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"En Bentatxiki vendíamos de todo, pero sobre todo herramientas para el caserío"

Juanita Oiarbide vive en el caserío Bentatxiki de Idiazabal, donde nació hace 82 años. Esta mujer es muy conocida en Goierri, pues Bentatxiki era hace algunas décadas lo que hoy en día son las tiendas de los chinos. Bueno, era mejor, pues además de vender de todo, tenían un bar

"En Bentatxiki vendíamos de todo, pero sobre todo herramientas para el caserío"Foto: a.z.

Idiazabal. Oiarbide pasa las noches en Bentatxiki y por la mañana la llevan al centro de día de Idiazabal. Goza de una magnífica salud y es muy echada para adelante, seguramente gracias a los años que pasó tras la barra y el mostrador de Bentatxiki. Se apunta a un bombardeo. Hace algunas semanas montó en helicóptero y no puso ninguna objeción a la entrevista, a pesar de que estaba recién salida de la ducha. Tras responder a las preguntas, se prestó a ir a su caserío para la sesión fotográfica.

¿Cuándo abrieron el caserío como tienda y bar?

Yo siempre lo recuerdo así. Vendíamos de todo. Sobre todo, herramientas para el caserío. Yo trabajaba allí, pero recuerdo que dos de mis hermanos eran traperos. Mi madre tuvo catorce hijos y yo era la más joven.

¿Qué tipo de menú ofrecían en el bar?

Nos dedicábamos, sobre todo, a los huevos con chorizo y a los bocadillos. El chorizo lo hacíamos nosotros mismos.

¿Qué tipo de gente pasaba por Bentatxiki?

Pasaba mucha gente. La mayoría de los clientes eran de la zona. Muchos eran baserritarras, pero también venía un médico de Beasain. Se me hacía muy raro que un médico viniera a un bar como el nuestro y le pregunté a ver por qué le gustaba Bentatxiki. Me respondió que le encantaba el ambiente. En nuestro bar se jugaba mucho al mus, por ejemplo.

¿Trabajó siempre en Bentatxiki?

Durante una temporada estuve de criada en una casa de la plaza de Gipuzkoa de Donostia. En casa trabajé más a gusto.

¿Le gustaba trabajar en el bar?

Sí. Desde niña era bastante matraka y la verdad es que el bar no está hecho para gente vergonzosa. Si te quedas callado, malo. Recuerdo que en una ocasión, siendo yo aún muy joven, un viajante me preguntó a ver qué tipo de novio quería. Le respondí que quería un novio guapo. Me dijo que de lo bonito no se come. ¡Qué razón tenía!

¿Le dio pena cerrar Bentatxiki?

La verdad es que no. Un bar es muy atado. Siempre tienes que estar allí. No es como una tienda.

Sigue viviendo en el caserío.

Siempre he vivido allí y me daría mucha pena dejarlo. Pero el caserío no es mío. Siempre hemos estado en alquiler.

¿A qué se dedica desde que cerró el negocio?

Se me murió el marido y ahora paso los días en el centro de día de Idiazabal. Me gusta participar en todas las actividades que se organizan. Suelo jugar al bingo y a las cartas y me apunto a todas las excursiones. Hemos estado en Balmaseda, Elizondo, Bertiz... Hace poco estuvimos en Pasaia. Incluso anduve en barco. Nos sacaron al mar y vimos que aquello no es broma. Estoy muy a gusto en el centro de día. Las cuidadoras son estupendas. Vaya paciencia tienen...

Le gusta viajar.

Sí, pero no he podido viajar mucho: tenía que atender la tienda y el bar. En cierta ocasión estuvimos en Madrid, en casa de unos familiares. Me gustó mucho, pero fuimos en verano y hacía un calor terrible. A mí me hacía ilusión montar en avión, pero a mi marido le daba miedo. Le dije que si no accedía a montar en avión me buscaría otro marido y, al final, montó.

Hace unas semanas voló también en helicóptero.

Lo hice muy a gusto. Si tuviese más dinero, me hubiera pasado todo el día volando en helicóptero. Me quedé con las ganas de ver más sitios desde el cielo, pues diez minutos no dan para mucho. No hay que dejar pasar las oportunidades. Hay que probar de todo, antes de que sea tarde. Si me ofrecieran la oportunidad, no me importaría volar en cohete.

Es una mujer echada para adelante.

La libertad es una cosa grande. Hasta hace un año tuve coche. Lo quité porque mantenerlo era muy caro para una viuda.

Ha sido testigo de la evolución de Idiazabal.

El pueblo ha cambiado mucho en estas últimas décadas. Si en los próximos años cambia tanto, no sé a dónde va a llegar... En lo que respecta a la sociedad, algunos cambios han sido a mejor y otros a peor. Una de las grandes noticias ha sido la abolición del servicio militar. Recuerdo lo mal que lo pasaba nuestra madre cuando alguno de sus hijos tenía que salir de casa. Uno de ellos hizo la mili en Madrid y no se me olvidará nunca la alegría que nos dio cuando apareció por sorpresa. Nos extrañó que el autobús de Madrid parara cerca de casa y menuda alegría nos llevamos cuando le vimos bajar de él...