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El primer ‘shaper’ de Tolosaldea

El joven Kimetz Martínez ha pasado de fabricar tablas de surf en su coche a crear su propio taller en Tolosa. sus diseños personales, con el logo SUrftiger, ya tienen clientes de varios países

El primer ‘shaper’ de Tolosaldea

Tolosaldea no es una comarca costera donde se adora a las leyendas del surf, ni hay tiendas a pie de playa o garajes en los que se reparan tablas. Nada más lejos. Sin embargo, el tolosarra Kimetz Martínez ha optado por emprender su propio camino y cumplir el sueño de crear el taller Surftiger Surfboards, donde diseña y fabrica tablas de surf con sus manos. “No se me quitaba de la cabeza, pasaba todo el día pensando en el surf y las tablas; es lo que realmente quería hacer”, reconoce el primer shaper (persona que fabrica tablas de surf) de Tolosaldea.

Kimetz se subió a un monopatín cundo era muy joven y pronto sintió la necesidad de fabricarse su propio patinete. Después comenzó a coger olas en las playas de la costa de Iparralde, en Anglet y Biarritz, y a apasioanarse por el surf. Estos últimos años el coche se ha convertido en su taller móvil improvisado, y ha trabajado en su bajera, en el local de unos amigos en Zarautz y hasta en plena calle. Pero sacaba tiempo para leer libros, documentarse y empaparse del trabajo que hicieron saphers de los años 60 y 70. Se considera autodidacta. “La verdad es que no miro demasiado en internet, sino que he ido adquiriendo libros e interesándome sobre la forma de trabajar de pioneros como Joe Quigg, Hobie Alter o George Greenough en la década de los 70”, declara Martínez.

Además de ojear libros, también ha viajado a lugares donde el surf es auténtica religión, como California, para aprender de primera mano de la mano de shapers expertos. “Allí el surf lleva años de tradición y me gustó mucho ver cómo hay pequeños talleres y cómo la gente va a pedir que les hagan sus tablas a los garajes que están siempre abiertos”, explica el joven, que por ahora ha acondicionado su taller en uno de los laboratorios para emprendedores que ofrece el centro Lehiberri enApattaerreka.

También esto del surf está viviendo una involución hacia los orígenes, hacia una visión más romántica de esta práctica deportiva. “Cada vez hay más surfers que buscan una tabla hecha a su medida, aprecian que haya sido hecha con técnicas tradicionales. Quieren una buena tabla de surf y contactan directamente con un shaper”, declara.

Asegura, además, que los precios no son tan elevados como a priori puede pensarse. “Hace algunos años los fabricantes chinos comenzaron a hacer tablas de surf a bajos precios. En las grandes tiendas de deporte también venden tablas por 400 euros, pero la verdad es que se puede hacer una buena tabla, que no sea de serie, con un presupuesto de entre 500 y 1.000 euros, dependiendo de lo caprichoso que sea el cliente o el tamaño de la tabla”, explica el joven.

PRoceso creativo

Un estilo propio

Artesano y artista

El oficio que ha elegido Kimetz Martínez tiene mucho de artesanía, porque todo el proceso se hace a mano, y también grandes dosis de arte. “Cada uno tiene su estilo propio;yo utilizo colores neutros, pero también dibujos psicodélicos. Me inspiro mucho en los diseños que se hacían en la década de los 70”, explica.

El proceso de creación de una tabla de surf es laborioso y requiere por lo menos tres semanas. La pieza de espuma de poliuretano llega al taller en bloque y él se encarga de darle forma y trabajar los cantos en una de las salas del taller acondicionada con luces fluorescentes, colocadas a la altura de la cadera con el fin de detectar imperfecciones. “La pieza pasa después a otra sala aireada, para realizar la enfibración. Es donde se le hace la carcasa a la tabla, con tela y resina, porque de lo contrario la tabla se hundiría”, apunta el fabricante tolosarra.

Kimetz Martínez está contento con la marcha de su proyecto empresarial (www.surftigersurfboards.com), de haber convertido su pasión en su profesión. “Tengo clientes de Francia, Barcelona, Madrid y también de California y Australia, aunque a estos destinos es más difícil enviar las tablas”, concluye. l