donostia - Cuando hace una década se marchó a Madrid para estudiar INEF en la Universidad Camilo José Cela, Auritz Oyaneder (Donostia, 1988) no podía imaginar que el camino que entonces iniciaba terminaría, o más bien pasaría, por Taiwán. Y es que ahora vive en el país asiático, pero quién sabe lo que puede ocurrir en un futuro... Es lo que tiene el mundo del fútbol, ese en el que se enroló a raíz de su experiencia estudiantil. “La universidad tenía un convenio con la Federación Española de Fútbol. Y la carrera que seguí tenía créditos de libre elección que me ofrecieron la posibilidad de sacarme el título nacional de entrenador”, de forma simultánea a la obtención de la licenciatura de preparación física.

Auritz consiguió ambas distinciones, compaginando las aulas universitarias y federativas. En estas últimas, tuvo compañeros conocidos. “Fui a clase con Juan Mata, con Miguel de las Cuevas, con Pichu Cuéllar o con Tomás Mejías, exportero del Real Madrid que ahora está en el Middlesbrough. Lo que pasa es que todos ellos pudieron seguir el curso en mayor o menor medida en función de los equipos en los que iban jugando”. Oyaneder hizo las prácticas en el Las Rozas Club de Fútbol, ocupándose de plantillas del fútbol base hasta que en 2012, con los estudios universitarios también finalizados, le surgió su primera gran oportunidad. “El banquillo del primer equipo quedó vacante y me ofrecieron el cargo”. Con apenas 24 años, asumió el mando de una plantilla senior de la Preferente madrileña. Y no le fue mal.

“En la primera temporada terminamos cuartos, después de pelear por el ascenso durante casi toda la campaña”. En la segunda, sin embargo, la cosa se torció. “Me cesaron tras seis partidos, se supone que por los malos resultados. No habíamos empezado bien, pero estábamos fuera de la zona de descenso... Lo que ocurre es que la relación con la gente del club ya se había deteriorado un poco”. El guipuzcoano regresó a casa, a Donostia, al División de Honor Juvenil del Antiguoko, como segundo de Arkaitz Lacambra y ejerciendo también de preparador físico. Pero nunca perdió el contacto con las amistades que hizo en Madrid. Y estas le alertaron un buen día de una oportunidad que Auritz aprovechó. “Existía la opción de ir a China con la escuela que el Real Madrid tiene allí, y en la que trabajan los guipuzcoanos Mikel Lasa y Manu Merino. Envié el currículum y me dieron un trabajo”.

Su labor allí se prolongó durante dos años y consistió, “haciendo un resumen muy general, en entrenar primero a un equipo sub’ 15, luego a un equipo sub’ 12, y finalmente a otro equipo sub’ 15”. “Se trata de una escuela muy grande, con 3.000 niños divididos en dos grupos: los elite y los que pagan por estar allí. Yo trabajé con chavales de ambos”, repasa Oyaneder, a quien el pasado octubre se le presentó “una gran ocasión” que no quiso dejar escapar. Le llamaron desde Taiwán, para encargarse de la selección absoluta. ¿Con qué cargo? “Mi contrato dice que soy preparador físico de los equipos masculino y femenino, además de analista táctico. Pero, en la práctica, estoy involucrado en casi todas las decisiones que se toman. También me encargo, por ejemplo, del scouting de rivales, y de otras tareas técnicas”, señala el donostiarra, quien se congratula de haber dado “un salto muy grande a nivel profesional”.

“Estoy en un equipo de categoría absoluta, disputando competiciones FIFA”, asegura sobre un combinado ya eliminado de la lucha clasificatoria para acudir al Mundial de Rusia, pero que pugna actualmente por jugar el Campeonato de Asia de 2019 en los Emiratos Árabes. En cualquier caso, las razones por las que en Taiwán han recurrido a él hay que buscarlas en otro ámbito competitivo. “A mí me paga el Gobierno, no la federación. El año que viene se celebra aquí la Universiada, y ellos le dan muchísima importancia. Han traído a técnicos extranjeros para potenciar todos los deportes, y a mí me ha tocado con el fútbol”. El béisbol y el baloncesto acaparan allí toda la atención mediática, pero Oyaneder aspira a elevar el nivel del balompié local, mientras disfruta también, en el ámbito personal, de su nueva calidad de vida. “En China estaba en una escuela, casi aislado, y sin acceso a muchas páginas de Internet. Aquí estoy encantado en todos los sentidos: el profesional y el personal”. Termina contrato en 2018.