Es un hombre divertido que tiene, casi, casi, una vida de película. En la universidad entendió que le gustaba la interpretación más que la escultura, que era lo que pensaba hacer cuando se licenciara en Bellas Artes. La suerte no le sonrió en sus intenciones. En el mundo interpretativo ha hecho trabajos esporádicos y estuvo a punto de tirar la toalla. Ha superado un cáncer y está al frente de una academia de interpretación, Bilbao Bizie, que gestiona junto a su mujer Carmen, la persona que ha sido y es vital en su vida y en su profesión. Le gusta hablar y lo hace con frescura. No levita ni ha incrementado su ego con los premios y reconocimientos, sino que prefiere aterrizar tranquilamente después de unos meses de éxito. No pensó que le iban a nominar en los Goya, y mucho menos que ganaría el cabezón correspondiente a su categoría. Destila emoción, ilusión y agradecimientos. No era conocido hasta hace un mes, pero hoy tiene que manejar una agenda abrumadora de entrevistas y de nuevos proyectos.

Para muchos era usted un actor desconocido hasta hace quince días, y vaya hoy cómo se lo monta...

Ja, ja, ja€ Seguro, pero en la familia no lo era.

Y tampoco para su cuadrilla, a la que también brindó el Goya.

Exacto, y ahora encima me van a conocer por mi nombre. Hasta ahora era Spielberg o Bardem. Creo que me quitan ya los motes que me han puesto y me dejan como Urko.

¿Cuándo decidió ser actor?

En la universidad. Hice escultura en Bellas Artes y mis amigos de generación hicieron audiovisuales. Me llamaron para cubrir algún papel protagónico en sus cortos y me gustó mucho, pero es que echando la mirada atrás me doy cuenta que cuando era chaval me gustaba mucho el cine. Lo que pasa es que cuando eres adolescente te pasa la vida por delante y quieres hacer lo que no puedes.

No ha tenido la vida fácil como actor, pero no ha tirado la toalla.

Bueno, pues casi, casi, la tiro. Gracias a que mi familia y mis amigos han estado detrás y no me han dejado hacerlo. Quién me iba a decir que en esta segunda vez que me he dedicado a ello y he cambiado de representante iba a tener la suerte de hacer esta película que me ha elevado un poquito.

Maixabel.

Exacto. Una gran película. En estos momentos no sé ya ni lo que puedo decir sobre lo que ha supuesto para mí.

¿Le sorprendió que le llamaran para hacerla?

Me sorprendió que me llamaran para el casting y que Icíar (Bollaín) me quisiera ver. Las palabras de mi representante fueron: Icíar te quiere ver. Fue bonito, porque me iba a permitir conocer a una de las directoras que más me gustan. Como siempre había recibido noes, pensé que sería uno más, pero me consolaba pensando que iba a conocer a esta directora.

Y le dijeron que sí a una de las películas que han marcado el cine español de 2021.

Estoy sorprendido por todo, por ese sí, por la escalada de la película y por el reconocimiento de mi trabajo, que me ha llevado a tener un Goya y otros premios.

¿Inesperado?

¡Quién lo iba a decir! Yo no, desde luego. No me lo esperaba, no por lo menos al principio de todo el proyecto. Las nominaciones se han ido sucediendo y he ido creyendo en todas las posibilidades.

¿Cómo se sintió al saber que estaba nominado?

Estábamos mi mujer y yo en la habitación de al lado a donde ahora estamos haciendo esta entrevista. Es donde tenemos el ordenador en el que editamos todo lo de la escuela. Estábamos siguiendo las nominaciones a través de un amiguete que estaba haciendo un streaming. Unos amigos, que son unos locos del cine y tienen un canal de Youtube, estaban haciendo comentarios a las nominaciones. Primero dijeron los tres actores de El buen patrón y pensé: Con todo el cine bueno que ha habido este año, no creo que digan el mío.

Pero lo dijeron.

Sí, y entonces todo fue buag, buag, gritos... una explosión de alegría. Empezamos a llorar, a recibir llamadas, fue maravilloso. No lo olvidaré nunca. Fue un momento único.

¿Cómo juzgaría su carrera y el deseo de ser actor?

Como la de cualquier otro actor o actriz. Se ha hablado mucho de mí, que si un cáncer, que si muchos obstáculos, que si me había arruinado€

¿Todo eso es verdad?

Es verdad, pero la mía no deja de ser una vida normal, como la de cualquier otra persona que quiera ser actor o actriz. Somos personas con talento que queremos buscar nuestra oportunidad, la buscamos muchas veces y vencemos obstáculos. Y yo no soy ejemplo de nada. Soy una persona afortunada, en todo caso. Espero que les ocurra lo mismo a todos esos colegas con talento que aún no han salido a luz. El que la sigue, la consigue.

