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Quince americanos en Brinkola

Tres generaciones de la familia Mendibe-Azarola, originaria de Ea y Legazpi, han venido a pasar un mes en Euskadi. Se alojan en Brinkola, el barrio en el que nació Mila Azarola

Quince americanos en Brinkola

Si las aventuras de un americano en París dieron para un musical, las de los 15 americanos que han venido a Brinkola tienen que dar por lo menos para un Goenkale o Dinastía. Son los miembros de la familia Mendibe-Azarola, originaria de Ea y Brinkola, que han venido a visitar a sus familiares.

El abuelo, Andoni (Tony) Mendibe, emigró a Estados Unidos hace ya 62 años y en un viaje a Euskadi conoció a la que hoy es su esposa: la brinkolatarra Mila Azarola. Viven en Pocatello (Idaho) donde han criado a cuatro hijos: John, Mikel, Julie y David. Por primera vez, han venido a visitar su país de origen con sus nueras y sus nietos.

John es ingeniero ferroviario y ha venido con su novia Rebecca. Mike, profesor, lo ha hecho con su esposa Jamie y su hija Laura. Julie trabaja en la hostelería y ha venido con sus hijas Juliana, Ainhoa y Amaia. Su marido no ha podido venir. Por último, David llegó ayer por la noche, acompañado por su esposa Megan y sus hijos Jade y Dylan. Se alojan en Errotaburu, el caserío de la hermana de Mila.

Esta mujer explica que el viaje lo han organizado para que sus nueras conozcan el origen de las extrañas costumbres de la familia Mendibe-Azarola. “Les llama mucho la atención que siempre comemos todos juntos o que hablamos más alto que ellos en la mesa. No significa que estamos enfadados, sino que hablamos claro. Allí la gente tiende a no decir lo que piensa para no herir al de enfrente, pero a la larga resulta perjudicial. Muchos matrimonios se rompen por esa acumulación de rencor. Aquí nos comunicamos más directamente y hay menos divorcios. Mi madre siempre me decía que nunca fuera a la cama enfadada con mi marido”, recuerda.

En Brinkola, Mila no se enfada ni con su marido ni con nadie: allí encuentra la paz. “Cuando vengo aquí, me relajo. En América vivimos muy bien, pero siempre estoy acordándome de mi rincón de Brinkola”. Afortunadamente, ha tenido ocasión de venir muchas veces. Tanto, que sus hijos también conocen bastante bien Euskadi. John comenta que ha venido en siete ocasiones y Mike que ha estado en Brinkola cinco veces. “La última vez que vinimos todos los hermanos juntos fue hace 18 años, con motivo del aniversario de boda de los abuelos”.

Mila recuerda que cuando los hijos eran pequeños era más fácil venir todos juntos, pero su marido comenta que para él nunca ha sido fácil. “Tenía 15 días de vacaciones al año y juntaba las vacaciones de dos años para poder venir un mes a Euskadi. Mi familia se quedaba aquí y yo tenía que volver al trabajo”.

Esta vez han conseguido la cuadratura del círculo: venir con las nueras y los nietos. John se muestra encantado. “Ver a mis sobrinos pescando en el río con botellas y cogiendo caracoles para las gallinas, me recuerda a nuestra infancia. Solíamos hacer lo mismo cuando veníamos a Brinkola. Veníamos para tres meses e incluso hicimos cuadrilla. Solíamos ir a las fiestas de los pueblos de alrededor”.

Mike recuerda que también solían jugar al escondite. “Jugábamos unos 20 niños de distintas edades. Era algo muy bonito. Ahora mis hijos tienen ocasión de hacer eso. En Estados Unidos no pueden hacerlo. Allí nunca verás una veintena de niños de distintas edades jugando juntos”, señala.

John dice que la vida en Euskadi es muy distinta a la de Estados Unidos. “Aquí juegan con sus primos vascos a pesar de no hablar el mismo idioma. Allí hay más miedo a lo que es distinto. Es algo un poco raro, pues allí hay mayor mezcla de culturas”.

Inmigrantes Su madre cree que en Euskadi se acoge mejor a los inmigrantes. “Allí a los mexicanos enseguida se les dice que aprendan inglés, de mala manera. Nosotros, en cambio, invitamos a la gente a hablar en euskera. El otro día se nos acercó una persona de raza negra en un restaurante y yo pensé que nos hablaría en castellano. Cuando nos habló en euskera me dieron ganas de darle un abrazo. Quieren entrar en nuestra cultura. Allí las distintas culturas compiten entre sí. Quieren imponerse los unos a los otros, en lugar de enriquecerse mutuamente. Además, mucha gente no quiere salir de Estados Unidos: piensan que en ningún otro lado hay nada mejor”, dice.

John es de la misma opinión que su madre, pero puntualiza que en Estados Unidos hay también mucha gente abierta a conocer otras culturas. “Yo mismo he viajado mucho y he conocido muchas culturas. Esas ganas de conocer otras realidades las he heredado de mis padres. Por otro lado, muchos tienen miedo de salir fuera, pero las situaciones más peligrosas de mi vida las he vivido allí”, comenta.

La familia Los Mendibe-Azarola creen también que en Euskadi la institución familiar tiene más fuerza que en Estados Unidos. “Cuando llamé a Mertxe para decirle que íbamos a venir todos, le dije que dormiríamos en un hotel. Me preguntó a ver si estaba loca. Me dijo que viniera a casa. Que aquí hay sitio para todos, vengamos 15 o 20. Cuando les conté eso a mis amigas americanas, me preguntaron a ver qué clase de familia tengo. Cuando vuelvas nos dirás que tu familia no es tan buena como creías, me dijeron. Pero hemos venido aquí y todos los días nos reunimos 20 personas en la cena: cocinamos juntos, servimos juntos, limpiamos la cocina juntos... Este ambiente allí no se conoce y me da mucha pena. No toman tiempo para reunirse con sus familias. Les parece difícil. Allí, cuando se va de visita, se va a un hotel”.

En el hotel Errotabide estarán cuatro semanas. La semana que viene celebrarán una comida con los sobrinos de Ea, entre los que se encuentran el político Karmelo Landa y su hermano, el presentador Klaudio Landa. Los Azarola también celebrarán una reunión.