El druida de Zumarraga
fermín goenaga está impartiendo un taller de plantas medicinales en la casa de cultura
EN Zumarraga no hay soldados romanos como en las historietas de Astérix y Obélix, pero sí un druida y una población deseosa de probar sus pociones mágicas: Fermín Goenaga está impartiendo un cursillo sobre las plantas medicinales, en el que se han cubierto todas las plazas disponibles. La iniciativa ha tenido una gran acogida y se han inscrito 25 personas. El taller ha sido organizado por el Ayuntamiento de la localidad de Urola Garaia y se está desarrollando en la casa de cultura.
Goenaga explica que se aficionó a las plantas por influencia de sus hijos. "Siempre me han gustado las flores, desde que de niño iba al monte con mi padre. Sus colores me llamaban la atención. Al igual que mi padre hacía conmigo, yo llevaba a mis hijos al monte y, sobre todo, a mi hija le gustaban mucho las flores. Como no me atrae el fútbol, no paso mucho tiempo mirando a la tele, por lo que decidí dedicar tiempo a las flores. Compré un libro y empecé a hacer preguntas acerca de ellas a los baserritarras de la zona".
clases
Trabajo de campo
Trabajó durante mucho tiempo en la hostelería y el interés de algunos clientes por las infusiones hizo que él, a su vez, se adentrara aún más en el mundo de las plantas. "Comencé a asesorar a la gente y, aquellos que lo probaron, quedaron satisfechos. Después, el juez de paz de Zumarraga, José Ángel Igartzabal, me ofreció colaborar en Segura Irratia. Durante tres años presenté un programa de una hora de duración".
En la actualidad se encuentra en paro y ha aprovechado esta circunstancia para recuperar la labor de divulgación: ha identificado las hierbas situadas junto al bidegorri y ahora está impartiendo un curso. "Cuando hace buen tiempo, me llevo a la gente al monte. También visitaremos el museo Aikur, pues el mundo de las abejas está estrechamente relacionado con las flores. Les hablo solo sobre las de aquí, claro. También de las venenosas. Hay algunas que no son beneficiosas para todos (pueden ser buenas para los que tienen tensión baja, pero no para los que la tienen alta), pero una docena de ellas son buenas para todos", explica Goenaga.
En la actualidad este vecino de Zumarraga tiene controladas unas 60 hierbas y flores autóctonas, con sus respectivas propiedades. "La Achillea millefolium (zartagin ipurdi en euskera) viene muy bien para los dolores de menstruación, la Calendula officinalis la utilizo principalmente para hacer pomadas para piel, la Echisetum arvense (cola de caballo) es diurética, el espino albar es bueno para el corazón, el Tarassacum officinalis (diente de león) es muy bueno para limpiar el hígado, la lavanda se utiliza contra la polilla, con la albahaca hago licor, con el hipericón se hace el famoso Prozac... De todos modos, una misma flor sirve para distintas cosas y viceversa", comenta.
Con algunas flores se hacen infusiones y con otras pomadas. Estas últimas las elabora con cera, propoleo y aceite de oliva virgen de primera prensa en frío y las infusiones prefiere tomarlas con miel que con azúcar. "En los caseríos utilizaban grasas animales para hacer las pomadas, pero las grasas son meras transportadoras. El aceite de oliva es también cicatrizante, por lo que es mejor. Lo que pasa es que antes el aceite de oliva era muy caro y a los baserritarras les venía mejor aprovechar lo que tenían en casa".
Goenaga conoce también las hierbas y flores de otros muchos lugares del mundo. Trajo algunas de su último viaje a Cuba y tiene libros de Colombia, Francia e Italia. En todas los lugares del mundo hay hierbas y plantas medicinales. "En el desierto tenemos los cáctus. La madre naturaleza nos proporciona lo que en cada sitio necesitamos".
A su vez, se muestra el zumarragarra en contra de algunos desbroces. "La subida a La Antigua, por ejemplo, se desbroza en vísperas del día de Santa Isabel. Le dije al alcalde que sería mucho más bonito que se dejaran las hierbas y las flores, pues nos ofrecen un agradable aroma y colorido".
Para finalizar, ofrece dos refranes como muestra de que la sabiduría popular también aprecia este mundo que tanto le apasiona: "El hombre que va al monte y no trae romero, su amor no es verdadero" y "si todas las mujeres conocieran las virtudes de la artemisa, nunca les faltaría en el bolsillo de la camisa".