¿quién dijo que las playas y piscinas son la única alternativa para sofocar el calor en verano y relajarse? Además de los arenales, desde siempre ríos, presas y calas han abierto un amplio abanico de posibilidades a quienes prefieren huir de las aglomeraciones y desean descansar en un paraíso alejado del tumulto y en mitad del paraíso.
En Gipuzkoa son innumerables estos pequeños rincones que permiten a quienes los visitan respirar la calma que los envuelve. En Donostia, por ejemplo, lugares como la cala de Mendiola en Ulia o Tximistarri ofrecen una alternativa diferente a Ondarreta, La Concha o Zurriola.
Tximistarri, un pequeño enclave protegido entre las rocas, se ubica en la falda del monte Igeldo. Tranquila y solitaria, es elegida por muchas personas que practican nudismo. El acceso a ella se encuentra en la subida al núcleo rural, dejando atrás el cruce que se dirige al parque de atracciones. Una pista permite descender hasta las rocas de Tximistarri.
Siguiendo en la línea costera guipuzcoana, Algorri es otra de las opciones más apetecibles. Esta pequeña planicie de Zumaia tiene 160 metros de longitud y 25 de anchura. Ubicada junto a la playa de Itzurun y en la ladera este del monte San Telmo, se trata de un entorno compuesto por bolos -piedras redondeadas-, rocas y arena.
Al igual que en Zumaia, los pasaitarras también pueden disfrutar de su particular hueco en Alabortza, conocida también antiguamente como Kalaburtza (Pasai Donibane), que los vecinos del municipio costero están intentando recuperar.
Con espectaculares y privilegiadas vistas de la bocana y las formaciones del flysch amarillo, se trata de uno de los principales atractivos de la comarca que queda a la vista de los bañistas únicamente cuando baja la marea.
En el interior
Presas y ríos
Sin embargo, el mar no es el único atractivo de la temporada estival cuando el sol calienta y el mercurio de los termómetros sube.
Ejemplo de ello son las poblaciones del interior del territorio que, a falta de arenales, han tenido que buscar lugares que cumplan una función similar. Uno de los txokos más emblemáticos es la presa de Usako de Oñati, ubicada en el barrio de Zañartu.
Este entorno dispone de zona de baño, espacios verdes, duchas y servicio de socorrismo durante la temporada estival. Su historia es larga y muchas generaciones de oñatiarras han podido disfrutar de este enclave, que conjuga la naturaleza y los servicios y comodidades para los bañistas.
Asimismo, los ríos también han sido y siguen siendo lugar para el esparcimiento, como sucede en Buruntzaldea. El verde de los prados y las frías aguas del río Urumea se fusionan en Latxe y Ugaldetxo. Tomando el camino desde Hernani hacia Goizueta, los bañistas se pueden topar con estos dos pequeños enclaves ubicados cerca del barrio de Ereñozu.
Bidasoa
Calas en Hondarribia
Las pequeñas calas son, a su vez, las protagonistas de la comarca de Bidasoa-Txingudi. Entre ellas destaca, entre otros, Kai Zaharra. Se trata de una pequeña playa en la desembocadura del río Bidasoa, protegida por el espigón donde hasta hace poco se erigía el embarcadero de las pequeñas naves que navegan hacia Hendaia. En pleno centro del barrio de La Marina, junto al parking de la antigua Benta (o lonja), se ubica al comienzo del conocido como paseo Butrón. Tan sólo puede utilizarse con marea baja.
Otra opción es la playa de los Frailes, una zona ubicada detrás del castillo de San Telmo, entre el puerto pesquero de Hondarribia y el faro de Higer. Para acceder a ella hay que tomar una senda después de pasado el castillo de San Telmo, en un punto ubicado en la carretera que asciende desde el puerto al faro. El nudismo es una práctica habitual en esta cala.
Finalmente, Jaizkibel ofrece numerosos de enclaves a los que también multitud de bañistas suelen acercarse para poder tomar el sol y sumergirse en sus frías aguas. El acceso a estas calas suele realizarse desde las pistas que descienden de la carretera de Jaizkibel hacia el mar. Una de las más populares es Maldarranas o Malarranas.