El Eibar completa su metamorfosis (3-1)
termina de recuperar su versión más solvente para ganar al espanyol, en el tercer triunfo consecutivo
Cuestión de dinámicas. Cuando todo pintaba negro, la amenaza de la zona de descenso parecía cada vez más cercana, los resultados no amagaban con acompañar y la baja de Pedro León se vio prorrogada por espacio de meses, cambiaron las tornas. De repente. Y hoy es el día, apenas tres semanas después de que cundiera la preocupación, en el que la situación del Eibar ha terminado de experimentar un giro radical de 180 grados. El cuadro armero ganó ayer al Espanyol, su tercera victoria consecutiva, y alcanza una posición relativamente cómoda en la tabla, reforzada además por circunstancias de plantilla que también suman. No está el citado Pedro León, pero el regreso de Iván Alejo ha devuelto a los azulgranas la mordiente por ambas bandas. El fichaje de Orellana ya es oficial. Y se anuncian refuerzos para el centro de la defensa. El optimismo resulta obligado.
Así resulta gracias a estadísticas y datos objetivos como los expuestos. Y también gracias a las sensaciones renovadas que ofrece al equipo de Mendilibar. Tras un par de meses de notables dudas, ha recuperado esa solvencia con la que sacaba adelante los encuentros hace no tanto tiempo. Ayer se deshizo del Espanyol con esa contundencia, que no facilidad, propia de las escuadras fiables. Y a ello contribuye, a buen seguro, la recuperación de un esquema, el 4-4-2, que permite al Eibar explotar todas sus virtudes y la idea que postula su entrenador. Presión alta, juego vertical, por bandas a poder ser, y muchos centros al área. La receta es sencilla y exitosa, sobre todo si los futbolistas la desarrollan con acierto sobre el césped. Ayer fue el caso.
gol tempranero El partido ante el cuadro perico comenzó con 1-0. Puede parecer arriesgado aseverarlo cuando la diana tempranera de Kike García se produjo en el minuto nueve. Pero el contexto fue el que fue. Sergio García, delantero visitante, se lesionó a las primeras de cambio. Y la sustitución que supuso el ingreso en el campo de Leo Baptistao se demoró más de lo habitual. Entre una cosa y otra, incluida la falta que supuso el tanto armero, apenas se jugó hasta que Arnaitz Arbilla ejecutó con maestría ese libre directo. El envío del navarro superó por alto la barrera catalana, Pau López evitó la diana en primera instancia con una gran intervención, pero el rechace del larguero lo aprovechó el propio Kike a puerta vacía.
Quedaban más de 80 minutos de partido por delante, y tampoco era cuestión de modificar tan pronto el guion. El Eibar continuó intentando ejecutar su plan habitual, que implica, entre otros factores, defender lo más lejos posible de la portería de Dmitrovic. Sin embargo, un par de sustos en contragolpes espanyolistas obligaron a pensar enseguida a guardar la ropa en mayor medida. Primero, Gerard Moreno encaró solo al meta serbio, en una acción anulada por milimétrico fuera de juego del punta forastero. Y el mismo Gerard dispuso de una buena ocasión solo dos minutos después, en el 16, que desbarataría el arquero azulgrana.
El Eibar, consciente del buen hacer de los atacantes pericos corriendo al espacio, dio dos pasos atrás y apostó por asumir el papel contragolpeador, teniendo que llevar los de Quique Sánchez Flores el peso del encuentro. La metamorfosis experimentada por el encuentro resultó muy positiva para el cuadro armero, cuyas transiciones se adivinaron desde un principio impregnadas de verano ante un rival impotente en sus ataques posicionales. La ocasión más clara del Espanyol llegó en un libre directo lateral con el que Darder, no se sabe si buscando el centro o el tiro, superó por alto a Dmitrovic para estrellar el esférico en el larguero.
Las circunstancias del partido, oportunidad aislada al margen, apuntaban a que el 2-0 podía llegar a nada que el Eibar encontrara con acierto los espacios que le ofrecía el rival. Y así sucedió cuando Darder perdió un balón en situación comprometida para que Sergi Enrich lanzara en profundidad a Iván Alejo. El extremo azulgrana encaró a Pau López desde el carril del ocho y firmó un disparo cruzado a media altura que se convirtió en el 2-0. Todo pintaba de color de rosa al descanso, y tampoco es que el panorama cambiara tras la reanudación.
La segunda mitad arrancó sin que ocurriera gran cosa durante los primeros minutos. Bueno para el Eibar. Y mejor aún tras aumentar su renta los armeros al transformar Joan Jordán un penalti cometido sobre Enrich. El posterior autogol del delantero menorquín quedó en anécdota, no así la mala noticia del encuentro, la lesión de un David Juncà que se había asentado en el lateral zurdo. Hubo incluso otro susto a nivel físico, con Kike García doliéndose de un muslo. Pero los tres puntos priman sobre todo lo demás. Ahora acompañan los resultados. Y también las sensaciones. Llueve menos. De hecho ya ha escampado.