HACE más de diez años, desde 2002, que no se disputa un partido oficial de balonmano en Hernani, pero este deporte gozó de gran popularidad y prestigio en el pueblo. Sin quitar el protagonismo del que siempre ha gozado el deporte rey, el fútbol, el balonmano podía equipararse a lo que hoy representa el rugby para dicha localidad.
Los primeros partidos se organizaron en el año 1944 con medios muy precarios y hasta 2002 pasaron por el equipo Hernani Eskubaloi Taldea numerosas generaciones. "Imagínate la de gente que habrá pasado por aquí en todos esos años", reflexiona la exjugadora Nekane Azurmendi.
"A pesar de que llevamos tiempo sin jugar siempre hemos mantenido contacto. En septiembre del año pasado organizamos una salida de fin de semana y empezamos a rememorar esos tiempos, pensamos que era una pena que ya no quedara apenas nada de todo eso y nos picamos", recuerda. Fue entonces cuando se empezó a gestar la idea de recuperar la historia del club, una historia que se entreteje con la del propio municipio.
Lo primero que se les ocurrió fue recopilar fotos de balonmano de todas las épocas. "Fuimos al archivo municipal y nos quedamos muy sorprendidos al comprobar que solo había dos fotos. Pensamos que aquello que no se recuerda y se conserva, se pierde; por eso decidimos hacer un llamamiento a todos aquellos que tuvieran fotografías de balonmano para que nos las hicieran llegar", explica.
Esta segunda vía sí que dio sus frutos: "Empezó a salir cada perla... Mucha gente nos está mandando fotos, lo único que pedimos es que sean de la máxima calidad posible", relata Azurmendi. "¡Estoy alucinada de la cantidad de material que estamos logrando, cuando está aislado no hay una perspectiva de todo lo que hay, pero al juntarlo es cuando nos damos cuenta!", exclama.
Todavía siguen recopilando imágenes sobre su deporte. Quienes tengan las instantáneas en formato digital pueden hacerlas llegar a través de la dirección hernanies- kubaloitaldea@gmail.com. Por otro lado, quienes las tengan reveladas pueden acudir al archivo municipal por la mañana para que el archivero las escanee. "Las fotos no solo nos hablan de balonmano, sino que también nos dan información de cómo era Hernani antes", recalca la exjugadora.
Los impulsores de esta recopilación fotográfica aún no saben qué harán con todas las fotos. Hablan de la posibilidad de organizar una exposición o incluso de crear un libro, pero todavía no hay nada cerrado. Lo único seguro es que el próximo 21 de septiembre se llevará a cabo una celebración en la que se darán cita jugadores, entrenadores y aficionados al balonmano de diferentes generaciones. "Nos hemos puesto en contacto con ellos a través de Facebook porque varios de ellos viven muy lejos y el boca a boca también nos está funcionando muy bien", apuntan.
Historia
Desde 1944 hasta 2002
Mucho ha evolucionado el balonmano en su historia en Hernani. Tal y como recuerda el exjugador José Martín Tijero, a mediados de los años 50 cada equipo de balonmano estaba compuesto por once jugadores titulares y los partidos se llevaban a cabo en un campo de fútbol. "Aquello era una matada", asegura.
Así las cosas, la Federación de Balonmano decidió pasar a equipos de siete jugadores y reducir las dimensiones de los terrenos de juego. "Jugábamos en el frontón y en Atsegindegi cuando aquello era una zona llena de gravilla. Nos destrozábamos todo el cuerpo, pero no nos importaba porque había mucha afición al balonmano", señala.
En esos años las rivalidades eran muy fuertes: "Con los de Usurbil andábamos a torta limpia". Y como ahora, lo peor recaía sobre el árbitro: "A veces intentamos echarle al río, pero cuando terminaba el partido todos éramos de nuevo amigos".
Las condiciones para jugar al balonmano eran muy precarias. Tijero nunca llegó a jugar en un campo cubierto. El balón era de dimensiones mucho mayores a las que tiene en la actualidad y estaba confeccionado con un material poroso que cuando llovía su tamaño aumentaba aún más. "Los deportistas de ahora miden dos metros y tienen balones muy pequeños y de colores, pero nosotros con apenas 1,70 metros teníamos que arreglárnoslas con esos balones enormes", recuerda.
En esos años del equipamiento para jugar se tenía que encargar cada uno. Asimismo, no tenían vestuarios ni duchas. "Nos cambiábamos en Biteri en una sala que era un txerritoki", rememora.
Tampoco había entrenamientos, ya que en aquellos tiempos las jornadas laborales eran de diez e incluso de once horas y también se trabajaba los sábados. Todos los partidos, por tanto, se programaban para el domingo.
"Entonces venía mucha gente a ver los partidos porque en el mismo equipo nos juntábamos jóvenes de cuatro o cinco cuadrillas". Tijero abandonó el equipo en 1964, cuando ya tenía tres hijas.
Iñaki González Sergio empezó a jugar en 1975 y Atsegindegi continuaba siendo un campo de brea, que "era lija pura". Sin embargo, en esa época los materiales fueron evolucionando rápidamente.
El equipo llegó a jugar en la categoría Segunda Nacional. Fueron los años de mayor auge del equipo masculino. Cuando Sergio se jubiló como jugador, empezó a entrenar y se pasó cerca de 20 años formando a la cantera.
Por su parte, Koldo Monje estuvo poco tiempo como jugador para dedicarse enseguida a las tareas de delegado de las chicas. "Un curro muy ingrato, en el que se tenía que ocupar de todo: del marcador, de las fichas del partido, del tiempo, de acompañar al árbitro si había bronca, de utillero...", reconocen. Mas lo más difícil en opinión de Monje era conseguir financiación.
Féminas
Al máximo nivel
Con Monje como delegado coincidió como jugadora a finales de los años 70 Amaia Iraola. "Yo era portera porque nadie quería serlo, me decían que era buena, pero era baja para este puesto", expone. "Recuerdo que en Atsegindegi teníamos que barrer el campo y si se caía el balón teníamos que ir al barranco a por él", apunta.
Nekane Azurmendi fue protagonista de la época dorada del Hernani de balonmano, ya que jugó partidos en División de Honor, la máxima categoría. "Teníamos que viajar mucho, incluso teníamos que hacer dos viajes por temporada a las Islas Canarias. Como la situación económica del equipo no era buena, solíamos hacer el viaje el mismo día del partido", recuerda. "Cada temporada eran muchas horas de viaje, yo me saqué la carrera en el bus", asegura.
No obstante, el club poco a poco se fue debilitando hasta que en 2002 desapareció por completo. Para este declive se dieron una serie de circunstancias: falta de relevo en las tareas de delegados y directivos, dificultades de financiación y el paso a un balonmano más profesionalizado en el que había fichajes de jugadores contra lo que Hernani no podía competir.