Los guipuzcoanos tenemos fama de sosos, pero las academias de baile van a conseguir que nos quiten el sambenito de encima. No en vano, cada vez son más los que se atreven a dar el salto del arin-arin al cha-cha-cha. Incluso en la Gipuzkoa profunda. Joxe Mari Orbegozo (hablar de bailes de salón es hablar de este azpeitiarra) tiene una academia en Beasain, imparte clases en Zumarraga y Azpeitia y hace unas semanas animó la Parte Vieja de Urretxu con sus bailes calientes.

Orbegozo recuerda que le gusta bailar desde niño. "Bailaba en las bodas, con mis hermanas. Hice la mili en Madrid y allí conocí los bailes de salón. Trabajaba en el Oncológico y por las tardes iba a la academia. Bailaba desde las 16.30 hasta las 23.30, todos los días. Carmen Garmendia, la profesora, me dijo que en un gimnasio necesitaban un profesor de baile y fue entonces cuando empecé a trabajar en esto. Para entonces ya ganaba concursos y decidí dejar el Oncológico para dedicarme a este mundo".

El azpeitiarra ha ganado seis campeonatos de Europa y ha sido subcampeón en cinco ocasiones, con la donostiarra Amaia González. "Antes de empezar, sabemos qué tipo de música nos van a poner, pero no qué canción. Si no estás tremendamente compenetrado con tu pareja, es muy difícil hacerlo bien. No cambiaría de pareja de baile por nada del mundo. A estas alturas nos compenetramos con la mirada. En esto del baile, una buena pareja lo es todo".

También es importante tener sentido del ritmo, claro. Orbegozo cree que hay que nacer con él. "En las academias enseñamos a bailar, pero para participar en los concursos hay que llevar el ritmo dentro y tener oído".

Orbegozo cree que los vascos tenemos ritmo. "Tengo muy buenos alumnos. Gente que está haciendo un gran papel en los concursos". Tanto en Azpeitia como en Zumarraga cuenta con más de 100 alumnos y en Beasain trabajan ocho profesores. En la localidad goierritarra, además de bailes de salón, enseñan a bailar zumba, funky, sevillanas, flamenco, danza del vientre y musicales de Broadway.

¿Y de dónde sale toda esta gente? "Antes los chicos se apuntaban solo a los bailes vascos, pero cada vez son más los que practican también bailes de salón. Muchos vienen a aprender sevillanas antes de ira la Feria de Abril, los novios vienen a aprender a bailar el vals, en Donostia cada vez se baila en más bares...". La afición ha crecido mucho estos últimos años. "Cuando yo empecé, a los chicos les daba mucha vergüenza bailar. En los pueblos estaba mal visto. Afortunadamente, las cosas han cambiado. Hoy en día, tenemos niños en la academia. Si te gusta, ¿por qué no vas a bailar?".

Orbegozo ha bailado a lo largo y ancho del mundo. Durante seis años, pasó la Nochevieja en Cuba. "Iba para ver cómo bailan los cubanos y captar su esencia. Aprendí mucho. Allí tienen otra mentalidad y bailan todos los chicos. Viven de otra manera y se pasan el día bailando. No comen tan bien como nosotros, pero viven felices". Tiene una espina clavada: todavía no ha podido visitar Buenos Aires, la capital del tango. "Tenía el billete de avión comprado y la víspera, en Donostia, se rompió la carroza en la que estaba bailando y caí de una altura de diez metros. Desde entonces, me impone bailar en las alturas".

Las danzas vascas también le imponen. "Me gustan mucho el fandango y el arin-arin, pero nunca los he bailado. Las danzas vascas me gustan para verlas, pero no para bailarlas. En mi opinión, bailar con pareja tiene otra gracia".

Y luego está el tema de los trajes. "A la gente le gusta mucho nuestra ropa. Lleva cientos de piedras pequeñas y este año hemos pagado más de 3.000 euros por cada uno de nuestros trajes. A nuestros alumnos les pagamos nosotros la ropa que utilizan en las exhibiciones y los concursos".

Quién les iba a decir a sus padres que algún día iban a ver a uno de sus hijos vestido con una camisa con pedrería... No en vano, Orbegozo es de un caserío de Azpeitia (Barrenetxe) y de una familia con tradición deportiva. Un hermano jugó en la Real y el otro fue harri-jasotzaile. "Solo trabajé una vez en el campo: me caí y no he vuelto. De todos modos, mis padres están encantados conmigo. El aita fue harri-jasotzaile, pero no se pierde un programa en el que salga yo".