Síguenos en redes sociales:

"Sigo con las galerías de arte por amor, esto nunca fue un negocio para mí"

Salmantina de nacimiento y "hondarribiarra de adopción y corazón", Conchi Pascua sigue en activo, con su popular tienda de ropa, a los 83 años de edad. Pero su verdadera pasión es el arte. El pasado domingo, recibió, "muy emocionada", el homenaje de Emeki Elkartea

"Sigo con las galerías de arte por amor, esto nunca fue un negocio para mí"Foto: X.S.

Hondarribia. La tienda de Conchi Pascua en La Marina de Hondarribia es un lugar muy recordado por muchos ciudadanos. "Antes vendíamos hasta juguetes, ahora ya sólo nos dedicamos a la ropa, y la verdad, el negocio no anda nada bien", señala esta incansable mujer. Pascua llegó a Hondarribia con 18 años y más tarde, afirma, "me enamoré del pintor, de Pedro Movellán, y después, del hombre". Al morir su marido, Pascua abrió en el estudio de éste la galería Movellán, y más tarde, la galería Pascua, "porque la otra se me quedó pequeña, de tanta gente como venía".

¿Por qué sigue con las galerías de arte, no tiene ganas de jubilarse?

Sigo trabajando, en primer lugar, porque me gusta, y no podría estar quieta en casa sin hacer nada. Mi medio de vida es la tienda de ropa, y el arte es para mí una pasión, pero no vivo de la venta de los cuadros de mis dos galerías. Los artistas siempre me han pagado los gastos y nada más, pero esto es una afición y un placer. No lo hago por dinero, lo hago, de verdad, por amor al arte. He estado tentada de cerrar las galerías, pero sigo adelante gracias a la ayuda de alguna gente.

¿Y cómo está la venta de arte en estos momentos de crisis?

Pues muy mal, porque entrar, la gente entra mucho a ver los cuadros, pero es muy difícil vender alguno. Al menos en mi caso, tengo obras de artistas de calidad contrastada y eso tiene su precio. Aún así, sigue viniendo gente a comprar arte como inversión. Pero cada vez menos.

Muchos asocian sus galerías a un estilo de arte más figurativo, de corte clásico, no moderno, por así decirlo. ¿Qué arte le gusta a usted?

En Movellán y Pascua tenemos arte de todos los estilos, desde el impresionismo, que es el que a mí más me apasiona, hasta arte moderno o más abstracto, o el hiperrealismo. He vendido obras de Bienabe Artia, de Montes Iturrioz, de Chillida o de Basterretxea. Y me gusta tener también obras de pintores jóvenes que empiezan a despuntar. Pero no importa tanto lo que me gusta a mí sino lo que gusta al cliente, al que trato siempre de asesorar de forma profesional, pero sobre todo, apelando a sus sentimientos.

¿Y cómo se hace eso, o cuándo lo ve usted, en qué tipo de personas?

Es bueno entender de arte pero no creo que sea imprescindible para apreciarlo. Yo siempre le digo a la gente que compre la obra que le dice algo, esa que despierta sus sentimientos. Hay clientes de todo tipo, eso sí. Sigue habiendo quienes vienen y quieren llevarse una obra porque hace juego con las cortinas o los muebles, y lo dicen así. En cambio, hay otra cosa muy curiosa. Esa persona que llega, y te dice eso de "la verdad es que no entiendo mucho de arte pero me gusta este cuadro, y no sabría decirle muy bien qué tiene para que me guste". Y no sé por qué, pero esa gente, que tiene una sensibilidad especial, siempre se fija en el cuadro bueno. A veces, en el mejor cuadro de la galería. Esos momentos me emocionan de verdad.

Ya sólo quedan sus galerías en Hondarribia, prácticamente. ¿Cómo eran aquellos veranos con tantos locales abiertos en la ciudad?

Fuimos pioneros en esto en Hondarribia y tuvimos un éxito muy grande. Luego, se fueron abriendo más y más galerías, recuerdo años en los que hubo hasta 19 galerías de arte en la ciudad. De todo tipo, las había buenas, las menos, y otras, la mayoría, que vendían un arte de calidad menor. A Hondarribia la bautizaron como el rincón del arte y venía gente en autobuses, a visitar las galerías de la ciudad. Pero poco a poco, todas han ido cerrando, porque cada vez se vende menos. Es una pena que eso se vaya a perder, porque no se hace nada por ayudar a mantenerlo. Yo ya tengo una edad y cuando tenga que echar el cierre, no creo que haya relevo.

¿Echa de menos la ayuda de las instituciones a las galerías como la suya, qué se podría hacer?

La verdad es que en general, se ayuda poco a las galerías de arte, porque se nos considera como negocios con afán de lucro. Hay galerías que lo son, pero yo no hago esto por dinero. Siempre puse en contacto directo a cliente y artista, y éste me pagaba los gastos, nunca he cobrado grandes comisiones. Nunca he tenido ninguna ayuda pública, creo que hay poca sensibilidad con la cultura de los sentimientos, con el arte sobre todo, o con la música. Está bien ayudar a la cultura física, la del deporte. ¿Pero dónde queda lo demás? No sólo hay gastronomía en Hondarribia, tenemos una tradición artística que se va a perder.

¿Cómo son los gustos artísticos de los hondarribiarras?

Hay gente que es bastante localista, que le gusta mucho el paisaje de la bahía de Txingudi y no va mucho más allá. Pero también te encuentras a gente con muchísima sensibilidad. Y he conocido a muy buenos pintores aficionados, y hay muchos arrantzales, por ejemplo, que llevan la luz del mar en la retina. Me encanta cuando vienen a la galería y empiezan a hablar de la luz y los colores, intentando buscar la realidad en un cuadro.

El pasado domingo recibió el homenaje de Emeki Elkartea con motivo del Día de la Mujer ¿Cómo se sintió?

Llevaban años diciéndome que algún día tenían que hacerme algún homenaje o algo, y yo siempre les he dicho que hay muchas mujeres que lo merecen de verdad, las que han trabajado y trabajan en casa y fuera de casa. No fue una sorpresa en sí, pero sí muy emotivo. No hablo euskera, lo entiendo un poco, y el bertso que me dedicaron me llegó al corazón, por el sentimiento que veía que ponía el bertsolari. Estoy esperando a que me pasen la traducción completa.