La agresión a un candidato es un hecho gravísimo en democracia que apunta directamente a la libertad de acceso al sufragio pasivo –ser elegido por la ciudadanía– y activo –votar en conciencia dentro de una variedad de opciones políticas–. El candidato a lehendakari por el PNV, Imanol Pradales, fue agredido ayer tarde por un individuo que le roció con un espray de efecto irritante, razón por la que tuvo que ser atendido en un hospital. La natural condena colectiva del conjunto de sus rivales en las elecciones del próximo domingo y la eventual determinación de las circunstancias del agresor –un hombre de 49 años detenido en el lugar de los hechos– no obvian una reflexión imprescindible sobre el modo en que la política de las propuestas y las ideas se ve condicionada por el señalamiento, consciente o inconsciente, del rival intelectual y el modo en que esto alimenta un estado de ánimo concreto. Agredir a un candidato puede tener diversas motivaciones. Desde el afán de notoriedad, a circunstancias personales extraordinarias, emocionales o de salud. Sin descartar ninguna, un clima de agresividad, de descalificación descarnada, opera en favor del incivismo. En este sentido, la campaña al Parlamento Vasco ha venido siendo modélica en comparación con el ambiente político que se viene respirando en el Estado durante los últimos meses. Pero ese ambiente existe y los excesos verbales en ese marco operan en su favor. La dialéctica de la confrontación se desliza fácilmente a la criminalización. En la política de este tiempo, un actor democrático puede ser calificado por otro de traidor a un proyecto nacional, de enemigo de la sociedad o de un colectivo concreto de la misma, de opresor o de minar valores morales. El señalamiento del rival político sustituye demasiadas veces al debate de propuestas. Tampoco colabora a asentar un consenso ético mínimo la frivolización respecto a la violencia. Bien minimizando sus manifestaciones dentro y fuera de la política, bien exacerbando situaciones que acaban por no reprobar, y en ocasiones incluso justificar, la confrontación física para impedir la expresión de ideas ajenas. La agresión a Imanol Pradales es un incidente menor por sus consecuencias pero alarmante por la constatación de que hay dinámicas violentas que afectan al proceso democrático.
- Multimedia
- Servicios
- Participación