MILES de espectadores abarrotaban el circuito, al que acudían familias enteras con cestas de comida y bebida para pasar el día. Hasta 10.000 vehículos llegaron a desbordar el aparcamiento del hipódromo donostiarra. Pocos lo recuerdan, pero en Lasarte-Oria existió un circuito automovilístico en el que tuvieron lugar algunas de las carreras de coches más importantes del mundo durante las décadas de 1920 y 1930.

La Gran Semana Automovilista de San Sebastián nació durante la Belle Époque para prolongar la temporada estival, atraer a más turistas y obtener un rendimiento beneficioso en el entorno de Donostia. Estas carreras automovilísticas de primer nivel se celebraron de 1923 a 1935, excepto en 1931 y 1932.

El circuito inicial, de 17.815 metros, tenía su salida en Oria, bordeaba el monte Buruntza por Andoain y Urnieta, continuaba por Hernani, Galarreta, Rekalde e Irubide, y atravesaba el barrio de Lasarte para llegar a la recta de meta, de nuevo en Oria.

El rey Alfonso XIII, un apasionado del automovilismo, fue un gran defensor de estas competiciones de coches, motos y sidecars.

Pese al éxito generado, el comité organizador se topó con un problema: los fondos para organizar el evento, procedentes del Casino donostiarra, mermaron por la prohibición del juego impuesta en 1923, y no se pudo afrontar el pago de los premios en la primera edición, para decepción de los ganadores.

Este asunto se resolvió con la creación del Real Automóvil Club de Gipuzkoa (RACG), una entidad que se responsabilizó de organizar las posteriores carreras, a partir de 1924. El acontecimiento cobró tales dimensiones que cientos de guipuzcoanos solicitaron la concesión de un día de asueto para asistir a él. Aquel año 1924 el estadounidense Henry Seagrave logró la victoria en el Gran Premio de San Sebastián a bordo de un bólido de marca Sunbeam.

El vicepresidente del Real Automóvil Club Vasco Navarro, Luis Murgia, relata que Lasarte-Oria llegó a acoger en 1926 el Gran Premio de Europa, una importante carrera que se celebraba en un país diferente cada año. Para ello se reformó el circuito eliminando curvas peligrosas, bordeando Hernani y ampliando las tribunas de manera que pudieran albergar a 2.000 espectadores. Entonces desaparecieron las carreras de motos.

Murgia recuerda que para el pesaje de los coches se utilizaba una balanza de camiones de pesca en el muelle de Donostia, y las verificaciones técnicas de los vehículos se hacían en la plaza de Okendo, junto a las antiguas oficinas del RACG.

mejores momentos

Bugatti triunfa

Durante la edición de 1926, la más importante de las que se disputaron en el circuito guipuzcoano, Constantini fue proclamado ganador del Gran Premio de España, dotado con 30.000 pesetas, y Goux se llevó las 50.000 pesetas del Gran Premio de Europa con Bugatti, una escudería que registró numerosos triunfos en Lasarte-Oria.

Los componentes de varios equipos se asombraron el día de la carrera, cuando salieron temprano de Hendaia para llegar a tiempo al Gran Premio y se encontraron con un atasco continuo que comenzaba en la localidad labortana para llegar más allá de Lasarte-Oria. Este dato demuestra que "muchísima gente venía desde muy lejos para ver las carreras", subraya Murgia.

Después de que la Guerra Civil supusiera el fin para las carreras, la Diputación de Gipuzkoa trató de retomarlas en 1949, pero los gastos que tuvo que afrontar para reparar los destrozos provocados por un fuerte temporal marino en el edificio del Casino Kursaal impidieron que las pruebas se volvieran a repetir.