La lluvia fue una vez más protagonista en Carnaval de Donostia. Este año sí, los 2.385 participantes desfilaron a pesar de las constantes e incesantes precipitaciones, en contra de lo que sucedió en la edición pasada, cuando los dos desfiles del fin de semana se suspendieron por el mal tiempo. Las malas condiciones climatológicas cedieron el protagonismo a los chubasqueros transparentes que llevaron muchos de los comparseros, que además de protegerles de la lluvia, permitían ver sus coloridos disfraces.

El agua afectó también al público, menos asiduo que en anteriores ocasiones. La gente se refugiaba del agua bajo los balcones de las casas, en las paradas del autobús o en los arcos de la plaza de Gipuzkoa. Muchos de los espectadores no se podían creer que la fiesta prosiguiera sin interrupciones. Sin embargo, según aseguró Lourdes Gazparren, de la comparsa Fama, dentro de lo negativo, desfilar bajo la lluvia era lo mejor que les podía pasar. "Es una pena que el Ayuntamiento no nos dé la opción de aplazar el desfile. Después de tanto trabajo no te queda otra que salir pese al mal tiempo", lamentó la bailarina. "La lluvia impide que se valore nuestro esfuerzo y luzca nuestra labor", prosiguió Lourdes.

Una compañera del séquito de la Diosa Momo, Aitziber Urkola, quiso quitar hierro a la faena afirmando que "el Carnaval es como un pulmón y sin él se puede vivir, pero con él se vive mejor". Aunque el público fuera menos numeroso que en años anteriores, algunos espectadores, paraguas en mano, mostraron este talante festivo y acompañaron a las comparsas con sus enérgicos ánimos.

Uno de los disfraces más "oportunos" para la ocasión fue el de las Sirenas del Gorga, que se remojaron con ganas. Los indios y vaqueros de Gurea, los marcianos y astronautas de Denok Taldea, los mutantes de Toxic, las azafatas de Bóveda o los guerreros nórdicos de Thamessis empaparon también sus vestimentas.

Esther Vega, integrante de Thamessis, una de las comparsas más premiadas del Carnaval donostiarra, comentó apenada que después de tanto tiempo, trabajo y dinero invertido, "la lluvia desmotivara a los espectadores, que son parte importante de la fiesta". "Entre los paraguas y chubasqueros, el colorido dentro del público era menor que de costumbre", afirmó la trintxerpetarra, que participaba en el Carnaval por vigésima primera vez.