Vitoria-Gasteiz tendrá presupuestos nuevos para el ejercicio en curso tras al acuerdo del Ejecutivo de PSE-PNV con EH Bildu. Relevante noticia de por sí ante la secular fragmentación política de la capital de Euskadi y además de indudable calado para la ciudadanía, a la que todas las partes concernidas –el 70% de la representación municipal, 19 de 27 ediles– han situado en el centro para sellar unas cuentas de 460 millones en números redondos. El consenso a tres bandas se basa en la asunción por el equipo de gobierno de seis millones en enmiendas y otros tantos en compromiso de crédito propuestos por EH Bildu pero sobre todo en la voluntad inequívoca de alcanzarlo y en clave propositiva, no como en el pasado por el antagonismo compartido respecto del popular Maroto. Cuando en teoría no parecía el momento más propicio, en vísperas de unas presumibles elecciones vascas anticipadas y de otras europeas, éstas sí fijadas para junio. Sin embargo, en la dinámica municipal ha irrumpido el giro pactista de la cúpula de EH Bildu plasmado en el Parlamento Vasco con el respaldo a las leyes de Transición Energética o de Infancia. En línea con la impronta posibilista de la coalición en el Congreso, rayando la docilidad en el indisimulado intento de tejer complicidades con el socialismo a todos los niveles hasta acceder a la alcaldía de Iruñea. Paradójicamente, la inmediatez de las urnas ha jugado a favor de los presupuestos de Gasteiz por la aspiración del candidato a lehendakari Otxandiano de ofrecer un perfil pragmático y más institucional, cuando la investidura de la socialista Etxebarria fue posibilitada por el PP justo para cortocircuitar a EH Bildu, que fue el partido que ganó las elecciones. Constatadas las virtudes de este pacto tripartito en Gasteiz y la motivación electoral de EH Bildu, cabe exigir a la coalición soberanista que disipe toda sombra de tacticismo, que hoy por hoy es lo que transmite su selección de gestos, claramente dirigidos a limitar su cooperación a quienes no son su competencia ante la ciudadanía en los prolegómenos de las próximas elecciones autonómicas. Pues si se trata del interés general no se entiende que se avale a responsables socialistas pero se cierren puertas en las instituciones que lidera el PNV, como ha ocurrido con los presupuestos de la Diputación de Gipuzkoa, obligando a su prórroga cuando el acuerdo se encontraba muy cerca. La gobernabilidad de amplio espectro no casa con el mero oportunismo.