dONOSTIA - El viejo cañón de 1808 disparó ayer las fiestas de Aste Nagusia por vigésimo segundo año consecutivo, después de que los donostiarras que se reunieron frente al Consistorio donostiarra entonaran el Artillero dale fuego. Tras el estallido, la capital guipuzcoana vive ya ocho días de continuas celebraciones, entre las que seguirán reinando los fuegos artificiales, la música, el deporte y, sobre todo, el buen ambiente.
Como de costumbre, el público abarrotó los jardines de Alderdi Eder y rodeó el Ayuntamiento, ocupando la calle Hernani y parte del Boulevard, para poder presenciar in situ el acontecimiento que marca el comienzo de la semana de fiestas veraniegas en Donostia. A diferencia de anteriores ocasiones, el artillero mayor, Luis Mokoroa, cedió esta vez los honores a su hija Onin-tza, directora de los Txiribiteros, quien se encargó de prender la mecha festiva, conviertiéndose así en la primera mujer que hace retumbar los cimientos del Consistorio.
La inexperta artillera asumió con gusto la tarea y fue guiada en todo momento por su padre y por los 100 representantes de las 25 asociaciones organizadoras de las distintas actividades que dan color a la Semana Grande, quienes, junto a los espectadores que acudieron a contemplar el acto, pidieron al artillero (en este caso artillera) que le diera fuego al cañón antes de que se casara el pastelero. La descendiente del artillero mayor acabó satisfecha con la experiencia que su padre vive cada verano: “Siempre me había hecho ilusión lanzar el cañonazo”.
Cuatro representantes del Real Club Náutico, del Fortuna, de Urban 13, de Goizaldi Dantza Taldea y de las demás asociaciones que han propuesto y organizado gratuitamente algunos de los actos del programa de las fiestas de Aste Nagusia cantaron y bailaron en la terraza del Consistorio donostiarra. Todos ellos asistieron al acto vestidos con los colores de sus respectivos clubs.
El alcalde, Juan Karlos Izagirre, y componentes de todas las formaciones políticas del Ayuntamiento, se unieron a los integrantes de las agrupaciones colaboradoras, alentados por los miles de donostiarras que disfrutaban del momento. El primer edil donostiarra, con el pañuelo azul al cuello se mostró encantado e incluso se atrevió a bailar agarrado a la concejala María José Usandizaga (PP). Estaba contento por como había transcurrido el espectáculo y subrayó la labor de las agrupaciones organizadoras, que muchas veces pasa desapercibida.
“Las fiestas han empezado sin lluvia y como queríamos, con la gente que organiza las actividades de Aste Nagusia”, aseguró Izagirre, quien, a su vez, hizo referencia a la primera mujer que dispara el cañón de Semana Grande: “Se lo hemos propuesto en el último momento a la directora de los txiribiteros para seguir recorriendo el camino hacia la igualdad”.
Acabado el acto oficial y con los confetis azules y blancos ya por los suelos, los gigantes y cabezudos comenzaron su marcha por la calles del centro de la ciudad. Las txarangas, el Alarde de los txistularis, los fuegos pirotécnicos, los conciertos, la sidra e incluso los harrijasotzailes continuaron dando vida al primer día de la Semana Grande donostiarra.