zumarraga - ¿A qué se dedicaba antes de venir a Euskadi?

-Los últimos años que viví en Venezuela me dediqué a la gerencia en centros de salud. Trabajaba con el Gobierno.

¿Hay mucha diferencia entre el sistema venezolano de salud y el vasco?

-Son completamente diferentes. En la letra son parecidos, pues el de Venezuela es un sistema socialista basado en servir a todos los ciudadanos con equidad. Pero en la práctica, la diferencia es abismal. Osakidetza es lo que tenemos escrito, pero no conseguimos. Hay un conflicto de intereses bárbaro entre la salud pública y la privada y el tema se ha pervertido.

¿Qué le parece Osakidetza?

-Es mi sueño para Venezuela. Tengo amigos bien posicionados en el Gobierno y cuando llegué aquí les hablé del sistema vasco. Les dije que no gastaran dinero visitando otros lugares, que vinieran aquí y vieran un modelo socialista. Un modelo real. Con todos los fallos que pueda tener, el vasco es un sistema a tener en cuenta. Cuando salí de Venezuela trabajé en Murcia y me parece increíble que haya semejante diferencia entre el sistema de allí y el de aquí. El sistema vasco es un sistema ordenado, con una atención personalizada y sectorizada. Se trata de una asistencia psicosocial completa. Se atiende a la gente desde el punto de vista sanitario, pero la parte psicosocial no queda excluida. Estoy fascinada.

¿Por qué vino a Europa?

-Yo trabajaba con el Gobierno y mi marido estaba en contra del Gobierno. Al final, me di cuenta de que él tenía razón. Él era profesor universitario y anestesista. Recibió una oferta para trabajar para la ONU en Ginebra y decidimos venir. Un mes antes de venir, tuvimos un accidente y mi marido murió. Al poco, secuestraron a mi hija. Afortunadamente, la policía actuó rápido y la rescataron al día siguiente. Los cuatro, mis hijos y yo, decidimos seguir adelante con el proyecto de papá. Recibí una oferta de Murcia y durante tres años trabajé en un ambulatorio.

De Murcia vino a Euskadi.

-Las cosas se empezaron a poner difíciles en Murcia y fue así como vine a Euskadi, hace tres años y medio. En el año 2010 participé en un congreso que se celebró en Bilbao. Vine por motivos laborales, pero también quería conocer la zona. En Murcia se vivía una debacle y, además, no había universidades ni expectativas. La juventud tenía una visión muy corta y pocas ganas de estudiar. En mi familia hay amor por la universidad y cuando vi que la UPV está al lado de la Universidad de Deusto, lo vi claro. En mi país la universidad pública es para los pobres y eso lo pervierte todo.

¿Qué fue lo que no le gustó de la Revolución Bolivariana de Chávez?

-Empecé a trabajar en la gerencia de los centros de salud de la mano de un amigo al que habían nombrado presidente de la Seguridad Social de Venezuela. Estaba muy involucrada en el proyecto político y social y mi marido veía lo que quizá yo no podía ver por estar adentro. Así, decidimos buscar una tierra neutral. Mi marido era de origen chileno y decía que no quería que sus hijos vivieran lo que él vivió cuando era pequeño. Temía que se diera una distorsión política y que el socialismo que todos soñábamos, lleno de bienestar social, se convirtiera en una dictadura comunista.

¿Tan mal está la cosa en Venezuela?

-Hay una confrontación inhumana, salvaje, de clases y de poderes. No puede ser que un Gobierno socialista, basado en principios bolivarianos, arremeta con toda su fuerza militar contra la luz, que son los estudiantes. En mi juventud participé en la lucha estudiantil y encerrábamos a los rectores, pero no había balas en la cabeza por eso. Creo que se ha pervertido un proyecto bolivariano precioso.

¿Es duro ser emigrante?

-Los venezolanos no nacimos para emigrar. Somos un país que recibe emigrantes. Recibimos tan bien a los que vienen, que nadie quiere irse. El plus de Venezuela no es el petróleo, sino la convivencia y la forma de ser de la gente. En mi país nunca puse un antidepresivo. Para un venezolano es durísimo salir del país.

¿Los vascos podemos presumir también de nuestra gente?

-Sí. Nos recibieron mejor de lo que esperaba. En el sur hay mitos respecto al norte. "Si ellos, que son de acá, se sienten así...", pensé. Pero Dios me ha permitido entrar en los hogares de los vascos y, una vez que entrás... Ver a los pacientes hospitalizados en sus casa ha sido para mí una experiencia de un valor impresionante. No desde el punto de vista médico, sino desde el punto de vista cultural. Un sábado de mucho trabajo, era más de medianoche y todavía no había podido sentarme a comer. Desde coordinación avisaron a los familiares de cuál era la situación. En una casa, después de examinar a una paciente, su marido me sirvió un caldo que había preparado para mí. ¡Qué agradecida salí! He vivido miles de situaciones así.

¿Volverán a su país algún día?

-No lo sé. Venezuela está como está. Hay una distorsión de un sistema político. El capitalismo salvaje que se combatió con el sistema socialista está más presente que nunca. Combatieron a los oligarcas y ahora son ellos los oligarcas. Se trata de un mal uso del poder y del Estado. En Donostia se puede caminar tranquilamente por la calle a las tres de la mañana y eso no tiene precio. Si estuviera en Venezuela, estaría en la lucha de la calle. Para recuperar la libertad que perdimos, por culpa de la ignorancia y la perversión del poder. No sé cuántos venezolanos leerán esto, pero quiero que sepan que los venezolanos en el exilio estamos con ellos.

¿Se puede confiar en la oposición?

-No. En lo que confío es en la historia de un pueblo grande y heróico. Un pueblo que lucha. Como dicen nuestros hermanos, un bravo pueblo. Los jóvenes que están en la calle son los que están escribiendo la historia en la época más negra de mi país. Confío en los venezolanos. Trabajé con el partido que está en el Gobierno, pero lo que está haciendo no es lo que queríamos. Confío en que haya un remanente revolucionario que rescate el proyecto bolivariano, que ahora mismo está pervertido. Nos queremos desatar de los gringos y del capitalismo salvaje y nos estamos metiendo en un yugo ideológico. Y los yugos no tienen cabida en los proyectos bolivarianos.