La búsqueda de soluciones enfocadas hacia un futuro sostenible y libre de combustibles fósiles ha favorecido el desarrollo de fuentes de energía alternativas. Todas ellas comparten los propósitos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, consolidarse como un forma de suministro energético estable y contribuir al proyecto de descarbonización. Estas son algunas de las vías:

Fuentes renovables emergentes

Fuentes renovables emergentes

Hidrógeno verde

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la transición hacia el hidrógeno verde podría suponer el ahorro de 830 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono, la misma cantidad que se genera cuando el gas se consigue a partir de combustibles fósiles. Esta fuente de energía limpia es el resultado de someter al hidrógeno a un proceso químico llamado electrólisis, en el que la electricidad funciona como agente separador entre este elemento y el oxígeno del agua. Al contrario que el petróleo o el carbón, el hidrógeno no deja residuos en el aire y solo emite vapor. “Reemplazar todo el hidrógeno gris mundial significaría lograr  3.000 TWh renovables adicionales al año, una cifra similar a la demanda eléctrica actual en el continente europeo”, señalan desde el portal oficial de Iberdrola. 

A pesar de que la tendencia apunta a que el consumo del hidrógeno verde seguirá en aumento, todavía existen ciertas reticencias sobre los altos costes de producción y los requisitos de seguridad que conlleva. Países como Estados Unidos, Chile, Francia, China o Alemania ya encabezan el mercado del hidrógeno verde, cuyo impacto abarca la movilidad, el almacenamiento de energía y los suministros de agua potable y de electricidad. 

Energía geotérmica

Custodiada bajo la superficie terrestre y proveniente del calor interno del planeta, esta fuente de energía ha servido desde la antigüedad para cocinar y calentarse. Si bien la capacidad de aprovechamiento de este recurso comenzó a cobrar fuerza en el siglo XIX, todavía hay ciertos sectores que la relegan a segundo plano en su discurso sobre las energías renovables. Este factor resulta llamativo si se tienen en cuenta sus ventajas: siempre está disponible, es silenciosa, confiable y no requiere instalaciones de gran tamaño. “Tiene un bajo impacto medioambiental, suele requerir un uso limitado del terreno y puede integrarse fácilmente en el paisaje”, añade el Parlamento Europeo. 

“Tiene un bajo impacto medioambiental, suele requerir un uso limitado del terreno y puede integrarse fácilmente en el paisaje”

En la otra cara de la moneda, suscita un grado de preocupación sobre la potencial fuga de otros gases tóxicos al excavar en el suelo, además de que la construcción de centrales geotérmicas exige una gran inversión inicial y la energía acumulada no se puede transportar. 

Energía mareomotriz

También bautizada como energía oceánica, es una fuente de energía obtenida gracias a las subidas y bajadas de las mareas. Son varios los dispositivos disponibles para capturar esta fuerza y transformarla en electricidad, pero los más reconocibles son las boyas o turbinas submarinas. Sus principales fortalezas son su previsibilidad, su escaso impacto ambiental, su alta densidad energética y su convivencia en armonía con otras fuentes de energía, como la eólica o la solar.

A pesar de su panorama a simple vista prometedor y de larga vida útil, la infraestructura necesaria para arrancar exige grandes inversiones y debe ser capaz de responder ante condiciones marinas adversas, por lo que este sistema aún no está asentado a escala global. 

Sus principales fortalezas son su previsibilidad, su escaso impacto ambiental, su alta densidad energética y su convivencia con otras fuentes de energía

Biomasa marina

Entre los diferentes tipos de biomasa marina conviene mencionar las algas, de rápido crecimiento y capacidad de absorber dióxido de carbono, puesto que pueden ser cosechadas y reaprovechadas como biocombustibles.

Las algas se están explorando como una nueva fuente de energía renovable. Pixabay

A pesar de su indudable atractivo como opción ecológica, el sector todavía enfrenta desafíos para demostrar su absoluta rentabilidad en producciones a gran escala. Sus aplicaciones son variadas, y es que la biomasa marina puede servir para crear electricidad, biocombustibles o fertilizantes. 

Biogás avanzado

Darle una segunda vida a los residuos orgánicos derivados de las industrias alimentarias, ganaderas o agrícolas, además de los desechos de los lodos de estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas y los entornos domésticos. Esta es la base de este gas renovable que convierte la materia orgánica biodegradable en combustible, que podría posicionarse como la nueva piedra angular de la economía circular y el reciclaje. 

En España hay 146 instalaciones de biogás con una producción energética de 2,74 TWh, frente a las casi 19.000 instalaciones dispersas por Europa

A través de un proceso de digestión anaeróbica, se obtiene gas renovable compuesto por  dióxido de carbono y metano que puede ser utilizado en movilidad, generación eléctrica o en sistemas de calor y energía. De acuerdo con el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), en España hay 146 instalaciones de biogás con una producción energética de 2,74 TWh, frente a las casi 19.000 instalaciones dispersas por Europa. Esta realidad revela que el uso del biogás en España todavía tiene mucho margen de evolución.

Aerogeneradores flotantes

Parten de la premisa de que el viento sopla con más fuerza y constancia en el océano que en tierra debido a la falta de obstáculos, de ahí que estas turbinas flotantes se emplacen en alta mar para garantizar la máxima eficiencia en la producción de electricidad. Presentan una diferencia relevante respecto a las turbinas eólicas ancladas al fondo marino, y es que estas estructuras flotantes pueden abarcar un mayor ámbito de actuación al no estar fijadas en un único punto, por lo que pueden aprovechar el viento existente en zonas de más profundidad. 

Estas turbinas flotantes se emplacen en alta mar para garantizar la máxima eficiencia en la producción de electricidad

Actualmente, esta tecnología se encuentra en una fase de desarrollo avanzada, y cabe resaltar el caso de DemoSATH, el primer autogenerador flotante de España ubicado a dos millas de la costa de Armintza, en Bizkaia. Empezó su andadura en septiembre de 2023 y se espera lleve a cabo una producción anual equivalente al consumo eléctrico de cerca de 2.000 hogares en un año.