El polígono Talaia de Oiartzun es una zona de tránsito. Cuando todavía campa la luna por sus inmediaciones, algunos trabajadores llegan a realizar sus actividades. Poco después del amanecer, a las siete de la mañana, Talaia Taberna abre sus puertas a todo aquel que quiere tomarse el primer café de la mañana o el almuerzo. Ya son quince años los que Aitor Aristimuño lleva regentando el único bar de este polígono. Un bar, dice, que es como "una familia, donde todos nos conocemos y nos vemos día tras día".
Talaia Taberna es un pequeño rincón donde uno se puede encontrar como en casa. Con precios asequibles, uno puede tomarse un café o los pintxos estrella, de lo más tradicional, de esos que alegran el estómago antes de tener que volver al trabajo. Desde tortillas de todo tipo hasta bocadillos pequeños de lo más contundente (de pechuga, lomo con pimientos, vegetal, queso, jamón, ...) por 1´70 euros. Estos minibocadillos cuentan con gran éxito entre la cliente del bar ya que Aristimuño elabora alrededor de 150 a 200 diarios.
El bar está abierto desde las 7.00 hasta 17.00 horas y los momentos de mayor afluencia son desde primera hora de la mañana hasta el mediodía. Sus horarios concuerdan con los de la mayoría de las empresas del polígono y generalmente, por la tarde, cierran. Por eso, Talaia Taberna concentra el mayor número de clientes por la mañana. Sin embargo, al contrario que la mayoría de los bares, la cocina está abierta todo el día para todo aquel que quiera comer un plato o tomar un pintxo. "Cualquiera que venga a la hora que sea y quiera comer puede hacerlo a la hora que sea. Hay mucha confianza. No le voy a negar comer a nadie", cuenta Aristimuño. En Talaia Taberna no hay carta como tal pero sean las diez de la mañana o las cuatro de la tarde, quien lo pida puede comer el puchero del día, arroz a la cubana, macarrones o un filete con patatas. En Talaia Taberna su comida estará asegurada siempre.
Aitor Aristimuño adquirió el negocio hace quince años con la ayuda de sus padres. Ha estado ligado al mundo de la hostelería desde los 18 años. Estudió cocina pero se dio cuenta pronto de que lo que más le gustaba era la barra. Tantos años en esta taberna le han otorgado una gran experiencia en el oficio. Llegó a Talaia Taberna cuando la crisis ni siquiera había asomado la pata. El sector industrial iba por aquel entonces como la seda y el bar abría por la mañana y por la tarde. Ahora, por la tarde, el polígono está desierto. Por este motivo han concentrado la jornada a la mañana y pocas horas de la tarde. A pesar de ello, Aristimuño realiza un balance positivo: "Hemos empezado a notar la crisis ahora pero no me puedo quejar porque seguimos teniendo bastante trabajo". Talaia Taberna sigue manteniendo una fiel clientela que sabe que nunca se le denegará un café, un pintxo, un bocadillo o un plato de comida a cualquier hora. Quince años de confianza pesan, con crisis o sin ella.