Cuando dijeron su nombre en la gala de los Goya...

Fui con una conducta muy profesional. Sabía que no podía olvidarme de besar a Carmen, mi mujer. Tenía que abrazar a todo el equipo de la película. También abracé a los otros nominados. Fui con la cabeza muy fría, pero cuando llegué al escenario no pude dejar de emocionarme, de acordarme de mi madre.

¿Dónde ha colocado el Goya?

De momento está viajando por toda Bizkaia. Lo hemos llevado a Muskiz, que es donde vivimos Carmen y yo, también irá a Labastida, en Alava, y ahora está aquí en la escuela, porque quiero que lo vean todos los alumnos.

¿Cuántas fotos se ha hecho usted con el cabezón

Un montón, y creo que el cabezón se ha hecho más fotos que yo. Yo le llamo Paco. La gente te lo roba y quiere sacarse fotos con él.

Tuvo un cáncer que al parecer le cambió la vida de arriba abajo.

Al final bajé a la tierra. Me pilló en un momento de mi vida en el que no tenía muy claro lo que quería hacer. Estaba tirando la toalla y lo que me trajo ese cáncer fue puntos de vista diferentes, me sensibilicé. Me ayudó a agarrar las cosas que quería y a saber qué es lo importante. Me ayudó a enfocar la vida y a hacer lo que quería.

Y lo que quería es esta escuela, Bilbao Bizie.

Exactamente. Me ayudó a disfrutar de todo lo que tenía a mi alrededor y de estar con las personas que más quería. En este caso me ha ayudado mucho Carmen, fundamental para que ese foco fuera más claro. Hasta ahora estábamos en la escuela, en la que todo iba viento en popa, pero de repente llegó Maixabel. Todo lo que ha pasado desde la película ha hecho que viva más intensamente la vida y que tenga que buscarme en mi agenda huecos para dar esas clases que me hacen tan feliz.

¿Se sentía identificado con el personaje de Maixabel

Él ha matado a unas personas por el amor que tenía a Euskal Herria. Creía que la forma de liberar su tierra era con una pistola en la mano. Sobre todo me lleva a mi juventud, cuando yo también quería liberar Euskal Herria, pero desde el punto de vista cultural, sin pistolas. Es que en este país el terrorismo se ha normalizado mucho. Cuando me llegó este personaje, Luis Carrasco, me pareció un momento ideal para mostrar que Maixabel es el símbolo del conflicto en evolución y lo que nos hace quitarnos esa normalización que teníamos ante el terrorismo.

Y el mirar hacia otro lado.

El hecho de que mataran a gente y que miráramos para otro lado es algo a lo que teníamos que renunciar. No podía ser un tabú en nuestra sociedad, y esta película viene a liberarnos también de ello.

¿Qué ha pasado con la escultura?

En su día ya dije que la escultura era algo para vivir más intensamente la vida. Al final fueron primero los cortos, y después la interpretación o la dirección. Cuando tenga una tranquilidad en mi vida, después de pagar la hipoteca, espero que la escultura vuelva. Espero que cuando tenga mi reposo, mi tallercito, y esté tranquilo, pueda volver a la escultura, a la madera, que es lo que más me gusta.

Con 44 años es usted muy joven para empezar a pensar en el reposo, ¿no le parece?

Cuando hablo de reposo estoy pensando en los 75, en un plan a largo, no para ahora.

¿Resulta frustrante enseñar a ser actor y no tener personajes que interpretar?

Al contrario. Para mí hasta ahora todo eso ha sido un entrenamiento. Me ha servido de coaching emocional. Ver en el ojo del otro la paja te enseña a ver la viga en el tuyo. Egoístamente tengo que decir que ser profesor me ha venido muy bien para estar en forma en el momento en el que ha llegado Maixabel.

Ha comentado que estaba a punto de tirar la toalla antes de su enfermedad. ¿A qué se iba a dedicar?

No lo sabía. Yo me dedicaba a hacer vídeos corporativos y quería haber seguido por ese lado, haciendo vídeos y vídeos. Pero la frustración era tan grande que cargar la mochila, el trípode y los demás elementos me cansaba mucho. Me frustré y vivía en una eterna ansiedad. Gracias a Pastelerías Felipe vi un poco más clara la vida. Asier, el jefe, me ofreció trabajar con él y dije que sí.

Eso sí que es un cambio de registro.

