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Una nueva plaza en el viejo Amara

Los vecinos del barrio de Amara Zaharra confían en que la plaza de Arroka y las obras en curso rejuvenezcan la zonaReportaje de Jon Pejenaute Fotografías Iker Azurmendi

Una nueva plaza en el viejo Amara

dONOSTIA - A falta del toque final, la plaza de Arroka muestra desde hace una semana, cuando se abrió al público, un aspecto moderno, agradable y acogedor, lo que acerca a decenas de curiosos que pasean e incluso fotografían la zona. “Hemos venido a cotillear un poquito”, comentan dos señoras, para quienes tras las obras la zona ha quedado “radiante”. De hecho, tanto los vecinos de los dos bloques ya construidos en la plaza como los habitantes de las calles cercanas se muestran muy satisfechos.

“Esto es un soplo de aire fresco para todos”, asegura un pasaitarra que reside en la calle Amara desde hace 40 años. Según él, los vecinos de los bloques adyacentes no se han visto afectados por las obras y han podido seguir haciendo “vida normal”. Además, recalca que este cambio le va a venir bien al barrio, que poco tiene que ver ya con lo que era antes, ya que donde ahora hay un parque infantil “hace años no había más que barracones y viejos almacenes”.

Este vecino del barrio de San Bartolomé, que ve necesario que se abra un supermercado, confía en que a los nuevos hogares, además de algunas personas que fueron realojadas, acudan parejas jóvenes con hijos para rejuvenecer la zona: “Aquí, la mayoría de los vecinos ya tenemos una edad; hace falta que venga gente joven, que son los que le pueden dar vida al barrio y, aunque el proyecto está aún a medio hacer y faltan por vender algunas viviendas, parece que se va a conseguir”, subraya.

Isabel Landas, cuya peluquería, inaugurada en mayo, es el único comercio que hay en la plaza de Arroka, de unos 3.000 metros cuadrados, ya ha notado un cierto rejuvenecimiento de la clientela, aunque conserva también la de siempre. Tras más de 38 años en la plaza Easo, el desalojo de la casa donde se encontraba su antigua peluquería le obligó a continuar con su negocio en el nuevo espacio urbano, en el que se muestra encantada: “Conservo mis clientes de toda la vida y, además, ahora, con el cambio, ha venido gente nueva y joven”. Para esta veterana peluquera, todos los niños que correteaban por la plaza Easo, donde no hay ningún parque infantil, irán a jugar al de Arroka y “los chiquillos siempre dan vida”.

Además, a este negocio le acompañarán en breve una imprenta y el restaurante Kaskazuri, que después de un largo periodo volverá a la que fue su ubicación original. La renovada sede del Club Deportivo Vasconia también da ambiente a la nueva plaza.

Landas cree que “todo el mundo está contento con el resultado porque la zona ha mejorado mucho”. De hecho, aún recuerda sin demasiada nostalgia el antiguo callejón de Arroka.

Al igual que ella, un vecino de la calle Urbieta que juega con sus hijos en el frontón de al lado, cree que el aspecto del renovado espacio poco se asemeja al de hace tiempo. “Desde que era un crío ya andaba por aquí”, asegura. De hecho, conoció la zona sin el frontón, que en un principio será restaurado. A este ciudadano, que trabajó en el tejado de una de las casas de la plaza Easo que serán derribadas a finales de año, no le extraña esa decisión: “Su estado era deplorable; estaban llenas de grietas y sufrían goteras constantes”, sentencia.