Elgoibar. José María Ondarza nació en Mendaro hace 66 años aunque reside en Elgoibar desde que era un niño. Amante de la naturaleza "desde siempre", aprovecha cualquier oportunidad que se le presenta para disfrutar de la tranquilidad que le proporcionan la soledad y el silencio. Ya jubilado, tiene una forma de vida "sencilla" y alejada de las cuestiones materiales.

¿Cómo y por qué decidió despojarse del calzado?

Hace muchos años tenía la costumbre de ir al monte descalzo pero hace aproximadamente tres años me vino a la cabeza la idea de hacer lo mismo por la calle y eso hago desde entonces. Sin darle más vueltas.

La gente se le quedará mirando en más de una ocasión...

Claro, la gente mira y dice de todo, pero me da exactamente igual porque la gente no soy yo y no me meto con nadie. Además, el que se preocupa de lo que hacen los demás es porque está ciego interiormente y tiene que buscar algo fuera con el ojo físico.

¿Ha tenido algún problema de salud por andar descalzo?

En absoluto; más bien todo lo contrario. Antes andaba con sandalias y en invierno igual necesitaba tres horas para que los pies se me calentaran al meterme en la cama. Sin embargo, desde que ando descalzo de forma habitual no tengo ese problema; ahora siempre tengo los pies calientes y creo que es porque la sangre me circula mejor. Al fin y al cabo, yo creo que lo más natural es andar descalzo porque uno no nace ni con zapatos ni con corbata.

¿No tiene miedo a coger alguna enfermedad?

En absoluto. A los veinte años tuve una pleuresia seca de la que me curé por completo y desde entonces no he vuelto a probar ni un solo producto de farmacia, ni siquiera una pastilla. Llevo cuarenta y seis años sin tomar fármacos y, al menos hasta ahora, estoy muy bien de salud.

No será fácil andar descalzo los días de mal tiempo...

El cuerpo poco a poco se va haciendo y llega un momento en que te acostumbras a andar así con lluvia, con nieve o con lo que haya.

A lo largo de su vida, ¿ha tomado otro tipo de decisiones atípicas?

No sé si será atípico pero hace más de tres décadas que dejé de comer carne. A partir de ahí también fui apartando de mi dieta alimentaria la leche, los huevos y todos los productos derivados de los animales. Hasta el punto que desde hace tiempo sólo como lo que viene del mar y de la tierra. Eso sí, no me considero vegetariano porque en ese caso también debería dejar a un lado el pescado.

Me dice que no bebe agua nunca...

No como nada que esté salado y el cuerpo no me pide agua. Además, no necesito beber agua porque las verduras y los alimentos que tomo ya tienen bastante agua de por sí.

¿Hay gente que se mete con su forma de vida?

La verdad es que no hago ningún caso a lo que digan o puedan decir los demás. A mí personalmente nadie me dice nada pero a mi hermana le han llegado a dar el pésame por una esquela mía que puse en la calle en plan cachondeo.

¿Qué me dice?

Hacía tiempo que tenía ganas de hacerlo y hace dos años coloqué una esquela mía en varios lugares. Fue un 8 de agosto, el día de mi cumpleaños y se montó bastante revuelo. Y eso que tal y como estaba redactada la esquela era evidente que se trataba de una broma.

También es un amante de la montaña y de la naturaleza

Es curioso pero empecé a sentir una atracción fuerte por la montaña al regresar de la mili. Pasé 21 meses en la mar, a bordo de la fragata Temeraria y a partir de ahí comencé a sentir una mayor atracción por el monte y el entorno natural. Fue como si el mar me tirara hacia la montaña.

¿Qué le proporciona el monte?

Una tranquilidad y una sensación de bienestar indescriptible. En este sentido, guardo muy gratos recuerdos de las noches que pasé, hace ya muchos años, en una chabola de la sierra de Izarraitz.

También le gusta escribir...

Así es. Empecé a escribir durante el servicio militar por aburrimiento y después he escrito un libro que se titula Los senderos del movimiento, en el que recojo todo lo que pasa por mi imaginación. Tiene dos partes; la primera se titula La muerte y su yo hacia los honores de la nada y la segunda Los huéspedes de la infinita esencia.

¿Cómo considera que ha sido su vida hasta ahora?

Normal y bastante sencilla. Empecé a trabajar como pinche en un taller cuando apenas tenía 13 años y desde entonces siempre he trabajado como tornero. Bueno, siempre salvo con la llegada de dos periodos de crisis en los años 1975 y 1994, que me quedé sin trabajo en el taller. En esa primera ocasión me marché a Santo Domingo de la Calzada para trabajar unas semanas en la recogida de patata y en el año 1994 me fui a la localidad riojana de Haro para trabajar en la vendimia; primero con Bodegas Heredia y luego con un particular.

¿Qué es lo que más le molesta?

El ruido y la falta de respeto. Últimamente estoy bastante enfadado con una cuadrilla de jóvenes que tiene un local en los bajos del edificio en el que vivo. Sacan un montón de ruido y eso desquicia a cualquiera. Hace año y medio que llevo quejándome de esta situación y espero que el Ayuntamiento tome cartas en el asunto de una vez por todas.