No tuve clientes en lo de los vídeos durante tres o cuatro meses y me quedé en bancarrota. Cuando vi que un trabajo convencional, igual que el que tenían mis amigos, no llenaba mis expectativas, no lo entendía. Mi mujer me dijo: Esto durante un momento está bien, pero no puedes abandonar lo tuyo porque es lo que te hace feliz. Tenía razón: aunque viviera en la más absoluta pobreza como un padre franciscano tenía la retribución de la parte artística.

Ya, pero no da de comer, ¿no?

No, y si me preguntas de qué iba a vivir, no lo sabía. Lo que quería era tener algo así como un sueldo fijo a fin de mes. Un artista no lo tiene, lo tiene que buscar, lo tiene que generar. Yo veía que mis amigos iban hacia adelante, que iban teniendo hijos, iban teniendo casas, coches, mejoraban en sus puestos de trabajo€ Yo era ese Bardem, ese Spielberg, que no tenía ni oficio ni beneficio. Ahora ha cambiado la suerte y mis amigos me tienen en otra estima; ya digo que me han cambiado el nombre otra vez a Urko. Ja, ja, ja€ Mis amigos son una gente estupenda.

Se vende como chico de barrio.

Y qué bonito es. Chico del barrio de Irala [Bilbao] o de la república independiente de Irala, y muy feliz. Muy contento de haber vivido algo que ahora creo que pocos niños tienen la oportunidad de vivir: jugar en la calle. Era bajar con el bocadillo a la calle hasta que te llamaba tu madre por la ventana. Parece que hoy no se necesita tanto la calle. Llegar sucio a casa y que tu madre sacara el estropajo para quitarte esa suciedad e ir limpio a la cama era bonito. Recuerdo mi vida en Irala como muy feliz.

Maixabel, un Goya y otros premios. ¿Proyectos?Maixabel

Están entrando. Goya no es igual a trabajo. Goya es igual a reconocimiento y a alegría. Por suerte, en mi caso están llegando proyecto y mi representante los tiene que gestionar. Están llegando más de los que esperábamos. Ahora hay que agendarlos. Son bonitos, personajes con sensibilidad.

Todo lo que le ha ocurrido le habrá removido el ego. ¿Hasta dónde ha crecido?

Intento suprimirlo. Voy a la contra de mi ego. He tenido una infancia, adolescencia y juventud muy de ego. He tenido etapas muy ególatras, muy vanidosas. El cáncer me hizo derribar todos los egos y vanidades.

Así que no va a levitar.

No. Todo eso está muy bien, pero hay que trabajar. Al contrario, lo que hago es aterrizar de todo lo que me está pasando. Lo que tienes son reconocimientos y la vuelta a mi vida de gente de la que no sabía desde hace tiempo. Gente que ha vuelto en modo de mensajes, de felicitaciones€

Somos así de oportunistas, ¿no?

No digas eso, yo no lo veo así. No creo que sea una cuestión de oportunismo. Al final pierdes relación con gente, pero esa gente se alegra por ti y aparece.

Ahora también es objeto de atención en los medios. ¿Cuántas entrevistas ha concedido?

Muchísimas, no lo sé. Me decía mi mujer que igual cincuenta, pero me parecen pocas. Un montón. De repente ha habido un boom. Y lo agradezco, porque a mí me sitúa y así me puedo expresar. Crece mi discurso.

¿Cuánto ha llorado desde que le nominaron?

Por aquello de la profesionalidad y el guardar las emociones dentro para sacarlas después, no lloré al principio. Recuerdo que he llorado acurrucado con mi mujer cuando íbamos al aeropuerto de Valencia. Al ver a mis amigos emocionados no podía parar de llorar. Fui a la tele, me pusieron a mis alumnos hablando de mí y no me pude contener€ Que soy muy llorón, qué le vamos a hacer. Pero qué bonito es ser sensible.

Urko Olazabal, posando con el cartel de 'Maixabel'.

PERSONAL

Edad: 44 años.

Lugar de nacimiento: Bilbao. Aunque él quiere que se remarque su vida en el barrio de Irala.

Familia: Está casado. Carmen, su mujer, es su pilar vital.

Formación: Es licenciado en Bellas Artes. Estudió en el Centro de Formación Escénica Bai. Tiene un máster en Formación del Profesorado.

Trayectoria: Ha colaborado en películas y series, aunque no ha tenido un personaje de relevancia hasta llegar Maixabel, la historia que dirigió Icíar Bollaín y que protagonizaba Blanca Portillo. Con su personaje ha convencido a los jurados de los premios Goya, Feroz y los del Círculo de Escritores Cinematográficos. Está al frente de la Escuela Bilbao Bizie. Da clases de interpretación y en el tiempo que lleva funcionando se ha hecho con una gran reputación entre los alumnos que acuden a ella.