los que Jon Jauregi estuvo de alcalde. Para conseguir los terrenos, se les dio a los dueños de los mismos la oportunidad de construir viviendas junto a Dolarea. Y uno de los bloques de aquella zona tiene una planta más como compensación por la casa que no se construyó junto a la ferrería. Además, el molino y el palacio de Igartza estaban habitados y hubo que realojar a aquellas familias Se tuvieron que tomar otras muchas decisiones. Hubo propuestas que salieron adelante (hacer un patio en Igartza) y otras que no (trasladar la escuela de música a Dolarea)”.
El proyecto se diseñó durante los años en los que Jauregi estuvo de alcalde y gran parte de la obra de Igartza se llevó a cabo en la legislatura de Plazaola. “Hoy en día, cada vez que hablamos de Beasain, hablamos de Igartza. ¿Dónde estaba Igartza hace 20 años? Antes Beasain se acababa en la estación. El pueblo estaba dividido en tres: la Portería, el casco urbano e Igartza. Solo falta acabar de enlazar la Portería con el matadero”, concluye.
goitur El director de la agencia de turismo de Goierri, Niko Osinalde, también considera que Beasain ha ganado mucho con la rehabilitación del conjunto monumental de Igar-tza. “Llevo 19 años en Goitur y he seguido de cerca todo el proceso. Estamos a favor de recuperar el patrimonio y la verdad es que ha quedado muy bien”.
Añade que hay dar un uso a este patrimonio para que haya un retorno de la inversión. “Igartza tiene un gran potencial y se han dado pasos importantes. Es un gran museo, pero se debe explotar sobre todo como palacio de congresos. En Goierri tenemos empresas muy importantes y estamos situados a medio camino de todas las capitales. Las instituciones también deberían utilizar Igartza para sus congresos y nosotros lo hemos incluido en la guía de palacios de congresos de Euskadi”.
Beasain cuenta, además, con varios hoteles. “Los congresistas necesitan hoteles y restaurantes y en esta zona hay muchos: Dolarea, Salbatoreh!, Igartza, Castillo... El conjunto monumental de Igartza va a beneficiar a todo Goierri. Hace falta acertar con la gestión”.