Halterofilia: la fuerza de la técnica
la sección de halterofilia goza de salud en zarautz y cuenta con 22 fichas para esta temporada
Bertako gaia
existe el dicho Más vale maña que fuerza y si lo trasladamos a la halterofilia, se puede sustituir la maña por la técnica. Aunque para muchos cueste creerlo, al observar en la televisión o en un campeonato a chicos y chicas levantando peso, este deporte está abierto a todo el mundo y así lo confirman los miembros de la sección de halterofilia de Zarautz. Esta disciplina goza de salud en el municipio costero, con un grupo de 22 levantadores para esta temporada. Tan solo un club de Euskadi les supera con una ficha más. No es fácil conseguir este éxito, pero gracias, sobre todo, a personas como los entrenadores Juan Antonio Mendizabal y Enrike Kortajarena, que siguen trabajando tanto o más que hace 46 años, los vecinos pueden disfrutar practicando la halterofilia. Tanto es así, que recientemente, los dos entrenadores han recibido el homenaje de los zarauztarras, al ser galardonados por toda una vida en el voluntariado.
El pasado viernes realizaron las pruebas puntuables para sacar dos equipos de seis levantadores para la primera jornada de la Liga de España y las dos chicas del club se midieron para mandar sus puntuaciones al seleccionador de Gipuzkoa, quien reunirá las mejores marcas para elegir a las deportistas que acudirán a la Liga de federaciones de España. Además, la sección zarauztarra acudirá este próximo sábado a Navarra, a la Liga de noveles y promesas. En el gimnasio del polideportivo municipal donde entrenan los lunes, martes y jueves, de 17.30 a 20.00 horas, nos reunimos con el grupo para conocer más este deporte, que en Gipuzkoa tuvo sus orígenes en Zarautz.
Tal y como recuerdan Enrike y Juan Antonio, Jose Mari Illarramendi y Emilio Olazabal fueron los impulsores de la halterofilia. "El primer escrito de la federación fue hecho por Emilio Olazabal, con el fin de crear un club, pero para eso debía surgir la federación guipuzcoana. Era octubre del año 1967 y un año después recibieron todas las licencias. Trajeron a un entrenador de la federación española: Jorge Lacalle. Hasta entonces solo había grupos que levantaban pesas, como en el Atlético de San Sebastián, donde cinco deportistas entrenaban con Rodolfo Yarza", explica la pareja de entrenadores. "Prácticamente éramos nosotros los que empezábamos con esto desde cero", añade Enrike. Más tarde, los entrenadores de Zarautz comenzaron a repartirse por todo el territorio para enseñar este deporte. Incluso competían en más de un lugar en un mismo día: "Cargábamos la tarima y las pesas, íbamos a Zizurkil y como no había muchos jueces, levantabas y luego hacías de juez. Tras la prueba guardábamos todo en el camión y a la tarde competíamos en Oikia. Hoy en día eso es impensable".
El deporte ha cambiado "totalmente" desde entonces. "Nos arreglábamos con las instrucciones que nos dejaba el entrenador de la federación española. Pero no teníamos métodos de entrenamiento como hoy en día. Había desconocimiento, porque la única información que se recibía era de Rusia y no había traductores", subraya Juan Antonio. Pero todo eso no evitó que Zarautz comenzara a coger fuerza e incluso que el que fuera subcampeón del mundo, el belga Serge Reding acudiera al municipio.
"Los discos eran de hierro (hoy en día son de plástico) y las barras giraban, pero la muñeca sufría, no como ahora. Además, antes había que ir levantando de dos kilos y medio en dos kilos y medio como mínimo. Ahora se permite de kilo en kilo. En la actualidad es muy difícil tener una lesión", aseguran. De hecho, la Dirección general de Deportes de Madrid tiene registrado que la halterofilia lleva 40 años en el último puesto en número de lesiones. "Existen muchos prejuicios acerca de esta disciplina y hemos oído de todo. Incluso nos decían que no íbamos a crecer...", detallan los homenajeados.
"Ahora los chavales vienen y tienen sus botas. Nosotros usábamos botas de monte, las llevábamos a la zapatería Martiarena y les poníamos un tacón de cuatro centímetros. Recuerdo que fui al primer campeonato de Gipuzkoa en Hernani y no tenía ni chandal. Allí entrenaba Antonio Roldán y me dejó su albornoz blanco, con su nombre en la espalda. La gente pensaba que era él por la calle.... (risas)", explica Enrike. Gracias a Jose Mari Illarramendi consiguieron el chandal, las botas y duchas en el gimnasio de La Salle. "Puso el dinero de su bolsillo y siempre estuvo ahí. Él y Emilio Olazabal, Paco Urquía e Imanol Murua", añaden. Hoy en día cuentan con el apoyo de Karlos Arguiñano y su escuela de cocina Aiala. "Son vecinos que han hecho mucho por el deporte en la villa. Junto a Jose Angel Iribar, en Zarautz se debería construir un monumento en honor a estas personas", indica Enrike.
Los dos están "encantados" con el equipo de esta temporada, que cuenta con 22 levantadores (20 chicos y dos chicas). Y es que es un deporte que se puede complementar con otro: "Las chicas y chicos de balonmano también entrenan con nosotros". Se aprende así a concentrarse, a ser constante y a poner en centésimas de segundo todos los músculos del cuerpo en tensión. "Todo es técnica. La velocidad y la flexibilidad son más importantes que la fuerza. Lo único que garantizamos a cualquiera es que al año de comenzar a entrenar notará que se siente mucho mejor. Competirá consigo mismo", aseguran. El club tiene las puertas abiertas para todo el mundo y anima a acudir al gimnasio para conocerlo.
Enrike y Juan Antonio subrayan que siguen en esto gracias al apoyo de sus familias, algo "impagable e indispensable". "Mi mujer siempre ha estado celosa. Siempre me ha dicho que he tenido una querida: la halterofilia", bromea Juan Antonio.