Estaba llamada a ser una jornada de récord y así ha sido. San Mamés tiene el orgullo de ser el escenario de la final de la Women's Champions League más multitudinaria de la historia. 50.827 personas llenaron La Catedral para ver cómo el Barcelona y el Olympique se medían por el trono continental. 50.827 seguidores que superaron a los 50.212 que presenciaron en el Olímpico de Múnich la final de 2012, cuando el Lyon se llevó la Orejona tras ganar 2-0 al Frankfurt. Ese era el mejor registro. Hasta que llegó Bilbao y el espectáculo de txalaparta, pirotecnia y fuego que ofreció la Champions antes del pitido inicial.

Con todo, cabe destacar que este no es el récord de asistencia a San Mamés. Ese mérito sigue recayendo en las finales de rugby de 2018, cuando 52.282 personas vieron al Leinster ganar la Champions. Ni siquiera la vuelta de las semifinales de Copa ante el Atlético de Madrid pudo con esos números puesto que el aforo se quedó en 52.061 personas.

Pero antes de entrar en San Mamés, esta final de la Champions ya era de récord porque nunca antes ningún conjunto femenino había logrado movilizar a 40.000 personas. Y el Barcelona lo hizo. Se les quedó pequeña la fan zone que le colocaron en el parque de Doña Casilda y decidieron tomar la villa entera. No hubo hotel sin llenar, ni restaurante sin reservar. Y amparados por un sol que hacía mucho que no se asomaba por la capital vizcaína, los culés se sintieron como en casa. En la otra cara de la moneda estuvo la afición del Olympique de Lyon, menos numerosa y más tímida. Antes del partido, los 4.000 seguidores franceses prefirieron hacer turismo a disfrutar de su espacio reservado en Bilbao, en la plaza Indautxu; y quizá por eso llegaron más desentonados a San Mamés.

Porque La Catedral fue un Camp Nou -o un Montjüic- improvisado donde solo se habló catalán. ¡Qué raro se hizo ver a San Mamés de blaugrana! Pero es que se coreó tanto al Barça, se aplaudió tanto el ritmo que impuso Bonmatí y se entendió tan bien la mística del estadio rojiblanco, que ayer hasta los bilbainos hablaron catalán.