El río Deba reivindica su pasado
El día 29 se presenta un libro que recoge la importancia del río en la vocación marinera y mercantil de Deba
EL presente reportaje arranca de una forma un tanto atípica; solicitando al lector la realización de un ejercicio mental para que se imagine cómo era la vida en el valle del Deba a comienzos del siglo XV.
Probablemente, a más de uno le pasarán por la cabeza imágenes de baserritarras trabajando la tierra, de la actividad en las ferrerías o del transporte de mercancías en carros tirados por mulas. Sin embargo, pocos se habrán imaginado la vital importancia que tuvo en aquella época el río Deba; principalmente los doce kilómetros de su tramo navegable que discurría entre el barrio elgoibartarra de Altzola y su desembocadura en la localidad costera.
Precisamente, la relevancia de ese tramo navegable del río es uno de los aspectos que protagoniza el libro Deba, una villa de vocación marinera y mercantil, que será presentado el próximo día 29 de diciembre (a las 19.00 horas) en Kultur elkartea.
Redactada por el soraluzetarra (residente en Elgoibar) Javier Elorza y por el legazpiarra (afincado en Oñati) José Antonio Azpiazu, la publicación editada en el marco de la beca que la Fundación Ostolaza convoca cada dos años en memoria del industrial Patxi Aldabaldetrecu, recoge a través de 180 páginas (en castellano) la actividad mercantil vinculada al río; así como el relevante papel que jugaron en la época destacadas familias debarras.
NOTICIAS DE GIPUZKOA se reunió el pasado lunes con Elorza y Azpiazu para conocer las particularidades de una obra que en los próximos días ya estará a la venta en las librerías de la villa costera.
Una intensa actividad
Del interior de la península hacia Europa y a la inversa
Unidos por su afición común por la historia, Javier Elorza y José Antonio Azpiazu se conocieron "hace unos treinta años, consultando viejos documentos en archivos".
Fruto de su pasión, los autores de la publicación que nos ocupa fueron recopilando numerosa documentación histórica relativa al valle del Deba; razón por la que se animaron a presentar su proyecto a la beca Patxi Aldabaldetrecu.
Una vez seleccionada su propuesta, Elorza y Azpiazu se pusieron manos a la obra a finales de 2010 y un año después ya tienen sobre la mesa el resultado de su trabajo, que se centra en el periodo que va "desde el siglo XV hasta la mitad del siglo XVII". Es decir, "en la época de mayor esplendor de la actividad mercantil vinculada al río".
Javier Elorza no duda al calificar al enclave de Altzola como un "punto clave"; más que nada "porque era el puerto fluvial en el que confluían las mercancías y los productos; tanto los que llegaban del interior de la península con destino a Europa como los que procedían desde Flandes y diferentes regiones europeas como Bretaña o Normandía con destino al interior peninsular".
Según cuenta, "Altzola tenía una importancia fundamental para abaratar los costes del transporte de las mercancías, ya que una txalupa podía llevar por el río la carga de seis o siete mulas y además con una mayor rapidez".
Entre las mercancías más habituales que salían por el río Deba hacia el exterior, la documentación encontrada por Elorza y Azpiazu alude a la lana procedente de Castilla; sin olvidar "las armas, corazas, hachas, azadas, rejas de arar, herraduras o demás manufacturas de hierro" que se fabricaban en las localidades del Alto y Bajo Deba.
Tras ser recogidas en el puerto fluvial de Altzola, esas mercancías eran trasladadas a embarcaciones de mayor tamaño que partían desde el puerto debarra y que aprovechaban los viajes de regreso para traer "desde trigo y ropa hasta pescado o grasa de ballena, que fue uno de los grandes descubrimientos de la época por su utilización como factor de iluminación".
Sin embargo, la intensa actividad en torno al río Deba (llegó a haber varias lonjas y hasta media docena de astilleros en su tramo navegable) entró en declive en la segunda parte del siglo XVII por diversas razones.
Entre todas ellas, Elorza y Azpiazu destacan "el aumento de la competencia en otros puntos de Europa y las decisiones del rey que, además de aumentar los impuestos al mercantilismo, puso los barcos y a los propios marineros al servicio de sus intereses y de las guerras del momento; lo que acabó por hundir la economía de los Austrias".
Familias relevantes de Deba
Los Sasiola e Irarrazabal
El libro Deba, una villa de vocación marinera y mercantil, también concede una especial relevancia a las familias de la localidad costera que ostentaron un incuestionable poder en los siglos XV y XVI.
Es el caso de los Irarrazabal, que hasta finales del siglo XV desempeñaron la labor de prebostes; "un cargo de concesión real que les otorgaba una función judicial y que, ayudados por sus lugartenientes, les permitía encerrar en su propia cárcel a todas aquellas personas que consideraran delincuentes".
Los integrantes de esa familia también gozaron de importantes beneficios económicos derivados de la mercadería; toda vez que "tenían derecho a un porcentaje del trigo, del pescado, del vino y del resto de las mercancías que llegaban a la villa por mar". Todo ello, sin olvidar que los Irarrazabal "también tenían su propia lonja y dos molinos" (el más importante el de Errotazar, donde se encuentra el campo de fútbol de Deba en la actualidad); lo que aumentaba aún más su poder.
Otra de las familias poderosas de la época era la de los Sasiola, dedicada principalmente a la actividad marina y con una importante flota de barcos entre sus pertenencias.
Según explica Javier Elorza, "los miembros de la familia Sasiola tenían un perfil más administrativo y de ocupación de cargos públicos y los más importantes fueron los que estaban al servicio de las cortes castellanas". Es el caso de Jofre Ibáñez de Sasiola, que "fue embajador de los Reyes Católicos en Europa y tenía capacidad para negociar tratados de Guerra, comerciales y hasta de matrimonio; lo que le proporcionaba rentas por todos los lados".
Otro integrante de esa familia, Martín Ochoa de Sasiola, llegó a ser tesorero del condestable de Castilla, que era "el número uno de la nobleza española del siglo XV y la institución encargada de cobrar, por medio de su corte de criados y servidores, el diezmo de todo lo que entraba por mar en la villa".
Además, "desde 1450 y durante más de cien años" la Alcaldía de Deba estuvo en manos de integrantes de las familias Irarrazabal y Sasiola "que se turnaban en el cargo".
En cualquier caso, la publicación que será presentada el próximo día 29 también dedica diversos pasajes a otros aspectos de relevancia de la época como la existencia de corsarios debarras que "cogían barcos cargados de unas mercancías que confiscaban y llevaban a puerto para su venta". Lo hacían, "amparados por la gran ventaja que les proporcionaban las lombardas y demás armamento que se fabricaba en la cuenca del Deba".
Eso sí, en la publicación tampoco faltan las anécdotas; "como la alusión a un documento de 1480 con el que los Reyes Católicos pedían al corregidor que comunicara a Juan Pérez de Licona que no tenía derecho a cobrar por transportar mercancías por el río".